martes, 1 de julio de 2008

Sermón 4 (Instrucciones sobre la oración entre los creyentes)

Pasaje: 1 Timoteo 2:1-8
Tema: Instrucciones sobre la oración entre los creyentes

Introducción:
Sin duda el tema principal, aquí, es la oración y el impacto que este tiene en la vida del creyente y la iglesia. La oración resulta una de las maneras de como la iglesia cumple con su misión. Si la misión se dirige a todos, en especial a los no-creyentes, entonces la oración también tiene que incluirlos a ellos. Nadie debe quedar al margen de nuestras oraciones, ni siquiera aquellos que nos causan mucho dolor.

I. Los tipos de oración en la iglesia (v.1)
Aun cuando las cuatro palabras parezcan simples sinónimos, es posible encontrar diferencias de fondo entre ellas.
A. Rogativas. En el original griego (deéseis), esta palabra está ligada a ‘carencia’ y ‘necesidad’; de manera que esta oración ‘está motivada por una necesidad concreta’ (MacArthur). Esta necesidad concreta se puede interpretar en términos de la necesidad de salvación que tienen todos los pecadores.
B. Oraciones (Gr. proseujás). Tiene un sentido más general y se deben hacerlas por las necesidades ‘siempre presentes’ (Hendriksen). Este tipo de oración es el que comúnmente realizamos todos los creyentes.
C. Peticiones. Nuevamente, en el griego (enteúxeis), esta palabra da la idea de ‘acercarse [a alguien] para hablar en la intimidad’. Entonces la indicación de Pablo va en el sentido de que todo creyente debe de acercarse a Dios en la intimidad, para hablarle acerca de los pecadores que necesitan ser salvados (MacArthur).
D. Acciones de gracias (Gr. eucaristías). Es una gratitud expresada en palabras (Hendriksen). A veces nuestras oraciones son una larga lista de lo que necesitamos. Rara vez tomamos tiempo para agradecer por lo recibido.
Aplicación. A veces solo nos acordamos de orar por nosotros mismos. Pretendemos ser el centro de la atención de Dios, como si otros no tuvieran necesidad de ayuda divina. O a veces también sólo oramos pidiendo favores de Dios y no tenemos espacios para la gratitud a él.

II. Las formas de oración pública (v.8)
Aquí. Pablo no se propone enumerar todas las formas de como deben de hacerse las oraciones[1], solamente se centra en una:
A. Levantando manos al cielo. Esta postura es claramente una ‘posición sacerdotal’ de intercesión. A pesar de que la palabra esta dada en forma de mandato, Pablo no está pensando en la forma, más que en el fondo:
(1) ‘Manos santas’. Es decir, manos ‘no manchadas por la maldad’ (MacArthur). La vida santa y justa del creyente, da como resultado una oración eficaz (cf. Stgo.5:16[2])
(2) ‘Sin ira ni contiendas’. No se puede orar eficazmente por la humanidad, las autoridades o las personas en particular, si se tiene iras en el corazón o hay contiendas contra esas personas. Además, una oración hecha en ese estado no puede ser aceptada por Dios (cf. Mt.5:23-26).
Aun cuando el mandato parece estar referidos sólo a los hombres, debemos de tomarlo como un mandato para todos los creyentes.
Aplicación. La forma es importante porque revela nuestra reverencia durante la oración, sin embargo lo más importante es como nos presentamos delante de Dios. El Señor no puede escuchar nuestros pedidos, si nuestras manos están sucias del pecado. Debemos de presentarnos con un corazón santo delante de Dios.

III. ¿A favor de quienes debe estar dirigida las oraciones de los creyentes? (vv.2a, 7)
Es muy probable que la iglesia de Éfeso estuviera dejando de orar por los gobernantes, y otras personas que necesitaban el perdón salvador de Dios, aun las personas que podían estarles causando mucho daño, necesitaban ser recordados en sus oraciones.
A. En sentido general por todos los hombres (v.1b). Aquí claramente la oración debe estar dirigida por todos, específicamente por la salvación del mundo pecador. Todos los hombres incluía también a los que le estaban causando daño a la iglesia en Éfeso (¿también por los falsos maestros?, ¡claro que si!). A veces estamos motivados a orar solamente por las personas que nos hacen favores. La indicación del apóstol, es que se debe de hacerlo por todos los hombres, sin excepción.
(1) Esto incluía también los gentiles. Es probable que algunos judaizantes hayan limitado la salvación solamente a los judíos, excluyendo a los gentiles. Pablo les recuerda que los gentiles ocupan un lugar especial en su ministerio (cf.v.7b).
B. También de manera específica:
(1) Por los reyes (¿Presidentes de estado?). En la época cuando se escribió esta carta, Nerón era el emperador romano de turno (él desató la primera gran persecución contra los cristianos. El mismo apóstol Pablo moriría bajo su mandato). Aun él, necesitaba la misericordia salvadora de Dios.
(2) Por los que están en eminencia (¿autoridades civiles?). Los gobernantes civiles constantemente golpeaban a la iglesia. En lugar de amargura, iras y contiendas, la iglesia de Jesucristo debía devolver amor y misericordia por los perdidos, a través de su oración.
Aplicación. Muchas veces tenemos la preferencia de orar solamente por las personas que nos ‘caen bien’ o por las que nos hacen constantemente favores. Orar por los que te hacen daño, es la prueba irrefutable del amor cristiano y de la madurez alcanzada en la vida cristiana.

IV. ¿Por qué se tiene que orar por todas las personas? (vv.2b-6)
A. Porque de esa manera podemos vivir ‘quieta y reposadamente’ (v.2).
Esto tiene que ver con el hecho de vivir sin tormentos, tanto internos como externos. Frente a la violencia de las persecuciones contra los creyentes, estos debían responder con amor y con oraciones a favor de sus verdugos. En otro sentido, esto tiene que ver con la tranquilidad que experimenta el creyente mediante el perdón dado a sus maltratadores y el cumplimiento de la responsabilidad de orar por los perdidos, para que su sangre no nos sea demandada de nuestras manos (cf.Ez.3:18-21; 33:8).
Sólo de esa manera podemos vivir en:
(1) Piedad (2c). La palabra ‘piedad’ es clave en este libro y tiene que ver con el llamado a vivir una vida santa (pues ésta se había afectado por las falsas doctrinas). Es, ‘mantener la actitud y la conducta correctas ante Dios en todas las cosas’ (MacArthur).
(2) Honestidad (2d). Se refiere ‘a la dignidad de una conducta santa delante de los hombres’ (MacArthur). Los creyentes estamos llamados a ser honestos con nuestras creencias.
B. Porque esto es ‘bueno y agradable delante de Dios’ (v.3). La oración por los perdidos se convierte en una noble acción y una ofrenda de olor fragante ante el trono de Dios. Orar por un pecador, es tan valioso como predicarle a un pecador.
C. Porque su voluntad es que ‘todos los hombres…’ sean:
(1) Salvos (v.4a). El deseo del Señor es ese, sin embargo, sabemos que no todos los seres humanos responderán positivamente al llamado de Dios y a las oraciones de su pueblo. Pero nuestra responsabilidad, respondan o no, es orar por ellos. Por eso, ‘el deseo amoroso de Dios está condicionado al ejercicio de la fe por parte del ser humano’ (Matthew Henry).
Aquí Pablo es muy enfático al declarar que sólo hay un Dos único y que sólo se puede ser salvo por medio de ese Dios, en la persona de Jesucristo (v.5).
(2) Vengan al conocimiento de la verdad (v.4b). Esto puede tomarse como un sinónimo de ser salvo (cf.2Tim.3:7) [3], pero también nos habla de conocer el verdadero evangelio en la vida cristiana, no el evangelio corrompido que habían introducido los falsos maestros.
Porque el ya pagó el precio de la salvación o rescate (v.6). Una de las razones por las cuales debemos de orar por los perdidos, es porque debemos de tener la seguridad que ellos (no podemos saber exactamente cuantos ni quienes) pueden ser salvados en el nombre de Jesús. Nuestra oración tiene una base, no es un simple ejercicio de palabras que se hacen por hacer. La seguridad de que nuestra oración puede ser escuchada, es el rescate que el ha obrado por los que habrían de responder a su llamado.
Aplicación. Cuando pensamos en todo lo bueno que significa orar, por los que han creído todavía en el nombre de Jesús, nos damos cuenta que hacerlo es un verdadero privilegio. Es la clave para vivir una vida reposada y en paz con Dios. Es una de las formas de como podemos responder a la misión de la iglesia. ¿Cuál fue la última vez que has orado por un no-creyente?, ¿vives en paz sin hacerlo?

Conclusión:
Sin duda esta porción nos desafía profundamente a vivir una vida de oración constante a favor del mundo pecador, eso es algo bueno delante de los ojos de Dios. Pero tenemos que hacerlo sin que haya estorbos en nuestras vidas. Una vida cargada por el enojo, la ira y las contiendas; sólo producirá oraciones infértiles delante de Dios. Estamos llamados a amar al mundo, a orar por ellos y hacerlo con una vida santa, sólo así encontraremos descanso para nuestras almas.

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Notas finales:

[1] Algunas de las formas encontradas en la Biblia, son: (1) de pie, (2) con las manos levantadas hacia el cielo (igual que aquí), (3) inclinando la cabeza, (4) elevando los ojos al cielo, (5) de rodillas, (6) postrándose rostro a tierra, (7) inclinándose, con el rostro entre las rodillas, y (8) de pié, a lo lejos, golpeándose en el pecho (Hendriksen, citado en el Comentario Matthew Henry, ‘1 Timoteo’, pp.356-357).
[2] ‘Confesaos vuestras ofensas unos a otros y orad unos por otros, para que seáis sanados. La oración eficaz del justo puede mucho’
[3] ‘Estas siempre están aprendiendo, pero nunca pueden llegar al conocimiento de la verdad’.

martes, 24 de junio de 2008

Sermón 3 (El encargo de Pablo a Timoteo)


Pasaje: 1 Timoteo 1:18-20
Tema: El encargo de Pablo a Timoteo

Introducción:

Nuevamente Pablo -después de haber expuesto acerca de la gracia de Dios en el ministerio- anima a Timoteo, su ‘hijo’ amado, a cumplir su misión de una manera digna, como buen soldado valiente de la verdad. Sus armas principales, además del poder de Dios, serán la fe y la buena conciencia. Para esto, el debe ser consciente de cómo acaban los que se apartan de la verdad y los que naufragan en la fe. Esta es una lucha que Timoteo ganará, pues la sana doctrina siempre se impondrá sobre la doctrina cancerígena de los falsos maestros.

I. El encargo le es reiterado a Timoteo (v.18a)
A. ‘Este mandamiento te encargo…’
Nuevamente Pablo le recuerda a Timoteo cual es su misión personal en Éfeso (cf.v.3). Esta misión personal, al fin, se ha convertido en un mandato, no es una elección que obedezca a estados de ánimo, ni una preferencia que él pueda determinar libremente. Su estadía responde a un mandato claro. Al fin de cuentas él es un soldado (cf. 2Tim.2:3) [1] y no debe correrse ni renegar de vocación. Su obligación es defender la sana doctrina, aunque esto le produzca ‘penalidades’.
Es un mandato (en el original griego la palabra esta dada en tono militar) si, pero un mandato que nace del amor (cf. v.5). No es un mandato forzado, sino estimulado por el amor a Dios y su obra.
B. Timoteo debe pelear la ‘buena batalla’ contra los falsos maestros.
La lucha entre el bien y el mal es dibujada como una batalla que deben librar los hijos de Dios y el sistema de las tinieblas. Esa es una figura literaria muy particular de Pablo, en sus escritos (ver 1 Tim.6:12; 2 Tim.4:7[2]; cf. Ef.6:10-17; Filp.2:25; 1Tes.5:8). En este caso particular del libro, Timoteo es animado a enfrentarse de la mejor manera (esta es una noble batalla) a los falsos maestros. Es la lucha entre la sana doctrina y las ‘doctrinas de demonios’ (vea 4:1).
Aplicación. Ningún creyente debe de mantenerse afónico, ni inactivo, frente a la labor del mal. Cada uno de nosotros somos soldados, llamados a pelear una batalla en la vida cristiana.

II. El respaldo que tiene Timoteo para este encargo (v.18b)
A. Las profecías que se hicieron en torno a él
Ya hemos visto, en las semanas pasadas, que Timoteo no está en Éfeso, ni ésta tarea, por cuenta propia. A él se le ha entregado una noble tarea a través de Pablo (vv.3, 18), por la voluntad de Jesucristo y confirmada mediante las profecías que se hicieron en torno a él. Esta expresión de Pablo puede indicar algunas profecías dadas el día de la ordenación de Timoteo (cf. 4:14) o puede ser una alusión de Hech.16:2[3]. En cualquiera de los casos, la idea es que Timoteo tiene un fuerte respaldo para su tarea, él no actúa por cuenta propia.
Timoteo no debe pensar que está solo, en la sección anterior Pablo le había hablado de la gracia de Dios, como la columna principal de su ministerio. Esa misma gracia actuaba también en Timoteo.
Aplicación. Nunca debemos de pensar estamos solos, el diablo se especializa en hacernos desanimar. El que te llamó a la misión, es el mismo que ha dicho ‘yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo’ (Mt.28:20).

III. Los recursos que deben ser empleados en el encargo (v.19a)
A. La fe.
Timoteo es animado a aferrase a la fe en esta lucha que pronto va a iniciar contra los falsos maestros de Éfeso. Ese es su principal recurso.
La ´fe’ en las EP llegó a ser un indicativo de la verdad (cf. 2 Tim.2:17, 18[4]). Timoteo debe combatir el error con la verdad, la doctrina cancerígena de los falsos maestros, con la sana doctrina del verdadero evangelio. A él se le ha encargado guardar el buen depósito=la verdad (vea 2Tim.1:14) y debe ser responsable con aquel que se lo confió[5]. De esta manera, la fe, o la verdad, se convierten en el arma más poderosa frente a la herejía de los maestros efesios y el tesoro más hermoso que Timoteo debe preservar.
B. La buena conciencia.
A diferencia de los falsos maestros, quienes tenían la ‘conciencia cauterizada’ (1 Tim.4:2) [6], Timoteo tenía que mostrar una buena conciencia (juicio moral para darse cuenta de lo bueno y lo malo; cf. Rom.2:14-15[7]) en su lucha a favor de la verdad. Sin una buena conciencia, no podría discernir la herejía de la verdad. Eso hubiese resultado fatal en la tarea que se le encomendó.
Aplicación. En la misión y en la lucha constante contra las tinieblas no debemos de olvidar que ‘las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas’ (2Cor.10:4).

IV. Los peligros al desechar estos recursos (v.19b)
A. Fracaso en la fe.
Cuando se abandona la verdad, y la conciencia es incapaz de discernir lo malo de lo bueno, lo único que puede sobrevenir en la vida cristiana es el fracaso en la fe. Pablo compara esto con un naufragio. La verdad, o la fe, es como el timón de la vida cristiana, sin ese timón lo único que se puede esperar es el naufragio. Entonces el creyente no tiene que ser sólo un buen soldado, sino también un buen marinero (Hendriksen, 1979, p.101)
B. Ejemplos del fracaso en la fe: Himeneo y Alejandro.
A continuación Pablo quiere dar unos ejemplos reales de personas que naufragaron en la fe, por haber desechado la verdad y la buena conciencia. Se mencionan a dos personas específicamente (1) Himeneo, quien es mencionado también en 2 Tim.2:17, y (2) Alejandro, posiblemente el de 2Tim. 4:14. Ellos llegaron a ser líderes entre los falsos maestros. Son una especie de dúo lamentable, cuyo ejemplo Timoteo debía observar para no caer en lo mismo (cf.1Tim.4:16, DHH: ‘Ten cuidado de ti mismo y de lo que enseñas a otros…’)
Más adelante Pablo mismo se mostraría como el ejemplo a seguir en la vida cristiana (cf.2Tim 4:7)
Aplicación. Apoyarse en nuestra propia prudencia sólo nos provoca fracasos tras fracasos, aun en la vida cristiana. No debemos de desechar los recursos que el Señor nos ha dado para vivir sabiamente y defender la sana doctrina.

V. La determinación en el cumplimiento del encargo (v.20)
A. No dudar en ‘entregar a Satanás…’ a los que no se arrepienten.
Pablo le ha mostrado un ejemplo práctico, de lo que debe hacer Timoteo, frente a un caso de herejía persistente. Esta sin duda es una medida disciplinaria, para que el hereje se dé cuenta de su error y no llegue a la apostasía. La medida era una especie de excomunión=poner fuera de comunión (Comentario Matthew Henry, p.353), expulsión de la Iglesia, mediante una sentencia dictada por la congregación bajo la dirección de los ancianos (Hendriksen, 1979, p.102). Algunos autores incluso sostienen que esto podría haber estado acompañado de sufrimientos y enfermedades corporales.
B. Este recurso tiene un propósito: ‘para que aprendan a no blasfemar’
Sin duda hay un propósito terapéutico o curativo, la esperanza es que el hereje se vuelva de sus malos caminos, no buscaba su destrucción final, porque esa prerrogativa le pertenece a Dios y no a la iglesia. Según vemos a través del autor de Hebreos (cap.12), la disciplina es una expresión del amor de Dios. También lo debe de ser de la iglesia. La iglesia, igual que Dios, debe disciplinar por amor a la persona equivocada. No hacerlo constituye el peor daño que se le puede hacer a una persona herética.
Aplicación. Como iglesia y como individuos, no debemos de temer el disciplinar ni el ser disciplinados, hacerlo permite que el hereje se vuelva de su mal camino. La disciplina tiene un propósito curativo y es la expresión de un genuino amor.

Conclusión: Después de haber visto con claridad el encargo dado a Timoteo, todos debemos de recordar que tenemos muchos ‘encargos’ en la vida cristiana, estos no podrán llevarse a cabo si no recordamos que (1) tenemos un respaldo par ello, (2) sino utilizamos los recursos adecuados para ello, (3) si olvidamos los peligros de desechar estos recursos, y (4) si no somos personas determinadas en dar pasos prácticos, en el encargo que se nos ha encomendado. Cumplir con los designios de Dios, es un mandato que todos los creyentes debemos cumplir por amor. Quien ha experimentado el amor de Dios, está presto para amarle a él con su obediencia.

Notas Finales:

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[1] ‘Tú, pues, sufre penalidades como buen soldado de Jesucristo’
[2] ‘He peleado la buena batalla, he llegado al término de la carrera, me he mantenido fiel’. El apóstol mismo ve su vida como una batalla sostenida contra el mal y los enemigos del evangelio (aquí es muy probable que este pensando también en los falsos maestros).
[3] ‘y daban buen testimonio de él los hermanos que estaban en Listra y en Iconio’
[4] ‘y su enseñanza se extiende como un cáncer. Esto es lo que sucede con Himeneo y Fileto, que se han desviado de la verdad diciendo que nuestra resurrección ya ha tenido lugar, y andan trastornando de esa manera la fe de algunos’
[5] La palabra “depósito” ‘…sugiere un tesoro encomendado a alguien para que lo custodie fielmente hasta que el dueño se lo pida’ (cf. Col 4.17)
[6] ‘de hipócritas y mentirosos, cuya conciencia está cauterizada’
[7] ‘Cuando los gentiles que no tienen la Ley hacen por naturaleza lo que es de la Ley, estos, aunque no tengan la Ley, son ley para sí mismos, mostrando la obra de la Ley escrita en sus corazones, dando testimonio su conciencia y acusándolos o defendiéndolos sus razonamientos’.

martes, 10 de junio de 2008

Sermon 2 (La gracia de Dios en el ministerio de Pablo)


Pasaje: 1 Timoteo 1:12-17
Tema: La gracia de Dios en el ministerio de Pablo

Introducción:
El apóstol, después de recordarle a Timoteo acerca de su misión personal, y el propósito de su estadía en Éfeso, ahora argumenta a favor de la gracia y la misericordia de Dios en su ministerio. Pablo tiene la intención de demostrarle que esa misma gracia y misericordia también está actuando en la vida de Timoteo para ayudarle a pelear ‘la buena batalla de la fe’ contra los falsos maestros. Veamos esta noche, como es que la gracia de Dios actuaba en el ministerio de Pablo, de Timoteo y sigue actuando en todos los creyentes en general, hecho que nos lleva a reconocer nuestra pequeñez, nuestro pecaminosidad y, consiguientemente, a dar una respuesta de adoración frente a la misericordia, la gracia y la clemencia de Dios.

I. Pablo explica acerca de su llamamiento al ministerio (vv.12-16)
A. ¿Quién lo colocó en el ministerio?
La repuesta no puede ser más categórica, es Cristo Jesús (v.12b), Señor de la obra, quien lo convocó a una posición de servicio (v.12c) para él. El apóstol reconoce a Jesús como su Señor y él se ve asimismo como su humilde servidor. La palabra ‘nuestro Señor’ tiene la intención de notificarle a Timoteo, que él también había sido convocado para el servicio en Éfeso por el mismo Señor de Pablo. Ambos son consiervos en la misma viña. Al fin Timoteo no está allí por que Pablo se lo ha rogado (v.3), sino porque Dios lo ha puesto para que sirva a sus propósitos en ese lugar.
Aplicación. No estamos en el ministerio por cuenta propia, las iglesias y las instituciones cristianas sólo reconocen el llamado de aquel que nos colocó en el ministerio.
B. ¿Por qué lo llamó al ministerio?
Cuando el apóstol intenta responder está pregunta, encuentra más bien que no hay razones positivas en él como para ser convocado al ministerio. No lo llamó por ser una persona moral, religiosa o por ser un buen ciudadano. Al contrario, él se da cuenta que había sido ‘blasfemo, perseguidor e injuriador (desenfrenado agresor de los cristianos)’ (v.13b). Cuando Pablo revisa su ‘curriculum’ encuentra que este es deficiente y que no alcanza para ser llamado al ministerio.
La expresión ‘teniéndome por fiel’ de ninguna manera representa una razón positiva que justifique el llamamiento del apóstol. Lo que él está tratando de resaltar es la presciencia y la gracia de Dios, él sabía de antemano que Pablo respondería con fidelidad al encargo que le habría de dar.
Aplicación: Los que estamos en el ministerio tenemos que reconocer que Dios no nos llamó por ser excelentes alumnos del seminario, por ser seres morales y religiosos profundos. Su llamado se debe a que vio en nosotros su misericordia y su gracia.
C. ¿Cuáles fueron los criterios que empleó el que lo llamó al ministerio?
Si el llamamiento de Pablo al servicio no se debió a merecimientos humanos, entonces ¿qué criterios utilizó el Señor? La respuesta es contundente en la pluma del apóstol: su llamado se debió únicamente y exclusivamente a la misericordia (vv.13 y 16) y a la gracia (járis) (v.14) de Dios[1]. De otra manera más bien estaría condenado por sus propias malas acciones. En 1 Cor. 15:10 el apóstol va a declarar ‘…por la gracia de Dios soy lo que soy’. Nuestro ingreso al ministerio y, en general a la vida cristiana, no tiene otra explicación. Es la gracia de Dios, no nuestras obras.
Aplicación. Somos lo que somos y estamos donde estamos, solamente por la gracia de Dios.
D. ¿Para qué lo llamó al ministerio?
Pablo presenta dos razones: (1) ‘para que Jesucristo mostrara en mí el primero toda su clemencia’ (v.16b); y (2) ‘para ejemplo de los que habrían de creer en él’ (v.16c). Si el apóstol sabía que era el más grande de los pecadores (15b), y aun así la gracia de Dios le alcanzó, también podría alcanzarle a cualquier otra persona, en la misma situación. Su vida perdonada sería un ejemplo a los demás, de lo que puede hacer la gracia, la misericordia y la clemencia[2] de Dios en la vida del pecador, a quien Dios quiere dar vida eterna. El ejemplo cobra relevancia debido a que:
…cualquier otro pecador podría estar seguro de que, por muchas y graves que fuesen sus transgresiones, nunca serían capaces de extenderse más allá de los contornos que el esbozo de la gracia de Dios en Pablo presenta (Comentario Matthew Henry, p.351).

Si el era el más grande de los pecadores, entonces también iba a necesitar ´toda la clemencia’ (el total de la clemencia) de Jesucristo. En Romanos 5:20 Pablo va a declarar que ‘…cuando el pecado abundó, sobreabundó la gracia’. Su pecado creció enormemente, pero la gracia de Dios fue mucho mayor para cubrir y perdonar esos pecados.
Aplicación. Dios siempre tiene un propósito en todo lo que hace, ¿te has puesto a pensar para qué el Señor te ha llamado, a la posición de liderazgo en la que te encuentras?

II. Reacciones frente al llamamiento y la gracia de Dios (vv.15, 17)
El haber sido llamado inmerecidamente (sólo por gracia) al ministerio de su Señor, producen dos sensaciones en la vida de Pablo:
A. Sentirse ‘el peor pecador de todos’ (v.15ff, BLS).
Pablo no se coloca en esta condición según el tiempo (el primero fue Adán), sino en categoría (el más grande de todos). Frente al espejo de la gracia de Dios, el apóstol se descubre, se ve tal cual es. ¡Esa es la reacción de todo pecador perdonado frente a la realidad del amor incondicional de Dios!
Con respecto a su condición de pecador, no escribe ‘yo era’, sino ‘yo soy’ el se ve como un pecador que constantemente es perdonado por gracia. Debemos resaltar aquí la humildad del apóstol, con justa razón podríamos declarar que él ha sido una de las personas mas santas en toda la historia de la iglesia, sin embargo, cuando se trata de merecimientos y títulos, se coloca al final de la cola (cf. 1 Cor. 15:9[3]), pero cuando se trata de recibir deméritos y vergüenzas, se coloca en primer lugar.
¡Cuanto nos gustaría que los auto-denominados apóstoles de hoy –también otros cientos de líderes que trabajan en el ministerio cristiano- tengan esta misma actitud de humildad!
Aplicación. ¿Qué imagen recibes cuando te ves en el espejo de la gracia de Dios?
B. Rendirse en adoración al Señor que lo salvó, llamó y amó a pesar de sus pecados (v.17).
Tanto amor inmerecido solo nos puede llevar a adorar a quien nos lo dio. Cierta vez lo había hecho la mujer adultera, ella lavó los pies del Señor con lágrimas y los seco con sus cabellos. Cuando Simón el fariseo pone en duda a Jesús como profeta, él le cuenta una parábola y al final le hace esta pregunta (Lc.7:44b-48):
…¿Ves esta mujer? Entré en tu casa y no me diste agua para mis pies; pero ella ha regado mis pies con lágrimas y los ha secado con sus cabellos. No me diste beso; pero ella, desde que entré, no ha cesado de besar mis pies. No ungiste mi cabeza con aceite; pero ella ha ungido con perfume mis pies. Por lo cual te digo que sus muchos pecados le son perdonados, porque amó mucho; pero aquel a quien se le perdona poco, poco ama.
Y a ella le dijo: —Tus pecados te son perdonados.

Es la misma ruta la que toma el apóstol, si él había sido el más grande de los pecadores, eso lo colocaba frente a una deuda mucho mayor. Él había consagrado su vida para ser ofrenda de olor fragante a aquel que perdonó todos sus pecados. Se rindió a sus pies tratando de agradecer con su servicio por el perdón apoderado en su vida. Su cántico expresado en el v.17 –a manera de doxología- expresa su gratitud.
La gracia que él había experimentado, podía ser experimentada en todos los tiempos (Rey de los siglos=eterno) por todos los pecadores arrepentidos, nunca se acabaría (puesto que Dios es inmortal), se puede recibir por fe (Dios es invisible), sólo en Dios se puede encontrarla (es único), por lo tanto, si su gracia es eterna, hay que darle honor ‘por los siglos de los siglos…’ Aun después de esta vida terrenal, tendremos la oportunidad de darle gracias a Dios por su obra en nosotros. La vida eterna es para adorarle y darle gracias por su gracia. Amén.
Aplicación. La adoración es la respuesta de un corazón arrepentido, que sabe ha sido perdonado inmerecidamente por su creador a pesar de la multitud de sus pecados.

Conclusión:
Estimados hermanos, nunca debemos de olvidar quien nos llamó, quien nos ha dado fuerzas para el servicio, quien nos tuvo por fiel por adelantado, quien llevó nuestras culpas por su gracia, su misericordia y su clemencia. Al sabernos pecadores y ver su perdón en nosotros, sólo nos queda adorar a nuestro gran Dios. Ese es el tipo de vida agradecida que debemos de llevar.


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Notas finales:
[1] Pablo entiende la gracia como un regalo otorgado por pura benevolencia, no por merecimientos.
[2] W. Hendriksen (1979, p.97) aclara que la ‘Clemencia expresa la paciencia divina hacia las personas, en virtud de la cual se detiene la ira, el pecador es perdonado y se le muestra misericordia’.
[3] ‘Yo soy el más pequeño de los apóstoles, y no soy digno de ser llamado apóstol, porque perseguí a la iglesia de Dios’

Sermón 1


SERMONES EN BASE A LA EPISTOLA DE 1 TIMOTEO

Introducción
Sin duda el tema central del pasaje (1 Tim. 1:3-11), es la instrucción que Pablo da a Timoteo en torno a la sana doctrina frente a las herejías de los falsos maestros de Éfeso.

Aspectos preliminares de la Carta (vv.1-3a)
1 de Timoteo es parte de las llamadas ‘Epístolas Pastorales’[1] (conformado por 1, 2 Timoteo y Tito) y guarda mucha similitud con Tito.

Autor (remitente): Aunque los académicos modernos cuestionan mucho la autoría de Pablo, respecto a 1 Timoteo, y en general de todas las EP, él mismo apóstol declara ser el autor de la carta en el primer versículo. Esta formula (‘Pablo, apóstol de Jesucristo…’, v.1a) es muy común en todas las cartas de Pablo.

Destinatario: La carta está dirigida ‘…a Timoteo’ (v.1b), quien había sido enviado a Éfeso por el apóstol Pablo, con la tarea específica de detener a los falsos maestros y la herejía que ellos estaban difuminando entre los creyentes de la iglesia de esa ciudad. Esto lo va a lograr enseñando la sana doctrina y constituyendo diáconos y obispos en Éfeso.
Timoteo posiblemente fue convertido por el propio apóstol en su primer viaje misionero. Era hijo de padre griego gentil y de madre judía devota.

Ciudad: El v.3 declara ‘…que te quedaras en Éfeso’. Esta ciudad era muy conocida por el templo a la diosa Diana efesia (nombre latín) o Artemisa (nombre griego).

Estructura del pasaje principal (vv.3-11)

I. La misión de Timoteo (vv.3-5)
A. La misión de Timoteo había surgido de la preocupación pastoral del apóstol, por la comunidad de creyentes en Éfeso (vv.3, 5).
Pablo había estado de paso por esta ciudad (Hch. 18:19-21), cuando regresó, encontró personas que habían creído el mensaje de Juan el Bautista (cf. Hch. 19:1-7). Pablo les había guiado hacia el evangelio de Jesucristo y se había quedado allí ‘por espacio de tres meses, discutiendo y persuadiendo acerca del reino de Dios’ (v.8b) y luego por dos años mas (v.10). Sin duda había un amor especial y una profunda preocupación pastoral de parte del apóstol por la iglesia de Éfeso (cf. Gá.4:19)[2].
En el v.5 Pablo les aclara que el mandamiento de apartarse de los falsos maestros y sus enseñanzas, era el producto del amor y la preocupación que él sentía por sus ‘hijos en la fe’. El amor del pastor se expresa en el cuidado y el crecimiento espiritual del creyente bajo su cobertura.
La inicial lección pastoral en la primera de las Epístolas Pastorales, es el amor y la preocupación del pastor por su iglesia. Pablo desea que Timoteo, a quien ha encargado este hermoso rebaño, aprenda una de las más grandes lecciones que todo pastor debe tener presente: el amor por las personas y sus necesidades. Ahora, no es que Pablo solamente esté preocupado por las necesidades espirituales de los creyentes en Éfeso, mas adelante también le veremos interesado por las necesidades materiales de las viudas (cap. 5).
Aplicación: Si un pastor no ama el rebaño que se le ha encargado, lo descuidará y dejará que los lobos lo devoren. Este tipo de pastor es llamado asalariado por Jesús (cf. Jn. 10:13), no tienen ningún amor por el rebaño y lo abandona cuando ve venir el lobo.
B. Aquí Pablo le recuerda a Timoteo cual había sido el motivo para el cual él ha sido enviado a Éfeso.
El apóstol le recuerda a Timoteo el propósito por el cual él está allí presente: ‘[Te envié]…para que mandaras a algunos que no enseñen diferente doctrina’, y luego, ‘… así te encargo ahora’ (vv.3-4). Los lobos habían empezado a asolar el rebaño y Pablo no quiere cruzarse de brazos. Encuentra la dificultad que él mismo no puede ir a pelear ‘la buena batalla de la fe’ (6:12), pero ve en Timoteo a la persona ideal para hacerlo. Sin duda Pablo es una persona que empodera, delega y encarga, y a la vez que cree en esas personas. El mismo no se propone hacer todo ni ser todo en la obra. Frente a la amenaza de la herejía, no había lugar para personalismos. La obra del Señor estaba primera. Del otro lado, Timoteo procura permanecer en Éfeso, no de manera pasiva (dejando que pase el tiempo), sino que lo hace resistiendo y combatiendo contra los falsos maestros. De esto podemos aprender que la mejor manera de responder a la confianza, es la responsabilidad.
Aplicación. Los que nos dedicamos al ministerio, ¿cuál es nuestra respuesta frente a la obra que nos han encargado?, ¿es igual de diligente y responsable como la de Timoteo?

II. La herejía y los falsos maestros (vv.3-7, 10b)
A. La naturaleza de la herejía
Los falsos maestros habían introducido una ‘diferente doctrina’ (heterodidaskaléin, v.3) entre los creyentes de Éfeso. Lo peor de todo, sin embargo, es que habían personas dispuestas a ‘prestar atención’ (v.4) a las herejías de estos falsos maestros. El gran problema con las doctrinas falsas radica en el hecho de que hay personas dispuestas a consumirlas. Más adelante Pablo va a calificar a estos individuos como personas que tienen ‘comezón de oír’ (2 Tim.4:3b) [3].
Algunos contenidos de las falsas doctrinas mencionadas en esta sección, eran (i) cuentos (v.4a, DHH. Cf.4.7), y (ii) ‘interminables listas de sus antepasados’ (v.4b, BLS). Pablo está segurísimo que lo único que logran las doctrinas falsas son las estériles disputas (ekzetéseis, Pablo utiliza despectivamente esta palabra griega). Lo que el creyente debe buscar es su crecimiento espiritual y su edificación personal (v.4c) por medio de la Palabra de Dios.
Estas diferentes doctrinas, son ‘doctrinas de demonios’ (4:1b), son cancerígenas pues matan y corroen. Son contrarias a la ‘sana doctrina’ (v.10b; Pablo enfatiza este término en las epístolas pastorales).
Aplicación. Como creyentes dependientes de la Palabra de Dios, no debemos sucumbir a la ‘picazón’ de querer oír cosas novedosas ni a disputar en torno a ellas. Hemos sido llamados para seguir la sana doctrina, no la cancerígena que destruye vidas.
B. La naturaleza de los falsos maestros
Los falsos maestros no eran extraños que habían venido fuera de la iglesia de Éfeso. Pablo da a entender que estos habían salido en medio de ellos, solo que se habían desviado y se habían perdido en ‘inútiles discusiones’ (v.6, DHH). Tenían la pretensión de ‘ser doctores de la Ley’ (v.7a). El problema era que ni siquiera entendían lo que hablaban ni lo que defendían y enseñaban con tanta seguridad (v.7b). Pablo utiliza una ironía muy fina al referirse a ellos, era como decirles, ¡quieren ser expertos profesores de gramáticas sin ni siquiera saber las letras del alfabeto! La motivación que tenían para esto, era el protagonismo, eran verdaderos ‘figuretis’ del evangelio. Se sabe que los doctores de la ley o escribas, eran muy respetados en el mundo judío por su conocimiento bíblico. ¿Tal vez reclamaban ese respeto para si? Es probable que estuvieran tras la búsqueda del poder y la fama.
Aplicación. Los que hemos sido llamados al ministerio, no debemos de olvidar que Dios nos ha llamado al servicio, no al protagonismo, no a acumular títulos ministeriales, ni a la sed desmedida del poder.

III. La misión de la Ley y la sana doctrina (vv.8-11)
A. La naturaleza de la Ley

Si bien es cierto que Pablo condena a estos falsos maestros que quieren ser reconocidos como ‘maestros de la Ley’, no se propone descalificar a la Ley en sí misma. Por eso va a escribir: ‘sabemos que la Ley es buena’ (v.8a), pero aclara que ésta se puede degenerar debido a su mal uso (v.8b). Es lo mismo que hacen hoy los falsos maestros, tratando de ser grandes conocedores de la Biblia, poseedores de los cinco ministerios, fallan al presentar con fidelidad la Palabra de Dios. Lo bueno se convierte en malo en sus manos.
Aplicación. ¿Somos fieles al momento de presentar la Palabra de Dios?
B. El rol de la Ley
La misión de la Ley -según Pablo en esta carta- es notificar a los injustos (‘la Ley no fue dada para el justo’, v.9b) acerca de su pecado y motivarles a que abandonen su vida pecaminosa (cf. Ro.7:7b) [4]. El apóstol menciona 14 tipos de transgresores de la ley, agrupados en 4 pares y seis individuales (vv.9-10). Ellos son (a) transgresores y desobedientes, (b) impíos y pecadores, (c) los irreverentes y profanos, (d) los parricidas y matricidas, (e) los homicidas, (f) los fornicarios, (g) los sodomitas, (h) los secuestradores, (i) los mentirosos y, (j) perjuros. Esta lista de pecados sigue en parte el orden de los diez mandamientos, sobre todo los que tienen que ver con las relaciones humanas.
C. El rol de la sana doctrina
Pablo menciona que, la lista de catorce pecados mencionados anteriormente, son lo opuesto a la sana doctrina. La palabra ‘sana’ denota cosas saludables, eso es lo que él desea para sus ‘hijitos’ de Éfeso. Recordemos el amor del apóstol, amar es desear el bien de los demás. La sana doctrina es parte del ‘glorioso evangelio del Dios bienaventurado’ (v.11a), que había sido encargado a Pablo (esta era la misión de Pablo) y que él, a su vez, había encargado a Timoteo[5].
La misión de la Palabra de Dios, es proveer salud, crecimiento, una sana conciencia y una vida agradable ante los ojos de Dios. Las ‘doctrinas de demonios’, de los falsos maestros son la antítesis de la sana doctrina (producían el efecto contrario).
Aplicación: Como creyentes estamos llamados a seguir la sana doctrina y no sucumbir a la ‘picazón’ de querer oír doctrinas novedosas y espectaculares que capturan con facilidad nuestra atención. El evangelio es salud, las falsas doctrinas destruyen lentamente la vida del creyente.

Conclusión final:
Estimados hermanos, siempre ha habido el peligro de deslizarnos en la vida cristiana por causa de las enseñanzas de falsos maestros que tiene apariencia de piedad (2 Tim.3:5). Algunos creyentes en Éfeso cayeron en su trampa mortal, porque pensaron que por ser parte de ellos mismos (los falsos maestros no llegaron de afuera, salieron de ellos mismos), hablaban conforme al evangelio de Dios. ¡Qué difícil resulta identificar al engañador que tiene apariencia de piedad y que habita entre nosotros! No todo lo que se dice ser evangélico lo es, hoy mismo circulan por el mundo falsos maestros, pero no tenemos conciencia de esto porque los vemos en medios de comunicación ‘evangélicos’, escriben libros ‘evangélicos’ y predican mensajes ‘evangélicos. Sólo el Espíritu Santo, por medio de la Palabra de Dios, nos podrá ayudar a discernir, identificarlos y vivir según la sana doctrina.
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Notas finales:
[1] Nombre que se le ha dado, en virtud a los principios para el cuidado pastoral de la iglesia y las cualidades exigidas a los ministros, registrados en estas tres cartas.
[2] Esto se puede inferir a partir de su amor expresado hacia los gálatas. A ellos les escribió en estos términos: ‘Hijitos míos, por quienes vuelvo a sufrir dolores de parto, hasta que Cristo sea formado en vosotros’
[3] ’Porque va a llegar el tiempo en que la gente no soportará la sana enseñanza; más bien, según sus propios caprichos, se buscarán un montón de maestros que solo les enseñen lo que ellos quieran oír’
[4] Esto se ve en la misma vida del apóstol. ’…Pero yo no conocí el pecado sino por la Ley; y tampoco conocería la codicia, si la Ley no dijera: «No codiciarás».’
[5] Timoteo también tendrá que hacerlo con otros: ‘Lo que has oído de mí ante muchos testigos, esto encarga a hombres fieles que sean idóneos para enseñar también a otros’ (vea 2 Tim.2:2).

viernes, 2 de mayo de 2008

Religión y Política en el Perú IV


LA PARTICIPACIÓN DE LOS EVANGÉLICOS EN EL INFORME FINAL DE LA CVR


Introducción
Durante los funestos años de los enfrentamientos armados entre los movimientos terroristas y el Estado peruano, los evangélicos no estuvieron en la periferia de los conflictos, estos pagaron algunas facturas ajenas frente a la violencia terrorista, nunca se mantuvieron indiferentes a la problemática, que tal lucha comportaba y la enfrentaron con creatividad, valor y, sobre todo, con mucha esperanza y fe. Las comunidades evangélicas rurales nunca fueron amedrentadas por las hordas terroristas, al punto de producir entre ellas, una huida masiva de pastores y feligreses, por el contrario, su accionar fue decisivo para (1) proveer una pastoral de consolación, no sólo a sus fieles, sino a todos los comuneros, de manera inclusiva; y, (2) ayudar en la derrota de la violencia terrorista, mediante la conformación de Comités de Autodefensa. Con el informe de la CVR, por fin se expone con justicia cual ha sido el rol de las iglesias evangélicas durante la época aciaga del terrorismo.

Antecedentes de la CVR (Comisión de la Verdad y la Reconciliación)
El 04 de junio del 2001, el presidente del gobierno de transición democrática, don Valentín Paniagua Corazao[1], creó el Grupo de Trabajo Interinstitucional, con la finalidad de crear mas adelante lo que se denominaría la Comisión de la Verdad (CV), mediante Decreto Supremo N° 065-2001-PCM. En dicha comisión estarían representadas las siguientes instituciones peruanas: Ministerio de Justicia, Interior, Defensa, Promoción de la Mujer y del Desarrollo Humano, la Defensoría del Pueblo, la Conferencia Episcopal Peruana, el Concilio Nacional Evangélico del Perú y la Coordinadora Nacional de Derechos Humanos (‘Introducción’ en el Informe Final CVR, p.22).

La Comisión de la Verdad (CV) entonces recibe su partida de nacimiento, ‘con la finalidad de esclarecer la naturaleza del proceso y los hechos del conflicto armado interno que vivió el país, así como determinar las responsabilidades derivadas de las múltiples violaciones de los derechos fundamentales…’ (ibíd., p.19). Durante el periodo gubernamental del presidente Alejandro Toledo (2001-2006), lo que hasta ese momento era la Comisión de la Verdad fue ampliada y reorientada a la labor reconciliatoria, entonces, la comisión no sólo debería mostrarnos la verdad, sino que, a partir de esta, debería intentar una reconciliación entre todos los peruanos. De ahí en adelante se le denominaría la Comisión de la Verdad y la Reconciliación (CVR). Fue creada el 4 de septiembre, mediante el Decreto Supremo N°101-2001-PCM.

La comisión no debía de minimizar, ni mucho menos ocultar los actos delictivos, aun si este viniera del mismo Estado[2]. Su motivación, tal como se menciona en el IF, descansaba sobre la base de la defensa de la persona y el respeto de su dignidad (ibíd.). Por eso, la CVR no debía ni ocultar ni negar los actos delictivos viniera de donde viniera, tenía que ser honesta y fiel a su vocación. El trabajo de la CVR ponía en ejercicio el derecho de los peruanos a conocer su pasado por más indigno que este fuera. La vergüenza del pasado sería un hito para saber cuales son los límites que la sociedad peruana no debe transgredir ni dejar que esta recurra en su historia. A partir de este informe, todos miraríamos tanto el pasado como el futuro, de manera diferente. Los peruanos entendimos que nada puede estar por encima de la persona humana, que los proyectos políticos son viables en tanto mejoren la calidad de vida de los individuos, no que lo destruyan.


Partes que aluden a la actuación de los evangélicos en el Informe Final de la CVR
Nos estamos refiriendo fundamentalmente a dos apartados, muy importantes en el documento final producido por la CVR, que ayudan al entendimiento de la participación de los evangélicos en las dos décadas que se propuso investigar la comisión. Ellos son, el tomo III, apartado 3.3, correspondiente a ‘Las organizaciones sociales’, en la que se recoge cual fue la actuación de los dos grupos religiosos mayoritarios (tanto la iglesia católica como la evangélica) y de que manera estuvieron involucradas y afectadas durante la época que duró la violencia terrorista en el Perú. A las iglesias evangélicas se les dedica el punto 3.3.2 del IF, con un total de 26 páginas (pp.464-490). Ahí se registra el accionar de las iglesias evangélicas rurales, urbanas y algunas instituciones para-eclesiásticas; frente a la violencia de los grupos terroristas y del estado peruano. También es digno de mencionarse el tomo VII, sección 2.10, con un total de 9 páginas (pp.89-97) correspondiente a las ‘Ejecuciones extrajudiciales de creyentes evangélicos en Callqui’, ocurrido el 01 de Agosto de 1984, en la ciudad de Ayacucho; donde fueron asesinados seis jóvenes de la iglesia evangélica Presbiteriana de Callqui, a manos de la Marina y al mando del funesto Capitán de Corbeta AP, Álvaro Artaza Adrianzén.

Resistencia, consolación e indiferencia
Con estas palabras Alfonso Wieland[3] (‘Resistencia, consolación e indiferencia’, publicado en www.idl.org.pe/idlrev/revistas/159/159awieland.pdf) plasma inequívocamente la realidad de las iglesias evangélicas rurales, en su lucha por resistir el embate virulento de los grupos terroristas y de las fuerzas armadas en el Perú, durante las dos últimas décadas del milenio.

Resistencia
La forma tan heroica como las comunidades cristianas evangélicas resistieron la subversión, no nos sorprende ni asombra, puesto que esta siempre ha sido una marca indeleble en su historia, la historia de la iglesia. Los mártires modernos de la historia de la iglesia en el Perú, nos han demostrado que han sido fieles a su valiente herencia, que ha adornado y perfumado la historia, con el sacrificio gozoso de su martirio. No hay diferencia entre aquellos valerosos cristianos de los primeros siglos que se entregaron a la hoguera, o a la boca de las fieras, en la caliente arena del coliseo romano o ante las formas de sacrificio más inverosímiles que la mente humana haya imaginado; y los cristianos evangélicos masacrados cruelmente por la violencia armada del terrorismo o del ejercito peruano.

En su IF (apartado 3.3.2), la CVR destaca cual ha sido la respuesta de los pastores evangélicos rurales, al terrorismo de estado: ‘El accionar de las fuerzas del orden, aunque probablemente sin seguir un patrón político especial contra las iglesias, no provoco una huida masiva de pastores’ (p.465). Sin embargo, la respuesta no solamente fue la resistencia, sino también la denuncia profética contra el sistema, con todos los rigores que esto implicaba. Más adelante el IF (ibíd.) señala:
La comunidad evangélica denunció no solo los actos de terror de los grupos subversivos, sino también de otros actores como miembros de las Fuerzas Armadas y en su momento algunos Comités de Defensa Civil, que mimetizaron discursos y prácticas de terror y muerte. Denunciar a estos actores que tenían el control total de la zona, significaba exponerse a posibles desapariciones o muertes, como efectivamente sucedió con miembros de la comunidad. Expresan, sin embargo, que ello significó recuperar un sentido de ciudadanía, de sujetos de derechos.

Aun cuando la resistencia de estos valerosos creyentes puede ponernos orgullosos también a los evangélicos de la ciudad, no debemos de olvidar que esta fue una expresión sólo de las iglesias rurales de la sierra y de la selva peruana. Tal como lo veremos más adelante, la mayoría de las iglesias urbanas e instituciones para-eclesiásticas, permanecieron indiferentes frente a la situación de los evangélicos olvidados, y atrapados entre dos fuegos. El IF es muy claro al momento de graficar esto (ibíd.):
Las acciones de resistencia se dieron, particularmente, por parte de pequeñas comunidades cristianas pobres ubicadas en la serranía y la selva peruana. Las iglesias fueron en muchas comunidades rurales las únicas organizaciones sociales que no se disolvieron, sino que resistieron y quedaron en pie.

La resistencia evangélica rural no dudo en enfrentarse a SL, al MRTA y al Ejército Peruano, respectivamente. Las amenazas beligerantes de SL y sus calificativos ignominiosos de ser ‘el opio del pueblo’ y el consiguiente chantaje de su exterminio, no lograron paralizar a los valerosos evangélicos ni a sus iglesias. Los evangélicos se tornaron en un obstáculo indeseable para los proyectos revolucionarios de SL (p.468). De esta manera, para la subversión, llegaron a ser los ‘yana umas’ (cabezas negras)[4], enemigos declarados de SL. Lejos de reconocer la importante labor de los protestantes (tal como lo había hecho en su momento Mariátegui) en el desarrollo de los pueblos, SL los vio como agentes de la alienación capitalista y por lo tanto una enorme roca a remover en su camino a la revolución (pp.468-469). El IF señala algunos casos específicos de amenaza/resistencia/masacre en los poblados rurales de la serranía y selva peruana. Así podemos encontrar, por ejemplo, los casos de las siguientes comunidades:

(1) Ccano y Santa Rosa. De la comunidad de Ccano, el IF (p.469) va a relatar:
En Ccano, cuya población era mayoritariamente evangélica, el PCP-SL incursionó en 1991 en la Iglesia Pentecostal, descargando ráfagas de metralleta al interior del templo; «luego ingresaron y remataron a golpes a los agonizantes. No contentos con ello rociaron los cuerpos y el local con gasolina y les prendieron fuego. Entre las víctimas se encontraban niños, mujeres, ancianos y jóvenes» (Del Pino: 163). Los ronderos de Ccano eran los más odiados por el PCP-SL por su alto grado de organización.

El resultado de esta incursión, fue la valerosa muerte de 31 evangélicos, cuyas vidas forjadas en la fe, adornaron y alumbraron el cielo de La Mar, ese día. Sus historias quedarían por siempre registradas en los ignorados registros de los evangélicos rurales del Perú, durante las décadas de terror y la violencia subversiva. Esto sucedió el mes de Febrero de 1990.

En Santa Rosa la descripción de los hechos es igual de violenta (Del Pino, 1996, p.163, citado en el IF de la CVR, pp.469-470):
En la comunidad de Santa Rosa el 27 del mismo mes (julio de 1984) unos 60 senderistas… portando metralletas, pistolas y escopetas se dirigieron a la iglesia, la rodearon y desde la puerta lanzaron petardos de dinamita y dispararon ráfagas contra los evangélicos que oraban en su interior. Antes de retirarse dejaron un cartel que rezaba: así mueren las mesnadas traidoras del pueblo. El ataque dejó seis evangélicos y un católico muerto, además de siete heridos, entre ellos Alfredo Vásquez, pastor de la iglesia, quien habría respondido en voz alta a los lemas senderistas: Nosotros servimos a Dios, no queremos dos patrones.

(2) Callqui (Huanta, Ayacucho), donde murieron 6 jóvenes durante un culto de oración de una iglesia Presbiteriana. El ataque fue dirigido por los agentes de Marina, al mando del tristemente recordado Capitán de Corbeta AP, Álvaro Artaza Adrianzén. Esto sucedió el 1 de Agosto de 1984.

(3) Toronto (Huanta, Ayacucho), aquí fueron sacrificadas la vida de 6 valerosos cristianos evangélicos, cuyas sangres derramadas fueron verdaderos ‘sacrificios vivos’ delante de la presencia de Dios. La incursión fue durante un culto de adoración, celebrado en la iglesia Presbiteriana del lugar, a manos de SL, en el mes de octubre de 1986.

(4) Conayre (Huanta, Ayacucho), donde murieron 25 fieles pentecostales de las Asambleas de Dios del Perú. La incursión se dio durante un ayuno que había programado la iglesia local. Fueron aniquilados a manos de SL, en el mes febrero de 1989.

Además de estos asesinatos colectivos en templos evangélicos, hubo también muertes individuales de creyentes en las incursiones violentistas de SL a sus comunidades. El IF de la CVR recoge un cuadro elaborado por Hinojosa (1995, p.47), que a continuación presentamos:
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Fecha Comunidad Ubicación Asesinados Responsables
Total Evangélicos
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Octubre 89 Sallalli Vinchos-Ayacucho 9 7 (Presbiteriano) SL
Enero 90 Acos-Vinchos Huamanga-Ayacucho 13 13 (Pentecostal) SL
Enero 91 Ccarhuahuarán Huanta-Ayacucho 22 9 (Asambleas de Dios) SL
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Sin duda, la violencia terrorista contra los evangélicos, también fue el resultado de la negativa de estos a apoyar la causa revolucionaria. Los evangélicos habían llegado a entender que, ‘la ideología senderista va en contra de sus principios cristianos’ (p.469), eso explicaba su censura y oposición al proyecto sangriento de los grupos terroristas. Entre la vida cómoda y el sacrificio violento -pero siendo fieles a sus convicciones- estaban resueltos y orientados hacia lo último. La vida no tenía sentido ni merecía ser vivida si fallaban en el momento más álgido de sus vidas: la prueba de su fe. Se hicieron fuertes en la debilidad, asumieron e interpretaron las vicisitudes vividas como parte de la voluntad de Dios, como el camino que su Dios había diseñado en su voluntad para sacarlos de este mundo y aproximarlos a su eterna presencia. Su muerte era la factura de la fidelidad al Dios único, ninguna ideología por más justa que se presentase, ni ningún sistema o personaje, podía robar el lugar preferencial y único del Dios celoso que no comparte con otro su Gloria.

La iglesia no solamente tuvo que resistir y exhibir su fe con dignidad, frente a los dos grupos terroristas (SL y MRTA) sino también frente al EP y algunas veces ante Comités de Autodefensa, quienes ‘comenzaron a adoptar los discursos y las formas de acción de los militares…’ (p.474), siendo denunciados por parte de los pastores, por los atropellos que estos cometían. El resultado de esta valiente denuncia fue la muerte del pastor Aurelio Mozombite del poblado de Quimbiri, Cuzco. El IF describe en estos términos, este lamentable hecho (ibíd.): ‘Ante sus constantes prédicas en contra de este nuevo tipo de violencia, los ronderos optaron por amenazar abiertamente de muerte al Pastor y su familia, amenaza que finalmente se cumplió’. Si hay algo que puede caracterizar a las iglesias evangélicas rurales, en esta época, es su fe, valor y coraje. Estas cosas la llevaron a resistir valientemente, pues ellos:
… no se dejaron apabullar por los discursos ni por las prácticas del PCP-SL, el terror no los paralizó y con la cautela del caso continuaron con sus prácticas de fe, en medio de acciones terroristas del PCP-SL y los abusos que miembros del Ejército cometían, tales como ejecuciones y desapariciones de ciudadanos acusados de «soplones» o «colaboradores» (p.477)

La resistencia tuvo secuelas directamente entre los pastores evangélicos, por eso:
Entre el año 1983 y 1984 fueron asesinados en Ayacucho 12 pastores evangélicos de zonas rurales, principalmente de la Iglesia Presbiteriana y de la Iglesia Pentecostal del Perú, que eran las congregaciones evangélicas más extendidas en la zona. Se presume que fueron victimados por el PCP-SL porque muchos de ellos eran autoridades locales y se opusieron a la prédica terrorista en forma rotunda (IF, p.470).

En general, la resistencia evangélica dejó un total de 529 creyentes, entre pastores y fieles, según un cálculo hecho por el CONEP[5] y consignado en el IF de la CVR (cf. p.467).

No obstante todo lo descrito anteriormente, no podemos concluir que la resistencia fue solamente en términos de valentía para asimilar el martirio y para proferir su denuncia profética; hubo, juntamente con esto, una respuesta espiritual, hermenéutica, apologética y el compromiso social de la iglesia. De esa manera podemos encontrar: (1) la respuesta espiritual, que se implementó mediante las jornadas de oración, ayuno, vigilias y estudios bíblicos (cf. p.478); (2) lo hermenéutico, que se evidenció en el hecho de interpretar creativamente la situación que estaban viviendo[6]; (3) la respuesta apologética, la que se tradujo en estudios ‘sobre la justicia, la conversión, el pecado y el significado de la violencia para los cristianos’ (ibíd.) y, finalmente; (4) las prédicas sobre ‘la responsabilidad social del creyente’ (ibíd.) y su compromiso frente a la situación de los enlutados y sus comunidades devastadas.

Entre las iglesias urbanas la resistencia se evidenció en la tarea de asistir a los desplazados y enlutados; tanto como la defensa jurídica de los injustamente encarcelados. Muchos evangélicos fueron blanco de acusaciones falsas por parte de terroristas ‘arrepentidos’, quienes por la presión de ser liberados de cargos y/o recibir beneficios de la llamada ‘ley de arrepentimiento’, terminaban incriminando a quien se le cruzaba en el camino. Tal fue el caso de Juan Abelardo Mallea Tomailla, miembro de la Iglesia Alianza Cristiana y Misionera de Comas, detenido injustamente el 10 de Julio de 1993, después de realizar un servicio de taxi a un vecino terrorista, a insistencia de este. Juan nunca supo a que se dedicaba su vecino. Fue presentado injustamente como la persona que había elaborado los planos que permitieron la ubicación de los restos de los alumnos y el profesor de la Cantuta. El papel que jugo aquí el CONEP mediante la conformación de la Comisión Paz y Esperanza (COMPAZES), que más adelante devendría en la Asociación Paz y Esperanza, sería fundamental para la liberación de Juan Mallea.

Consolación
Como resultado de las experiencias vividas, ‘una respuesta creativa al problema de la violencia’ (p.465) se gestó al interior de las comunidades evangélicas. Frente a la ausencia de solidaridad de las iglesias urbanas, las iglesias de la serranía y la selva peruana desarrollaron ‘una pastoral de consolación…’ que nació como un esfuerzo loable de las iglesias nativas y:
…constituyó una respuesta a miles de personas desesperanzadas que vivían entre dos fuegos. La consolación se convirtió en solidaridad concreta con las viudas, huérfanos, desplazados, los presos, abriendo sus templos como casas temporales de refugio, proveyendo alimentos y ropa, conectándolos con organizaciones humanitarias como la Cruz Roja y organismos de derechos humanos (p.466).

Esta pastoral de consolación fue una lucha paralela, a la desarrollada por la subversión y el Estado. Fue una reacción positiva ‘para acompañar a su comunidad religiosa y a sus vecinos en el dolor de la vida diaria, para promover la esperanza en medio de la desesperanza y, para mostrar una moral superior.’ (p.475)

Por increíble que parezca, las iglesias evangélicas rurales actuaron como comunidades pastorales, terapéuticas y de consolación; no solo para sus fieles y otras personas de su comunidad, sino también con los mismos terroristas, quienes arrepentidos venían a pedirles oración por sus vidas y a entregarse a la fe evangélica. El IF reconoce con justicia la labor de evangélicos en este sentido: ‘muchos de los subversivos, quienes de niños habían participado en las iglesias evangélicas de sus padres, abrazaban la fe y dejaban las armas’ (p.477). En algunos casos los padres de algunos terroristas jóvenes del MRTA pedían oraciones por sus hijos enrolados en la subversión. El IF retrata de manera muy gráfica este hecho:
Con la población jugaron un rol de contención emocional, eran referentes en las comunidades de consuelo, de esperanza, de protección, inclusive para familiares de jóvenes que se habían enrolado en el MRTA, que no profesando la fe evangélica, pedían a los pastores que intercedan ante Dios por sus hijos o hijas, que «andaban por los montes», expuestos a «mil peligros» (p.478).

En algunos casos SL permitió los cultos evangélicos por ‘estrategia’ y conveniencia y no por convicción. Tal fue el caso de la zona del Alto Huallaga. Aquí el IF relata:
…permitió, bajo un severo control, la continuidad de las actividades religiosas de las iglesias evangélicas, como parte de un recurso táctico militar y político. Adoptaron esta estrategia porque los grupos subversivos percibieron que la iglesia jugaba un rol de soporte emocional y de esperanza, constituyéndose en una especie de muro de contención para posibles migraciones, que se comenzaron a generar como consecuencia de los enfrentamientos armados entre el Ejército y ellos mismos. Implícitamente este hecho les daba seguridad de seguir contando con «zonas liberadas», aunque en ellas la población se sintiese cautiva.

Aquí también fue importante la respuesta del CONEP, mediante la conformación de COMPAZES (Comisión Paz y Esperanza), quien proveyó asistencia jurídica, emocional y pastoral a los creyentes y los desplazados[7]. El IF menciona, ‘En ciertas ocasiones, en Ayacucho, solo la Cruz Roja y el CONEP estaban presentes para auxiliar a las víctimas’ (p.483).

Indiferencia
Los evangélicos de las zonas rurales, donde la lucha terrorista estaba presente, no sólo se quedaron prácticamente solos, sino que fueron abusados por las Fuerzas Armadas, quienes se suponían que deberían protegerles. El terror infundido por el EP, en muchos casos, fue más cruel que el de las hordas terroristas. Esto se ve en el hecho que:
En zonas como las del Alto Huallaga, la población evangélica recuerda aun con mayor temor la presencia de los militares antes que la del PCP-SL. Miembros de la comunidad evangélica que han prestado testimonio señalan que «abusaban, robaban, comían gratis, obligaban alojamiento, violaban a sexualmente a las mujeres e inclusive desaparecían a las personas detenidas y, en «Maronilla, un templo muy humilde de bambú y paja, fueron masacrados por el ejército…fueron acribillados…por que según ellos los hermanos están coludidos, ellos argumentaban que también eran senderistas» (p.474).

Aun esto podría ser tolerable, sin embargo, y tal como lo recoge el IF, la mayor indiferencia provino de la misma iglesia evangélica rural, las instituciones para-eclesiásticas y los misioneros extranjeros. En cuanto a este hecho el IF va a mencionar:
Sin embargo también hubo indiferencia y silencio, de una parte significativa del liderazgo evangélico nacional, de las iglesias urbanas de Lima y ciudades de provincia, particularmente las iglesias más grandes numéricamente hablando. Algunos apoyaron tímidamente la labor del Concilio Nacional evangélico del Perú (CONEP), entidad que estableció en agosto de 1984 un Departamento de Servicio Social (Paz y Esperanza) con el propósito de atender a evangélicos afectados por la violencia. Otras simplemente fueron indiferentes e incluso contrarias al trabajo que realizaba el CONEP. Si bien la indiferencia prevaleció mayoritariamente en las iglesias urbanas, es necesario señalar que hubo sectores que consideraban como parte del corazón de su misión el rechazo a la violencia y denuncia a los actores que violan la dignidad humana (p.466).

Con respecto a la respuesta de los misioneros, va a informar: ‘la mayoría de misioneros extranjeros tuvo que salir de esos lugares, dejando en manos de pastores o lideres laicos locales la dirección de las iglesias’ (p.465). Igual de duro va a ser la CVR, en su IF, con las iglesias urbanas, específicamente las metropolitanas:
Para las iglesias metropolitanas que cuentan con una mayor estructura organizacional y de recursos; la violencia era interpretada como la ausencia de Dios en el corazón de los hombres, primando como praxis la proclamación verbal del evangelio para alcanzar la misericordia de Dios para nuestro país. Los condicionantes sociales y políticos no formaron parte de su lectura para entender la violencia política, ésta fue interpretada desde una espiritualidad divorciada de su contexto social.

De esta manera, el IF de la CVR ha venido a entregarnos, lo que a nivel evangélico hemos querido ocultar. Sin duda este capítulo en la historia de la iglesia evangélica en el Perú, debe de estar presente en nuestras memorias, para ejemplo de valor y fidelidad hasta la muerte, y para que las sombras de la indiferencia no recurran nunca más en nuestra historia futura.


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[1] El Presidente Paniagua siempre estuvo seguro de lo que quiso con respecto a la época del terrorismo. Su iniciativa devino en la conformación de una comisión interinstitucional que trabajara en desentrañar los sucesos y delitos que habían marcado la historia gris de la violencia terrorista durante los años 1980 al 2000, en el Perú.
[2] En torno a esto, el IF de la CVR anota (‘Introducción’): ‘La discusión sobre los alcances del mandato fue, indudablemente, la más compleja, puesto que debía ocuparse de la competencia de la CVR. El Grupo de Trabajo Interinstitucional propuso que la CVR examinase delitos atribuibles a todas las partes del conflicto, esto es, «tanto los hechos imputables a agentes del Estado, a las personas que actuaron bajo su consentimiento, aquiescencia o complicidad, así como los imputables a los grupos subversivos.» (Grupo de Trabajo Interinstitucional, 2001. Artículo 1º)’
[3] Director ejecutivo de la Asociación Evangélica Paz y Esperanza, una de las instituciones que se convertiría en una luchadora incansable por la libertad y los derechos humanos de evangélicos y, mas adelante, personas afectadas por el terror violentista de los grupos armados en el Perú.
[4] Con este vocablo quechua, SL aludió a los ronderos de los Comités de Autodefensa, que en algunos casos, surgieron bajo el liderazgo de pastores y fieles evangélicos.
[5] El recuento del CONEP se hizo al mes de Julio de 1992.
[6] El IF (p.477) detalla en este punto: ‘…interpretaron la violencia como tiempos apocalípticos «cumplimiento de los tiempos», «es el pecado del hombre» el que explica la violencia, la «degradación del hombre», detrás del cual está Satanás, de modo que los subversivos fueron percibidos como expresión de las fuerzas de la oscuridad contra la que se sentían llamados a luchar.’
[7] La labor del CONEP, logró canalizar la ayuda y presencia evangélica evangélica en cuanto a (1) micro créditos; (2) capacitación laboral; (3) aprendizaje escolar; (4) salud, alimentación y vivienda, y; (5) asesoría legal.

Religión y Política en el Perú III


‘EL PROBLEMA RELIGIOSO’ EN LA REALIDAD NACIONAL DE VÍCTOR ANDRÉS BELAUNDE



Datos Biográficos de don Víctor Andrés Belaunde Diez Canseco
Nuestro autor Nació en la ciudad blanca de Arequipa el 15 de diciembre de 1883. El haber nacido en una familia de profunda convicción y tradición católica, marcó su pensamiento.
Estudió en la Universidad de San Agustín en su natal Arequipa, para luego emigrar en 1901 a la Universidad Mayor de San Marcos, claustro donde obtendría sendos doctorados en Jurisprudencia (1908), Ciencias Políticas (1910) y Letras (1911) respectivamente. Debido a sus ideas contrarias al leguiismo es desterrado a los Estados Unidos. Al regresar, en 1931, después de la caída de Leguía, es elegido representante de Arequipa ante el Congreso Constituyente. También fue Presidente de la Asamblea General de las Naciones Unidas (en 1959 y 1960). Entre otros cargos más.
Sus obras más importantes son: (1) La filosofía del Derecho y el método positivo (1904); (2) El Perú antiguo y los métodos sociológicos (1908); (3) Ensayos de psicología nacional (1912); (4) La crisis presente (1914); (5) Meditaciones peruanas (1917); (6) La realidad nacional (1931); (7) El Cristo de la Fe y los Cristos literarios (1936); (8) Peruanidad (1942); (9) La síntesis viviente (1950); (10) Inquietud, serenidad, plenitud (1951); (11) El planteamiento del problema nacional (1962); (12) Veinte años de Naciones Unidas (1966).

En su emblemática obra titulada La Realidad Nacional, Belaunde intenta responder a Mariátegui, desde su ‘cristianismo integral’, frente al ‘socialismo integral’ del amauta. De él y de su pensamiento, Luis Carlos Arias Schreiber (prólogo de La Realidad Nacional, 2005 (1931), p.8), escribe:
…el pensamiento de Belaunde evolucionó a lo largo de los años, aunque desde el inicio estuvo signado por su catolicismo militante y su convencimiento de que la concepción cristiana es el camino para solucionar los grandes problemas nacionales.

Es muy notoria entonces, la militancia católica, en la respuesta de Víctor Andrés Belaunde a los ensayos mariateguinos. Pareciera, incluso, que es Mariátegui quien marca la agenda y sobre la cual, nuestro autor de turno, escribe. Su punto de vista pareciera ser apasionadamente apologética de la labor católica en el mundo y, consecuentemente, en América Latina.

La respuesta de Belaunde a Mariátegui
Para V. A. Belaunde, el modo de Mariátegui, de tratar el sentimiento religioso, es ‘moderno y generoso’ (p.73). Moderno, en tanto que incorpora a su crítica de la religión, los estudios científicos que se habían realizado hasta su tiempo. Generoso, en tanto que no destila anticlericalismo, por lo tanto, ni va con los radicales ni con los marxistas; en el sentido de satanizar el sentimiento religioso en el ser humano. Sin embargo, y a pesar de todo esto, Belaunde se queja principalmente de dos cosas, en los siete ensayos de Mariátegui: (1) en que coloca ‘a todas las religiones en el mismo nivel’ y; (2) su simpatía con el protestantismo y las conclusiones del estudio de Waldo Frank. Lo primero lo explica en términos de su ideología socialista, ‘hermano siamés’ del capitalismo. Mas adelante, nuestro autor de turno, va a escribir en relación a este punto:
Esa misma simpatía hacia el protestantismo lo lleva a dar una explicación equivocada de la falta de espíritu proselitista o misionero en Norteamérica y del esfuerzo evangelizador en el Imperio Español (p.74)

Protestantismo y misiones
Para V. A. Belaunde, ‘el protestantismo no tiene espíritu misionario. Sus misiones datan del siglo XIX y bajo la forzada imitación del catolicismo…’ (p.74). Nuestro autor, se está refiriendo evidentemente al protestantismo de origen del siglo XVII, en cuyo seno la misión fue algo incipiente. Belaunde, al igual que Mariátegui, parece tener en mente a los pioneer puritanos y su labor de coloniaje en la nueva Inglaterra. Ha quedado demostrado una y otra vez, que los primeros protestantes que llegaron a nueva Inglaterra, no tenían una motivación misionera, sino colonizadora. No se puede juzgarlos por algo que ellos no habían venido a hacer. Eso sin embargo no puede descalificar a todo el protestantismo. Basta ver los grandes movimientos misioneros en la historia[1], para ver que el protestantismo, contrariamente a lo que pensó V. A. Belaunde, es una iglesia netamente misionera. En su lucha por resistir y minimizar la simpatía de Mariátegui por el protestantismo, V. A. Belaunde pretendió quitarle originalidad a las misiones protestantes, reduciéndola a una tosca réplica de las misiones católicas. Nuestro autor parece consolarse con la grandeza de las misiones católicas en la amazonia. Su conclusión, siempre en el afán de refutar a Mariátegui, es que la grandeza del misionero español y francés, opacó al pioneer puritano (cf. p.74). V. A. Belaunde encuentra justificación para esto en la preferencia de algunos historiadores norteamericanos, como en el caso de Parkman y otros, quienes, ‘han preferido, a los trabajos de los colonos sajones, las andanzas y los viajes de los jesuitas’ para escribir tramas de tipo pintoresco y heroico (p.75).

Evaluación de la religión incaica y su evangelización
V. A. Belaunde no tiene mayores problemas al momento de reconocer el esquema de Frazer, asumido por Mariátegui. En este punto, nuestro autor escribe:
Creo, igualmente, acertada la aceptación de la hipótesis de Frazer sobre el carácter divino de lo reyes, y suscribo también los juicios sobre la influencia teocrática o religiosa en la consolidación del orden social’ (ibíd.)

Para V. A. Belaunde el esquema de Frazer (en la que iglesia y estado se funden y confunden) ha permanecido en la mayoría de las religiones, ‘hasta el advenimiento del cristianismo’ (ibíd.). La religión incaica fue, según el criterio de V. A. Belaunde, una ‘confederación de fetichismos… bajo la presidencia del culto solar… [que] había recorrido su curva máxima’ (p.76), es decir que su ciclo estaba asistiendo a su propia defunción.

Nuestro autor nuevamente marca distancia del amauta –a quien acusa de tener prejuicios contra el catolicismo[2]- al evaluar la evangelización católica de los conquistadores, hacia los indígenas peruanos. Recordemos que Mariátegui había sostenido dos argumentos en torno a la tarea evangelizadora del catolicismo: (1) que al caer el estado, caería también la religión, puesto que ambos significaban lo mismo, allanando así el camino para el catolicismo; y, (2) la pomposa liturgia católica como arma efectiva de evangelización. Belaunde disiente claramente del primer argumento, aun cuando se inclina parcialmente por el segundo, aunque de ninguna manera ‘puede colocarse al lado del elemento principal’ (ibíd.). Por encima del segundo argumento de Mariátegui (tomado de Emilio Romero), nuestro autor coloca ‘el magnetismo apostólico de hombres de tan alta espiritualidad…’ como el arma más efectiva (ibíd.). Su fuerza, siguiendo a nuestro autor, no se posicionó en la liturgia sino en el espíritu, aunque más adelante infiere la espiritualidad católica a partir de su liturgia.

Espiritualidad protestante
V. A. Belaunde ve el protestantismo como un renegado de la liturgia, de la organización y de la jerarquía[3] (obviamente católica), siendo esta la razón de su fracaso (¿?). Las aseveraciones de V. A. Belaunde debemos de ubicarlo en el contexto de la conquista y la colonia, donde la presencia del protestantismo se redujo a una débil sombra en el paisaje religioso de la época, y esto no por cuenta propia, sino por la relación Iglesia católica-Estado, excluyente -y hasta inquisidora- de otras religiones diferentes a la católica. Esto último parece estar lejos de la memoria selectiva de nuestro célebre pensador peruano. Su perspectiva de la Tradición católica, parece llevarle a valorar a esta por encima de la Biblia. La sola scriptura parece no ser suficiente para generar espiritualidad, no sucede así con la Tradición, sostiene. En torno a esto escribe, ‘La Biblia es letra y no espíritu… Tradición es jerarquía, y comunidad, liturgia’ (p.77). Para nuestro autor la liturgia provee espiritualidad, pero esta viene, sin duda, atada a la Tradición.

Protestantismo, política y economía
Además de acusar al protestantismo de falta de espiritualidad[4] -por haber renegado de la tradición- V.A. Belaunde es muy pesimista con respecto al éxito inicial y pasado del protestantismo, condicionándolo al apoyo de los príncipes germánicos:
Sin el apoyo político del rey de Inglaterra y de los príncipes alemanes, el protestantismo no habría sido sino una de las tantas herejías, como aquellas de que triunfó la iglesia en la Edad Media (p.77).

No solo no es cierta la declaración de V.A. Belaunde, sino que olvida la historia política de su propia iglesia. Si el catolicismo se debilito, porque el rey de Inglaterra y los príncipes de Alemania le dieron su apoyo político al protestantismo, entonces, mientras duro su hegemonía en Europa, ¿no fue por ese mismo apoyo político, del cual él se resiente, que los mantuvo triunfantes sobre todo tipo de ‘herejía’ medieval?

Las acusaciones de V.A. Belaunde continúan en el plano político y se elongan hasta alcanzar el tema económico. En lo político culpa al protestantismo de acentuar el absolutismo de los reyes y príncipes protestantes y de acentuar la brecha económica ‘entre el pobre y el rico’ (ver p.78). En esto también parece olvidar nuestro autor el absolutismo religioso de los papas, que sujetó no solo a la plebe sino también a reyes y príncipes. Absolutismo que fue más nefasto por donde se le mire. No quedó un centímetro cuadrado libre de la avaricia del clero que sobrevivió parasitariamente de los ricos y pobres, gracias a la gran estafa religiosa de las indulgencias y el trafico de ‘pasaportes’ al cielo y al infierno.

Nuestro autor piensa que el catolicismo, al igual que el protestantismo, habría conducido a la humanidad hacia ese mismo capitalismo (‘edad mecánica’ en el lenguaje de V.A. Belaunde) del cual habla Mariátegui, sólo que con más lentitud y ‘con menos injusticia y más sólidamente’ (p.79). En esto, nuestro autor es elevadamente especulativo, no se puede sacar conclusiones de algo que no ha sucedido. Teorizar la historia futura siempre será una tarea especulativa si esta no va acompañada de hechos concretos y verificables en el presente.

Protestantismo y contrarreforma
La contrarreforma, frente a los ojos solitarios de V.A. Belaunde, se convierten mágicamente en ‘un milagro espiritual’ (ibíd.). Su cerrada defensa del catolicismo -del cual es acérrimo militante- procura buscar aliados entre los protestantes mismos, para elevar a la contrarreforma a la categoría de empresa divina. Así, escribe, ‘Son hoy autores protestantes los primeros en admirar la obra de Loyola’ (ibíd.). Sin embargo no menciona cuales son tales ‘autores’ ni el contexto en el cual escribieron. Por otro lado acepta que ‘El catolicismo que vino a América no fue el catolicismo de triunfo o de equilibrio medieval, sino el de exaltado fervor y fiebre beligerante de la contrarreforma’ (pp.79-80), pero olvida que ese mismo catolicismo beligerante fue el que mató, en opinión de Mariátegui, a Atahualpa. Más adelante, V.A. Belaunde mismo, suscribe la conclusión de Mariátegui de que el ‘Santo Oficio se comportó más como una institución política que como una institución religiosa’ (p.83). En esto olvida que contrarreforma y Santo Oficio son dos caras de una misma moneda.

Catolicismo latinoamericano: ¿mariano o cristocéntrico?
Para nuestro autor de turno, el culto mariano es el resultado de la semilla católica y española, plantada en el macetero latinoamericano. Es decir, que esta fue una expresión cultica que germinó en ‘suelo de América’, del cual se nutrió. Lo mariano pertenece a América Latina, mientras que lo cristocéntrico, a ‘la vieja raza’. En esto concuerda con Mariátegui y John Mackay (El otro Cristo Español, 1952).

Defensa de la decadencia del clero católico
V. A. Belaunde trata de justificar la decadencia del clero católico, hecho que Mariátegui había sacado a la luz, y de la cual Belaunde se convierte en abogado cumplidito. En sus propias palabras, nuestro autor dice, ‘La decadencia eclesiástica, si la hubo en el extremo en la que nos la pintan, tuvo una causa bien definida: la sujeción de la Iglesia al Estado[5]’ (p.83). De esta manera, Belaunde no sólo quiere justificar los errores y horrores del clero, sino que culpa al Estado al cual el mismo sirvió y representó muchas veces.

Además de defender la decadencia moral y espiritual, Belaunde trata también de defender la decadencia intelectual del clero, y en esto acusa a Javier Prado –y sus ideas, las cuales Mariátegui suscribe sin problemas- de su criterio ‘dieciochesco y positivista, para juzgar la filosofía eclesiástica’ (ibíd.)

Catolicismo e independencia
Belaunde encuentra, polarizada, la performance del clero durante la independencia. Por un lado, el alto clero, fiel a la causa española, y, el bajo clero, partidario de la causa libertaria. Para justificar su lectura de la independencia, y el papel del clero, nos provee los ejemplos de Justo Sierra en México, Luna Pizarro y Mariano José Arce en el Perú. Aun cuando no se puede dejar de desconocer la labor de estos ilustres peruanos, Belaunde olvida que la iglesia, como institución, nunca obedeció a los intereses de los que propugnaban la independencia y la conformación de una nueva república. La posición ‘oficial’ de la iglesia, nunca tuvo simpatía ni sintonía con la independencia peruana, nunca se atrevió a ir en desmedro de la corona española. A pesar de no estar oficialmente comprometida con la causa libertaria, V.A. Belaunde reconoce que ‘La revolución fue un movimiento nacionalista y democrático, pero no anticlerical’ (p.84).

El rol del liberalismo y el radicalismo frente al catolicismo
Ante los ojos de nuestro ilustre autor, el liberalismo se torna ‘tímido’ y fracasado al momento de realizar ‘algunas reformas de verdadera hostilidad contra la iglesia’ (p.85). El juicio de Belaunde es acertado en este punto. Nunca, como país, tuvimos un movimiento tan solido, cohesionado y relativamente numeroso que intentara una reforma desde adentro de la Iglesia católica. Los pálidos intentos de separar la iglesia y el estado, siempre estuvieron mediados por un catolicismo (conformado por clero y feligresía) recalcitrante e inquisidor; dispuesto a allanar toma valla, erigida delante de su camino. Nuestro autor mismo nos recuerda el intento fallido del 67, derrocado por la revolución del 68. También el radicalismo palideció frente al catolicismo vigoroso y dominante de la época. En palabras de V.A. Belaunde, ‘El radicalismo en el Perú dejó énfasis retóricos, gestos de rebeldía y estéril pugnacidad’ (p.86).

Tanto liberalismo y radicalismo, no fueron suficientes para propugnar una nueva república moderna, erigida a la altura de los estados emergentes del siglo XIX, que, en la mayoría de casos, eran de tradición protestante. La acérrima militancia católica de V. A. Belaunde, no le permitió ver en estos ejemplos de nación, un modelo a considerar.


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[1] Tenemos en mente los tres grandes movimientos misioneros en la historia de la Iglesia protestante: (1) el primero gestado en Europa (principalmente en Inglaterra); (2) el segundo, nacido en los Estados Unidos y; (3) Las misiones desde la ‘periferia’ del mundo (básicamente desde Corea del Norte y América Latina). Además de esto nuestro autor parece no conocer la monumental labor de los Moravos en el Caribe.
[2] Ver p.76.
[3] Ver p.77. Sin duda, nuestro autor, se está refiriendo al protestantismo de origen, de tradición reformada, que, en buena cuenta, estaba encontrando y construyendo su propia identidad litúrgica. El protestantismo latinoamericano actual está nítidamente marcado por su liturgia dinámica, participativa y festiva. En la actualidad, contrariamente a lo sostenido por V.A. Belaunde, se considera que la liturgia protestante latinoamericana (específicamente hablando del pentecostalismo y carismatismo) es mucho más creativa que la católica.
[4] En esto V.A. Belaunde parece olvidar los grandes avivamientos de Europa y de los Estados Unidos. Si eso no tuvo una carga fuerte de espiritualidad entonces ¿que fue?
[5] Mas adelante (p.84) V.A. Belaunde escribirá, ‘El gran cáncer de la Iglesia colonial fue su sometimiento al rey; la gran desgracia de la Iglesia durante la República ha sido su dependencia del presidente y los nombramientos episcopales por el Congreso. El resultado han sido las infelices designaciones eclesiásticas; la unión de la política y de la religión, la tendencia de nuestro clero de ver al presidente, como la del clero colonial de ver al rey, y de rendirle repugnante pleitesía.’