lunes, 24 de marzo de 2008

UNA PSICOLOGÍA PASTORAL PARA UNA MUJER MALTRATADA


UNA PSICOLOGÍA PASTORAL PARA UNA MUJER MALTRATADA



Introducción
Todavía resulta un misterio, saber a profundidad, las razones por la que la mujer maltratada continúa al lado de su pareja, aun cuando está experimentando un espiral de violencia de la cual no puede escapar. Todos nos preguntamos ¿qué es lo que lleva a la mujer a seguir en una situación tan tormentosa y dañina para su vida? Un ensayo de respuesta, a secas, resulta muy difícil articularlo y argumentarlo. No todas las mujeres reaccionan de la misma manera, ni son tan resueltas, como las que inician un proceso de separación, o abandonan la relación. Lo cierto es que hay factores sociológicos, religiosos y psicológicos que están involucrados en la decisión de la mujer maltratada. En este apéndice nos vamos a centrar principalmente en los factores psicológicos que condicionan la conducta de la mujer maltratada.

Estudios realizados en torno a los factores antes mencionados, nos muestran algunos datos que pueden ayudarnos para entender la psicología de la mujer maltratada. Uno de esos estudios procede del Perú, país latinoamericano en la cual se han hecho encuestas censales en torno a la familia. Una de las preguntas se centró precisamente en los factores que empujan a las mujeres maltratadas a continuar con su pareja. A continuación reproducimos dicho cuadro censal y sus resultados.


CUADRO Nº 3.6¿PORQUE CREE UD. QUE LAS MUJERES MALTRATADAS CONTINUANVIVIENDO CON SUS PAREJAS?



RAZONES %
POR LOS HIJOS 63,4
NO TIENEN INGRESOS PROPIOS 56,7
PORQUE LOS QUIEREN O AMAN 29,7
NO TIENEN DONDE IR 28,5
TIENEN MIEDO A SU PAREJA 24,3
TIENEN MIEDO A QUEDARSE SOLAS 21,9
PORQUE ES NORMAL 17,1
TIENEN VERGÜENZA DEL QUE DIRAN 11,3
PARA MANTENER UNIDA A LA FAMILIA 11,0
LA RELIGION LES DICE QUE NO DEBEN SEPARARSE 0,8
OTRO 6,2


FUENTE: Encuesta de Hogares sobre Vida Familiar en Lima Metropolitana, 1999. Nº de Casos: 2459

Analizando el perfil de la mujer maltratada
Tal como puede observarse, el factor ‘los hijos’ es la primera opción que encabeza las respuestas de las mujeres maltratadas, en su intención por preservar un status quo perverso que le es lesiva. Indudablemente existe aquí una mezcla de temor hacia el conyugue, amor por los hijos e instinto de protección maternal por los mismos. Es tal vez este último factor el que es más crucial en la decisión de la mujer[1]. En la sociedad latinoamericana la economía hogareña se sustenta principalmente sobre la base del trabajo masculino. De manera que tener al padre es sinónimo de supervivencia, de preservación de la especie, tanto de los hijos, como de la mujer misma. La exclusión que experimenta la mujer en una sociedad que prescinde de su presencia, termina por doblegarla ante la presencia nociva e indeseada del padre/verdugo. Eso lo corroboran la segunda y cuarta opción de la encuesta: ‘no tienen ingresos propios’ con un 56.7% y ‘no tienen donde ir’ con un 28.5%. No hay opción para ellas, sobrevivir o resignarse parecen ser las dos únicas lúgubres alternativas para miles de ellas.

La mujer que sufre violencia dentro del hogar siente que ha ingresado a un laberinto oscuro y errático del cual no saldrá para ver la luz de un nuevo amanecer. No tiene más opción que la resignación y la amargura, sus hijos necesitan un padre que los alimente y ella necesita un esposo para seguir inventando una realidad –ante la sociedad[2]- que le es esquiva, un mundo quimérico donde se siente amada, respetada y valorada. A menudo las mujeres maltratadas se refugian en una utopía que es opuesta a la realidad en que viven, es un mecanismo de defensa que les permite asirse a la vida o no sucumbir frente a la experiencia traumática que le toca vivir. Sabe que ella sólo es un dato que alimenta una truculenta estadística, sin embargo todavía apela a la esperanza de que su esposo/verdugo cambiará, que los años de novios regresarán y que volverán a pasear por un parque, de la mano, como en antaño.

La tercera opción en el estudio nos notifica del factor ‘amor’, 29.7% de las encuestadas respondió que no abandonaban a sus parejas porque los amaban. Es posible que en muchos casos exista restos de amor en el corazón de una mujer maltratada, sin embargo, también es posible, que algunas de ellas se hayan echo adictas a una relación dañina. No saben vivir de otra forma, confunden el amor con la resignación, peor aun, con el masoquismo. En el Perú tenemos una frase que es muy popular, pero que en el fondo expresa cierto grado de baja autoestima e ignorancia respecto de lo que es el amor. Esta frase dice así: ‘más me pegas, más te quiero’, es el mal llamado ‘amor serrano’. En México se le conoce como el ‘amor apache o azteca’. En Ecuador existe una expresión muy similar: ‘Marido es; aunque pegue, aunque mate, marido es’ (citado por Carvalho, 2006, p.53). En Brasil, ‘Mal con él; peor sin él’ (ibíd.). ¿Eso tal vez revela que la sociedad latinoamericana es una sociedad con una autoestima doblegada que ha descendido al fondo de la ciénaga, y con una ignorancia descomunal de lo que es el amor? Resulta casi inverosímil que un 17.1% haya respondido ‘Porque es normal’, eso habla mucho de la forma como entienden la relación familiar. En esto tiene que ver también la figura paterna, hay estudios psicológicos en los cuales se ha establecido que un porcentaje de mujeres que han crecido bajo la tutela de un padre severo y violento (con los hijos y la madre), condicionan en las hijas la presencia de un esposo virulento que proyecte la figura del padre. Eso como querer llevar un ‘vacío’. De esa manera ‘son felices’, no han aprendido a vivir de otra manera, el ‘amor’ que recibieron siempre fue en esos términos. También debemos mencionar la autoestima de la mujer maltratada, como un agente que predetermina su conducta, pues está demostrado que las mujeres con autoestima baja, toleran fácilmente la humillación, la violencia y el desamor. Muchas piensan que merecen eso, pues piensan que valen tan poco, que la vida también tiene poco para ofrecerles.

Finalmente, resulta increíble que, en un continente mayoritariamente católico, el factor religioso sólo incida en un magro 0,8%. Eso, mucho más, si consideramos que el catolicismo es una de las religiones con una posición mucho más cerrada a la posibilidad del divorcio. En realidad no debe de sorprender el hecho que la iglesia católica no tenga mucha influencia en la vida ética y moral de sus adeptos. En el catolicismo, tanto ética como praxis, son dos caminos que difícilmente se juntan, intersecan o sintonizan entre sí.

Alternativas pastorales frente a la mujer maltratada
En esta parte quiero abandonar lo descriptivo, lo analítico y pasar a la praxis pastoral, a la forma como la iglesia -que debe ser una comunidad terapéutica que acoge, cura y acompaña al desvalido- responde a los gritos de una sociedad aparentemente enferma y colapsada. Ya hemos expresado en este libro, la situación de la familia y el proceso de desintegración que esta afronta, también hemos hecho notar la falta de un programa, dentro de la iglesia, que se encargue de la familia y sus problemas. Lo que queda ahora es asumir esta triste situación en una actitud de amor al mundo pecador, de responder pastoralmente a este cáncer que nos va consumiendo de a pocos y de ver la situación a través de los ojos del Maestro, aquel que le dijo a Pedro (Jn.21.15-17; las negritas son mías):
…Simón, hijo de Jonás, ¿me amas más que estos? Le respondió: —Sí, Señor; tú sabes que te quiero. Él le dijo: —Apacienta mis corderos. Volvió a decirle la segunda vez: —Simón, hijo de Jonás, ¿me amas? Pedro le respondió: —Sí, Señor; tú sabes que te quiero. Le dijo: —Pastorea mis ovejas. Le dijo la tercera vez: —Simón, hijo de Jonás, ¿me quieres? Pedro se entristeció de que le dijera por tercera vez: «¿Me quieres?», y le respondió: —Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te quiero. Jesús le dijo: —Apacienta mis ovejas.

No se puede ser pastor ni se puede amar al ´príncipe de los pastores’[3] -el ‘gran pastor de las ovejas’[4]- si no se apacienta sus ovejitas. Aquellas trasquiladas, débiles, enfermas y perniquebradas[5] por la violencia doméstica. Pastoral es presencia donde hay indiferencia, es acción donde gobierna la abulia, es amor donde rige la indolencia.

Necesidad de una praxis pastoral de la iglesia
Sin duda la problemática que hemos visto a través de este estudio realizado en el Perú, nos remite a una agenda inconclusa desde la perspectiva eclesial-pastoral. Nuestro compromiso con la sociedad nos lleva a formular y articular alternativas eclesiales-pastorales que ayuden a las mujeres que son objeto de dicho mal. En primer lugar proponemos la praxis del Buen Pastor, de aquel que deja momentáneamente las 99 y busca la perdida hasta asirla sobre su hombro y llevarla nuevamente con sus hermanas, aquel que ve las multitudes –de mujeres maltratadas- y se compadece de ellas (cf.Mt.9:37). Es la praxis de Cristo la que necesitamos duplicar, en nuestras vidas, todas aquellas personas que hemos sido convocados al enorme privilegio de la acción pastoral. No estamos hablando solamente de individuos o de clérigos en un sentido exclusivo, puesto que la iglesia cumple también una función pastoral en medio de la sociedad latinoamericana. Por eso, aun hayamos condicionado nuestro esquema mental a pensar que el cuidado pastoral excluye a los no llamados, proponemos la segunda praxis: la praxis del buen samaritano[6] como una respuesta al desvalido que se encuentra al lado del camino, carente de protección, socorro y ayuda. Esto debe llevarnos a las iglesias –puesto que son comunidades que acogen-, sin excluir a nadie, a informarnos acerca de la legislación vigente en torno al maltrato y violencia doméstica, para saber como movernos en una situación similar. La segunda acción es implementar un ministerio y su respectivo programa, que ampare, albergue, proteja y cure a la mujer maltratada. Este programa debe de ser capaz de brindar ayuda pastoral, psicológica y hasta legal, sin las cuales el problema vuelve a fojas cero.

Pasando al plano práctico, lo que nos toca, dentro de la praxis pastoral, es mostrar, a la pareja, la cosmovisión cristiana de la relación matrimonial en la nueva vida. Entrenarles en las relaciones matrimoniales y el manejo de conflictos, de manera que la relación matrimonial crezca y madure. Además de esto, la praxis pastoral debe de estar orientada a mostrar y entrenar a la pareja, en cuales son los términos del verdadero amor. En el evangelio las personas desaprenden su concepto de amor y lo reelaboran a partir de la Palabra de Dios. Nadie puede amar con excelencia a menos que haya experimentado del amor de Dios. El recibir el amor de Dios nos capacita y califica para amar como él nos ama. Quien ama no sólo lo declara, sino que lo demuestra con hechos concretos. Nosotros deducimos el amor de Dios a partir de sus acciones consignadas en la historia y en su Palabra. El amor se hace evidente a partir de lo que uno hace, sin acciones concretas no se puede deducir el amor. El amor, según la Palabra, es un asunto meramente práctico. Tenemos muchos pasajes bíblicos, a partir de la cual, podemos entrenar a las parejas a amarse uno al otro. La labor del pastor está orientada precisamente al proceso de ayudar a desaprender y aprehender, para eso tiene un enorme caudal en las Escrituras[7] a fin de iniciar el proceso terapéutico o curativo. El paradigma del amor conyugal es el amor de Cristo hacia su Iglesia, él ´se entregó así mismo por ella’ y eso también se espera del varón en relación a su esposa. Pablo deja bien sentado que quien maltrata a su esposa, se degrada así mismo y ha perdido su dignidad[8]. En el libro de Oseas, Dios, como marido fiel y amoroso, atrae a su esposa ‘Con lazos de ternura, con cuerdas de amor’[9]. A lo largo de la Biblia podemos encontrar una multitud de pasajes que podemos aplicar pastoralmente al amor verdadero conyugal. La violencia familiar es la antítesis del amor conyugal.

Hablemos sucintamente de la psicoterapia pastoral aplicada a la mujer maltratada. El proceso terapéutico es precisamente un proceso, no es un evento, es un trabajo de largo plazo. Las mujeres maltratadas conviven por años con los traumas de la violencia y humillación. La iglesia no debe de abandonar sus esfuerzos por curar y reparar la vida de las mujeres que han sido objeto del maltrato físico y psicológico. El evangelio en si mismo es una terapia en tanto que provee cuidados, mediante el ministerio de la iglesia, y cura las almas devastadas. La iglesia se convierte en una comunidad de apoyo donde la mujer maltratada experimenta el amor de Dios y el amor de sus hermanos. Donde es acogida con alegría y empieza a curar sus heridas y revalorar su autoestima, puesto que empieza a ser consciente que comporta en si misma el imago Dei[10], que es ‘especial tesoro’ (Ex.19:5; Mal.3:17), ‘linaje escogido’ (1 Pe.2:9) de Dios y que ha sido amada, desde siempre, con ‘amor eterno’ por él (Jer.31:3).

El problema de la violencia no solo afecta a las mujeres. Es un problema estructural que se extiende como un manto oscuro sobre toda la familia. A priori, debemos de tratar el problema dentro del ámbito de la familia, sin embargo, hay casos cuando será muy difícil trabajar con ambos conyugues, sobre todo cuando el maltrato ha trepado niveles alarmantes y la vida de la mujer peligra. En esos casos la escritora y psicóloga brasilera Esly Carvalho (2006, p.57) recomienda la ´separación terapéutica’[11]. Este es un recurso que permite que la pareja -sobre todo el varón, si es la persona que maltrata- repiense su accionar y llegue a un cambio de conducta.


Notas:
[1] En mi primer pastorado, mientras conversaba con una hermana de la iglesia donde yo pastoreaba, ella me contaba que su ‘comadre’ (termino que en el Perú se emplea para denotar cierto grado de parentesco político) había descubierto que su esposo le era infiel, además de maltratarle. Quede muy sorprendido cuando ella me dijo que su comadre había decidido ‘hacerse la loca’ y no confrontar la actitud del esposo infiel y maltratador. Cuando le pregunte la razón, quedé sorprendido con la respuesta: ella tenía miedo a quedarse sin su esposo y sin una persona que mantuviera económicamente a ella y sus hijos. La fórmula era sencilla, silencio a cambio de supervivencia.
En el Perú, en la mayoría de los casos, cuando un esposo abandona a su familia, estos quedan desprotegidos de todo tipo de cuidado económico. Los juicios por alimentos son cosa de todos los días, son puntos pendientes de una enorme agenda que todavía no se ha atendido. En el último año se ha tratado de ajustar e implementar represalias contra los padres que no cumplen con una pensión para su familia, sin embargo, todavía queda mucho por hacer en este asunto.
[2] 11.3% de las mujeres encuestadas respondieron que toleraban la violencia porque ‘tienen vergüenza del que dirán’. Es indudable que la presión social, la burla y la estigmatización tienen una cuota importante en la decisión de la mujer maltratada.
Los problemas domésticos, comúnmente, son elevados a la categoría de públicos en la sociedad latinoamericana. La vida de las personas son normalmente ´telenovelas’ que se comentan en los pasillos y en las reuniones del barrio.
[3] Así lo entendió el apóstol en 1 Pe.5:4.
[4] He. 13:20.
[5] cf. Ez.34:4. Ahí se puede encontrar una fuerte llamada al pastor –en el contexto, el rey de Israel- que desatiende a las ovejas, se aprovecha de ellas y vive una vida narcisista e individualista, centrada en si mismo.
[6] Según el relato bíblico de Lucas 10:25-37, el denominado ‘buen samaritano’ no es un tipo religioso ni relacionado con el sacerdocio de su época. Esa parábola nos anima a involucrarnos pastoralmente sin poner como prerrequisito un llamado especial al ministerio. Mientras se esperaba misericordia de los religiosos de la época, la ayuda vino fuera del templo y fuera de Israel. Todos los creyentes estamos llamados a asumir la praxis del buen samaritano, no podemos escudarnos en un llamado especial al ministerio, pues llevados la marca del servicio como parte de nuestra vocación.
[7] 1 Cor. 13 es un excelente pasaje para enseñar lo que es el amor. Además de esto podemos mencionar 1 Pedro 3:7; Efesios 5:25, 28-29.
[8] cf. Efesios 5:29.
[9] Oseas 11:4, DHH.
[10] El autor de Génesis (1:26-27) declara que el ser humano fue creado a la ‘imagen de Dios’, sólo él, en toda la creación, lleva esa marca especial. Eso lo hace especial muy y lo distingue de toda la creación. Además de esto, el hombre es creado el sexto día, como la culminación gloriosa de la creación, un día antes de que Dios entrara en reposo. Toda la creación, excepto el hombre, es creado por el poder de la Palabra de Dios, sin embargo, Adán es formado por las manos mismas de su creador, éste recibe del soplo divino (‘aliento divino’, Gn.2:7) de su Señor. De nadie más en la creación se dice esto. Además le dio potestad sobre toda lo creado (G.1:26), eso habla mucho más de su lugar preferencial n el plan de Dios.
[11] Ante la pregunta que se hace la misma autora (Carvalho, 2006, pp.56-57), ‘¿en que situaciones es recomendable la separación?’, ella misma se propone básicamente tres razones: (1) ‘Para la protección física de todos’, (2) ‘Para romper el ciclo de la violencia’, y (3) ‘Para subrayar que realmente hay un problema’. Para mayor información, leer la obra de Carvalho, Familia en Crisis, 2006, Ediciones Puma, pp.56-60.



Nota del autor: Este artículo forma parte del curso de psicología pastoral para la familia, dictado por el autor de este blog. Como en los demás documentos publicados, se han perdido las configuraciones de fuentes y otras características originales del documento.