martes, 31 de marzo de 2009

Sermon 12 (Recomendaciones pastorales para la vida cristiana)

Pasaje: Santiago 5:13-20.
Tema: Recomendaciones pastorales para la vida cristiana

Introducción
En esta última sección, Santiago se muestra como el pastor que es. Él parece estar preocupado por las necesidades de la grey y se apura por dar una respuesta a cada situación que el creyente enfrenta en la vida cristiana. Sabe que no siempre estará cerca de sus destinatarios para poder ayudarles personalmente, por eso les anima a acudir a Dios mediante la oración y también buscar ayuda espiritual entre los ancianos de la iglesia. Ellos deben de ser conscientes que las oraciones del pueblo a veces tienen obstáculos, por eso les anima a confesar sus culpas y arreglar sus ofensas, haciendo eso podrán orar eficazmente.

I. La respuesta frente a diversas situaciones en la vida cristiana (vv.13-14, 16a, 19-20).
En esta sección Santiago, cual buen pastor, nos va a dar algunas recomendaciones prácticas de que hacer frente a las diferentes situaciones, en la vida cristiana.
A. La tristeza (v.13a). La forma de responder frente a la tristeza y las aflicciones en la vida cristiana, no son la frustración, el enojo, el deseo de venganza, el deseo de auto-eliminarse; tampoco la blasfemia contra el nombre de Dios[1]. Los creyentes debemos aprender a darle la ‘bienvenida’ a las aflicciones con oración y no simplemente ‘sonreír y aguantar’ como lo planteaban los estoicos (Gregory, p.112). La oración constituye la mejor respuesta a los problemas de la vida. No se trata de un escapismo ni de una evasión de la realidad, es nuestra esperanza puesta en acción mediante nuestra oración hacia nuestro Dios, que puede darnos la paz que sobrepasa todo entendimiento en medio de nuestras luchas profundas, por mantenernos de pie en la vida cristiana.
No olvidemos que nuestro Señor nos ha extendido una invitación para invocarle en medio de nuestro dolor. El salmista Asaf lo entendió así, por eso escribió: ‘Llámame cuando estés angustiado; yo te libraré, y tú me honrarás’ (Salmo 50:15, DHH). La oración siempre será la mejor terapia contra la aflicción.
B. La alegría (v.13b). La verdad es que cuando todo nos parece que va bien, sentimos que no necesitamos a Dios en nuestras vidas. Muchas veces sólo buscamos a Dios cuando todo nos va mal. Eso en si mismo no está mal, ya Santiago nos ha invitado a buscar a Dios en medio de nuestro dolor y no solamente desesperanzarnos. Pero buscar sólo a Dios cuando me va mal y olvidarme de él cuando prospero, es una muestra de amor convenido. La prosperidad del creyente debe ir acompañada por alabanzas que exalten y reconozcan que todo lo que somos y tenemos proviene de la mano de nuestro único gran Dios.
Es probable que muchos creyentes pensemos que nuestro éxito proviene de nosotros mismos. Pensamos que es nuestra habilidad, nuestra inteligencia o nuestra fuerza, son las que nos han llevado al lugar que estamos ocupando, o nos han dado lo que tenemos. Sin embargo la realidad es que Dios es quien permite que las cosas pasen en nuestras vidas. Lo que tenemos y lo que somos, son obra de él[2].
C. La enfermedad (v.14). La tercera situación en la vida cristiana, son las enfermedades. Aquí no debe de haber una respuesta solamente de parte del enfermo sino de toda la congregación en su conjunto. Ellos están llamados a convocar a los ancianos a fin de que oren por el enfermo. La necesidad de uno convoca a todos (‘…orad unos por otros, para que seáis sanados’, 16b). Esto echa por tierra el individualismo y la indiferencia con la que frecuentemente tratamos los problemas de los hermanos en nuestras congregaciones. La imagen que nos entrega Santiago de la Iglesia, es la de un cuerpo que se siente el dolor de uno de sus miembros, que está proactiva y predispuesta a hacer algo a favor del doliente. La oración comunitaria ‘asegura la presencia de Dios y el perdón de los pecados’ (CBMH, ‘Santiago’, p.294). Jesús aseguró que el estaría donde estuvieran reunidos dos o tres en su nombre (Mt.18:20). Por otro lado, los ancianos en la iglesia no solamente están para tomar decisiones o sentirse todopoderosos, sino para atender las necesidades espirituales de la grey que Dios les ha encargado.
D. Las ofensas (v.16a). Es imposible que no haya ofensas unos contra otros en el cuerpo de Cristo. Tal como diría Leslie Flynn en un libro suyo, ‘los santos también se pelean’. Pero, ¿qué deberían de hacer los hermanos cuando las ofensas han sucedido en medio de ellos? Santiago no pide amnesia ni memoria selectiva, sino confesión de las ofensas, confesión de culpabilidad y confesión de perdón. Aquí la confesión aparece como un prerrequisito para que la sanidad pueda operar entre los que se han ofendido. La oración juega un papel determinante en la sanidad, pero antes de la oración está la confesión de pecados. Sin confesión de pecados la oración se invalida, sin oración no puede haber respuesta sanatoria de Dios. Anteriormente nuestro autor ya nos había invocado a que murmuremos unos de los otros (4:11), ni quejarnos unos de los otros (5:9), si eso ha sucedido, ahora nos invita a confesar nuestras ofensas unos a otros (16b).
E. El abandono de la verdad (vv.19-20). Muchas veces los creyentes pueden resultar siendo engañados por doctrinas falsas que se presentan como ‘evangélicas’. Eso ha sucedido a lo largo de la existencia de la iglesia cristiana. Aquí no se trata de evangelización de inconversos, sino de ¿qué hacer cuando uno de los nuestros se extravía de la verdad? Ya hemos visto que Santiago le da mucho valor a lo comunitario, él concibe la iglesia como una comunidad. Esa comunidad es la llamada a hacer volver ‘al pecador de su camino’. John MacArthur dice acertadamente que, ‘los cristianos deben buscar con mucha solicitud a esas personas [los que se han desviado del camino] porque corren un gran peligro de perderse’. La labor de la iglesia no es condenarlos, sino traerlos de vuelta a la verdad. Dios mismo no quiere la muerte del pecador, sino su arrepentimiento. El profeta Ezequiel (18:21-23) declara:
Pero si el impío se aparta de todos sus pecados que cometió, y guarda todos mis estatutos y actúa conforme al derecho y la justicia, de cierto vivirá: no morirá. Ninguna de las transgresiones que cometió le será recordada; por la justicia que practicó, vivirá. ¿Acaso quiero yo la muerte del impío? dice Jehová, el Señor. ¿No vivirá, si se aparta de sus malos caminos?
Santiago nos recuerda mucho las palabras del autor de Hebreos (10:24, DHH), quien nos anima a que ‘busquemos la manera de ayudarnos unos a otros a tener más amor y a hacer el bien’.

II. La importancia de la oración en la vida cristiana (vv.15, 16b, 17-18).
Santiago le da un enorme valor a la oración (proseucomai). La palabra oración se repite siete veces en estos ocho versículos finales. Por ello, debemos de deducir el valor que Santiago le confiere a la oración. Es como si quisiera estar llamando nuestra atención, al final de su carta, a fin de que no olvidemos el valor de la oración en la vida cristiana.
A. La ‘oración de fe salvará al enfermo’ (v.15a). Santiago no está tratando de decir que la oración de un tercero tiene la capacidad para salvar a una persona de sus pecados. En el griego, salvar y sanar provienen de la misma palabra (sózo). Entonces este pasaje debemos de entenderlo en términos de sanidad. La idea que subyace aquí, es la oración que se hace con fe, no como un simple formulismo, sino depositando una confianza profunda en un Dios que responde -según su voluntad- las oraciones y las peticiones de sus hijos. Tres cosas son fundamentales para que el enfermo sea sanado: (1) oración, (2) fe, y (3) la voluntad de Dios (Santiago ya nos ha recordado que nuestro hablar debería de ser ‘si el Señor quiere…’ [4:15]).
B. El enfermo es levantado por el Señor debido a la oración de los hermanos (v.15b). Cuando se sigue la ruta anterior, el resultado es la sanidad del enfermo. Hay que resaltar que Santiago atribuye la sanidad a la obra del Señor (‘…el Señor lo levantará’) y no a la capacidad humana. Los creyentes estamos llamados a orar con fe, pero el centro de la sanidad será siempre nuestro Señor. El es quien da dones de sanidad. Los dones son de él, el poder es de él, la sanidad viene de él. Los creyentes sólo somos canales a través de los cuales fluye el poder de Dios. Pero a la vez la oración del creyente es importante porque estimula la respuesta de Dios. El error que podemos cometer en la vida cristiana, es ver y agradecer solamente al instrumento, pero no al autor de la sanidad en los creyentes.
C. Los pecados son perdonados debido a la oración (v.15c). Pecado y enfermedad tenían mucha relación para los judíos. Para ellos la enfermedad era el resultado de un pecado. Entonces, si el pecado era perdonado, la enfermedad también desaparecería. No es éste el sentido que quiere darle Santiago. Tampoco se trata lo que la teología católico romana conoce como el sacramento de la ‘unción’, es decir el perdón de pecados por efecto de la formula sacramental. Ni la confesión sacramental ante un sacerdote. Lo que él trata de decirnos es que los pecados son perdonados cuando confesamos nuestras ofensas hacia otros y hacia Dios. Eso es lo que declara en el v.16. La sanidad es el resultado de la oración eficaz, eso lo aclararemos a continuación.
D. Tres tipos de oración a ser considerados por los creyentes (vv.16b-18).
(1) La oración eficaz (v.16b). La oración eficaz es aquella que va acompañada de confesión de pecados, de reconocimiento de nuestras ofensas hacia los demás. Los pecados no confesados y las cuentas no arregladas, son un impedimento para acercarnos a Dios con eficacia. Jesús alguna vez dijo (Mt.5:23-24):
Por tanto, si traes tu ofrenda al altar y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, 24deja allí tu ofrenda delante del altar y ve, reconcíliate primero con tu hermano, y entonces vuelve y presenta tu ofrenda.
Sólo cuando hemos arreglado nuestras ofensas entre nosotros, la oración se vuelve eficaz, caso contrario, siempre nos tropezaremos con obstáculos que nosotros mismos hemos puesto en el camino.
(2) La oración unos por otros (v.16c). Sin duda Santiago se está refiriendo a la intercesión que la iglesia realiza como comunidad. Mediante la intercesión, el creyente toma las necesidades de los otros como la suya propia y las presenta a Dios. La intercesión saca a relucir nuestra solidaridad, nuestro amor y la misericordia por la necesidad de los demás. Muchas de nuestras oraciones están centradas en nosotros mismos. Esto no es otra cosa que egocentrismo, individualismo, falta de empatía, egoísmo. Nuestro Señor Jesús muchas veces oró por nosotros (Jn.17:9, 15, 20; Lc.22:31-32) dándonos ejemplo de lo que debemos de hacer en la vida cristiana a favor de otros.
(3) La oración ferviente (vv.17-18). Es una oración que posee un calor muy intenso en lo que se está pidiendo, una oración echa con mucha energía. Santiago nos presenta un ejemplo práctico de oración ferviente: Elías y su pedido de que los cielos se cierren (1 Re.17:1; 18:1) y se abran (1 Re.18:42–45). Este es el tipo de oración que muchas veces no practicamos. A veces oramos sin convicción, o lo hacemos como si tratase de un acto rutinario. No le ponemos pasión al momento de pedir a Dios. Podríamos decir que a Elías le resultaba fácil orar fervientemente porque era profeta y la respuesta estaba casi asegurada. Frente a esta objeción Santiago nos recuerda que él era un hombre común y corriente, ‘sujeto a pasiones semejantes a las nuestras’, por lo tanto no deberíamos pensar que Dios ya no responde hoy a una oración ferviente. Sin embargo la oración ferviente todavía puede cerrar y abrir los cielos. ¡Dios todavía está presente en la historia de la iglesia y su poder no ha menguado!

Conclusión
Estimados hermanos, no olvidemos los consejos sabios de este pastor [Santiago] preocupado por su grey. La mejor terapia contra el sufrimiento es la oración, nuestra prosperidad debe ir acompañada por la alabanza de reconocimiento que todo lo que somos y tenemos proviene de Dios. En la enfermedad podemos ser sanados, pero es necesario el reconocimiento de nuestras culpas, la fe, la oración y la voluntad de Dios. No debemos de olvidar tampoco que somos una comunidad de fe que debe procurar que todos lleguemos a la meta, por eso debemos de hacer todo lo posible por hacer volver a la persona que está errando el camino, haciendo eso, habremos salvado de muerte un alma. Tampoco debemos olvidar el ejemplo de Elías y su oración ferviente que logró la ayuda divina para cerrar y abrir los cielos. El Dios de Elías es también nuestro Dios y camina delante de su pueblo. Dios todavía responde la oración ferviente de su pueblo. Amen.
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Notas Finales:
[1] Recordemos el consejo de la esposa de Job, de maldecir a Dios en medio del dolor. Casi como haciéndole culpable de los males de su creación (ver Job 2:9). En todo caso –siguiendo las palabras de Job- no sólo debemos de recibir solamente lo bueno de Dios sino también el mal (una alusión a las pruebas).
[2] Dios les recordó esto al pueblo de Israel. Ellos no debían de asumirse su prosperidad, por eso el llamado a no olvidarse de él en la nueva tierra que poseerían. En algún momento ellos se sentirían tentados a declarar: ‘Mi poder y la fuerza de mi mano me han traído esta riqueza’. La riqueza de ellos era el producto del pacto de Dios con su pueblo. Por su amor el prosperaría a su pueblo, ellos debían ser honestos en reconocerlo (ver Deut. 8:11-20).

------------ FIN DE LOS ESTUDIOS DE LA CARTA DE SANTIAGO ---------------

Sermon 11 (El juico contra los ricos que oprimen a los pobres)

Pasaje: Santiago 5:1-12.
Tema: El juico contra los ricos que oprimen a los pobres

Introducción
Esta sección nos muestra una protesta de parte de parte de Santiago con respecto al origen de la riqueza de los ricos y el abuso que estos cometían contra algunas personas de humilde condición. Estos últimos debían de apelar a la paciencia, la esperanza de la segunda venida e imitar a los profetas y de Job. En el lenguaje de Santiago, tanto ricos y pobres son la idealización de impíos y justos[1]. Él no se propone descalificar a los ricos, sino su obra, su riqueza mal obtenida y la injusticia cometida contra el pobre que representa al ‘hermano de humilde condición’ (1:9).

I. La obra de los ricos (vv.1-6a).
A. Producirá llanto y miserias (v.1). Santiago empieza este capítulo alertándoles a los ricos las cosas funestas que vendrán a sus vidas. Es como si les dijera que se ajusten los cinturones (Gregory, p.95) porque se aproxima un aterrizaje espantoso que los podría devastar por completo. Santiago les notifica acerca de llanto y miseria, tiene la intención de demostrarles que todo lo que han acumulado injustamente no les librará del dolor, de la miseria, de las consecuencias de tener una existencia vacía y sin Dios. Este ‘llorar aullando (del Gr. ololuzein, así se traduce más correctamente)’ es una especie de duelo adelantado por lo terrible que están próximos a experimentar. El lenguaje de Santiago parece ser muy fuerte, pero sólo corresponde a la realidad y está en concordancia con el lenguaje del AT (Amos 6:1-7) y NT (Lc.6:20-26).
B. Corromperá sus riquezas (vv.2-3a). La ambición y la injusticia de los ricos estropeará lo que ellos más aprecian y valoran. Los ricos a los que hace mención Santiago, tenían predilección por: (1) acaparar alimentos, (2) acumular vestimenta, y (3) coleccionar metales preciosos (Gregory, p.97). Sin embargo, nada de lo acumulado en la vida puede tener una existencia duradera, todo es pasajero, incluso la vida (4:14). Lo único que permanece en el tiempo, es aquel tesoro que se acumula en los cielos (cf. Mt.6:19-20). Entonces es mejor realizar nuestro depósito en el cielo, allí nadie lo robará ni podrá destruirse.
C. Si riqueza mal obtenida testificará contra ellos mismos (v.3b). Resultará sorprendente para los injustos, que su propia fortuna se convierta en la principal evidencia y el principal testigo contra ellos mismos. Por más que le demos mucho cuidado y valor a nuestras riquezas, ellas se volverán contra nosotros mismos. En el día del juicio, hasta nuestra fortuna nos dará la espalda y nos acusará sin que le tiemble la voz. No conforme con eso, ‘devorará del todo [nuestros] cuerpos como fuego’. Sin duda las riquezas mal habidas pagan mal a la persona. Traición por injusticia parece ser la medida que describe la balanza de Santiago en este versículo.
D. Su ambición desmedida los llevará a la injusticia (v.4). La explotación del pobre y la usura parece estar en la mente de Santiago. Esto parece ser parte del triste espectáculo que ofrecía la Palestina del siglo I. La pobreza de uno, era la riqueza del otro.
Para nuestro autor, nada de lo que pasa ‘aquí abajo’, es ignorado ‘allá arriba’[2]. Los gritos debilitados por el hambre clamaban por justicia ante Dios, el defensor de los pobres. La mención intencional de Santiago de llamar a Dios como ‘Señor de los ejércitos’, nos sugiere que Dios, cual guerrero victorioso e invencible, actuará como libertador y vengador de su pueblo.
La retención del salario del jornalero estaba prohibida por la Ley (ver Lv.19:13[3]; cf. Dt. 24:14-15). Hay que recordar que Santiago siempre apela a la Ley para confrontar a sus destinatarios.
E. Producirá una vida libertina (v.5). Las personas creen erróneamente que el dinero es sinónimo de felicidad. El hombre posmoderno piensa que la felicidad sobreviene a la experiencia extrema de nuevas sensaciones. Hoy en día, juntamente con la prosperidad, se puede ver una gran degradación de los valores humanos. El ser humano se ha convertido en un objeto del sistema. Está totalmente despersonalizado y vacío porque trata de llenar su miseria interior con la experimentación de todo tipo de placeres y una vida licenciosa. Se ha entregado por completo a rendirle culto al hedonismo. Eso era exactamente lo que se puede ver en la vida de estos ricos.
F. Los convertirá en verdugos terrenales de los oprimidos (v.6a). En la época era muy común que los ricos llevaran a los pobres a los tribunales por deudas. Esto era una especie de ‘homicidio jurídico’ (MacArthur), pues despojaba al pobre de la oportunidad de trabajar y sostener a los suyos y así mismo; ‘…el quitarle el vestido a una persona o retenerle su salario era arriesgar la vida de ese individuo’ (Keener, p.696).

II. La respuesta de los pobres (vv.6b-8).
A. No ofrecen resistencia frente a la violencia del rico (v.6b). Frente a la violencia del rico, llama la atención la respuesta del pobre. La expresión ‘…sin que ellos opusieran resistencia’ grafica de cuerpo entero la impotencia del pobre y el abuso del rico. El pobre está como callado y sin esperanzas, con su mirada puesta en el vacio. Ésta expresión nos desarma emocionalmente porque se parece mucho a lo que pasa hoy en día en nuestra sociedad. Muchos pobres inocentes van a la cárcel porque no tienen la oportunidad de conseguir un buen abogado. La historia parece estar escrita por los poderosos, sin embargo Dios no se ha olvidado de los pobres.
B. En esta situación deben de echar mano de la paciencia[4] (v.7). Como el labrador, los creyentes que son sometidos a injusticias, deben de esperar los frutos de sus buenas obras. La segunda lluvia, aunque ‘tardía’, llegará. Pronto los campos darán sus frutos y ellos podrán participar de la cosecha. Pues, ‘los que siembran con lágrimas, cosecharán con gritos de alegría. Aunque lloren mientras llevan el saco de semilla, volverán cantando de alegría, con manojos de trigo entre los brazos’ (Salm.126:5-6).
La paciencia es un fruto del Espíritu (Gal.5:22). El creyente debe de revestirse de ella cada día, como señal de que somos ‘escogidos de Dios’ (Col.3:12).
C. Deben de avivar la esperanza de la segunda venida (v.8). El pobre no debe desesperanzarse frente a lo que le toca vivir temporalmente. La parábola del Rico y Lázaro (Lc.16:19-31) nos demuestra que la realidad del cielo es una realidad inversa. El que se humilla será exaltado (Mt.23:12). Ésta obra ya empezó aquí, pero veremos su plenitud en la era venidera. Cristo vino para quitar el trono a los poderosos y exaltar a los humildes, para colmar de bienes a los pobres y enviar vacíos a los ricos (Lucas 1:52-53). Alguien ha dicho que ‘lo último que se pierde es la esperanza’, no deja de tener razón. La esperanza futura de redención y la conciencia de un Cristo liberador, es aquello que sostiene a millones de creyentes en todo el planeta. Nuestro Señor está pronto y ordenará la historia según su justicia, por lo tanto no dejemos de esperar ni anhelar su venida. ¡Nuestro Rey ya viene y con él su justicia!

III. La respuesta pastoral de Santiago (vv.9-12).
De la boca de Santiago sale una protesta profética vehemente contra los ricos opresores, pero también una invocación pastoral y amorosa, a corregirse de las malas acciones. Una cosa no anula la otra en la carta de nuestro autor. Centrémonos ahora en la respuesta pastoral de Santiago:
A. No quejarse ni juzgarse unos a otros (v.9). La queja es casi siempre el resultado de la impaciencia, por eso la importancia que Santiago le da a en esta sección. Es probable que hubiese quejas de ambos lados, por eso la invocación pastoral de parte de Santiago a ambos. Nuevamente nuestro autor conecta la queja con el hecho de juzgar a los demás (4:11). A pesar de ser víctima de la injusticia del rico, el pobre debe aprender a darle el lugar a Dios como Juez justo. Nuevamente la paciencia es necesaria, ‘pues el Juez está ya a la puerta’ y hay que dar paso a su juicio antes que al juicio personal. En lugar del juicio, debemos de dar paso a la oración (cf. v.13). Joel Gregory (p.108) comenta lo siguiente, ‘los cristianos deben orar el uno por el otro en lugar de quejarse el uno del otro. Cuando los creyentes realmente oran por otros cristianos, es muy raro que los critiquen’.
B. Imitar el ejemplo de los grandes hombres de Dios (vv.10-11). Anteriormente Santiago ya había hablado de la paciencia, como una respuesta de los pobres frente a la injusticia y la desesperanza. Ahora nuestro autor va a volver a presentar la paciencia en el sufrimiento como su receta pastoral, sólo que ahora lo hará dando algunos ejemplos prácticos. En primer lugar va a citar a los profetas (de ellos podemos resaltar a Elías, Jeremías, Amós y Juan el Bautista); y en segundo lugar a Job (todos hemos oído de la paciencia de Job, creo que es necesario agregar nada más); finalmente, el ejemplo por antonomasia de nuestro Señor Jesús, quien sufrió pacientemente[5] por rescatar nuestras vidas del pecado. Todos ellos pudieron experimentar la compasión y la misericordia del Señor, en medio de su dolor. Esa es una promesa que anima, Santiago resalta el modo como trató el Señor a Job, al fin de su vida, con toda seguridad que lo hará también con sosotros. Los modelos en la vida cristiana son útiles por ellos nos recuerdan que otros lo lograron y nos animan a hacerlo nosotros también. El CBMH (‘Santiago’, p.284) nos anima a no olvidar que: ‘Los modelos de vida útiles para un cristiano son aquellos que sufrieron por la justicia, aquellos que entregaron sus vidas por una causa mayor que ellos, aquellos que supieron poner el reino de Dios por encima de todas las cosas y las realidades de la vida…’.
C. No hacer falsos juramentos (v.12). Es probable que los ricos estén mintiendo en los tribunales en contra de los pobres, a fin de dejarlos en las cárceles. Es probable también que los pobres, tratándose de defender, estén realizando juramentos en vez de decir simplemente la verdad. En ambos casos, Santiago reprocha esta actitud y les anima, siempre en un tono pastoral, a que simplemente digan la verdad mediante un ‘si’ o un ‘no’. No hacerlo los haría caer en condenación.

Conclusión
Esta sección saca a relucir básicamente dos problemas: (1) la falsa confianza del rico, y (2) el desánimo del pobre. Ambas cosas causan muchas dificultades en la vida de los creyentes. Santiago lo sabe bien, por eso su respuesta pastoral frente a este problema. Estimados hermanos, las injusticias no deben de impacientarnos, deprimirnos ni hacernos perder la esperanza en la segunda venida. Miremos cada día el ejemplo de los profetas, de Job y, sobre todo, de nuestro Señor Jesús. El Señor estuvo con ellos en su sufrimiento y también está con nosotros en nuestras luchas de fe cotidianas. ¡El Rey ya viene, hay esperanza para el oprimido!
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Notas Finales:
[1] En el relato lucano del sermón del monte (Lc.6:20-26), los pobres son consolados y a los ricos se les profetiza ayes. La tensión entre ricos y pobres es muy común en la literatura bíblica. La analogía del rico con el impío, y del pobre con el justo, es evidente.
[2] Aquí Joel Gregory (p.100) comenta acertadamente: ‘El Dios de la Biblia no está encerrado en el santuario. El está presente en los mercados de la humanidad. El observa toda transacción entre mercaderes. El ve a los pobres y a los que los despojan’.
[3] ‘No oprimirás a tu prójimo ni le robarás. No retendrás el salario del jornalero en tu casa hasta la mañana siguiente’.
[4] La palabra griega makrozumia (paciencia), recurre tres veces en esta sección: (vv.7, 8 y 10) y ‘refiere a esa constancia, a ese aguante, a esa perseverancia y entereza que se necesita para poder soportar la injusticia’ (CBMH, ¨Santiago’, p.280). El énfasis de Santiago tiene la obvia intencionalidad de querer impregnar ésta respuesta en la mente de sus lectores.
[5] Cf. Isa.53:7.

Sermon 10 (La falta de humildad en la vida cristiana)

Pasaje: Santiago 4:11-17.
Tema: La falta de humildad en la vida cristiana

Introducción
En esta sección hay una crítica muy fuerte, sobre todo a los ricos comerciantes, quienes se muestran orgullosos y autosuficientes, debido a su posición y su dinero. Hablan mal de los demás, convirtiéndose en jueces de ellos y quitándole el lugar a Dios. Hacen planes personales, pensando que pueden vivir sin Dios y pretenden tener control sobre el futuro. No apelan a la voluntad soberana de Dios, lo omiten y por lo tanto pecan.
En general, nuestro autor quiere dejarnos en claro de qué es lo que pasa cuando la humildad escasea en la vida de las personas.

I. Conduce al orgullo (vv.11-12)
A. El orgullo empuja a la murmuración contra los demás.
Las personas que son gobernadas por el orgullo, se precian a si mismos como perfectos, por lo tanto sólo pueden ver los defectos de los demás y no los defectos propios. La murmuración que alude Santiago, es una que destruye la dignidad de la persona. Que degrada la dignidad de la creación de Dios, que humilla al hombre (quien ha sido creado a la imagen y semejanza de Dios), que menosprecia al hermano, quien ha sido comprado por la sangre de Cristo. El CBMH (´Santiago’, p.263) dice acertadamente en este punto: ‘Hablar mal del hermano es una señal de un tono de superioridad de parte de quien lo hace. Quien habla mal de su hermano o hermana se pone a sí mismo… por sobre la persona que está siendo juzgada’.
Santiago ya nos había aclarado anteriormente (2:8)[1] que el desprecio por los demás es pecado e incumplimiento de la Ley. La ley misma prohibía la desacreditación del prójimo (Se lee en Lv.19:16. ‘No andarás chismeando entre tu pueblo. No atentarás contra la vida de tu prójimo…’). Es probable que quienes hablan contra los hermanos, todavía se sintieran como fieles cumplidores de la Ley. Para Santiago eso sería simple religiosidad. Hoy en día, el panorama todavía resulta similar, muchos creyentes pensamos que somos buenos cristianos, a pesar de nuestras agrias expresiones en torno a los demás. Para Santiago esto sería, sin duda, pura mundanalidad.
B. La murmuración muchas veces va asociada al juicio.
De la murmuración al juicio hay un trecho muy pequeño. Cuando se murmura de una persona, quien lo hace se coloca en una posición de juez, y a eso no hemos sido convocados en la vida cristiana. Jesús nos enseñó que no debemos juzgar a los demás para que no seamos juzgados. Además nos dejo en claro que con la misma rigurosidad con la que pesamos y medimos a los demás, otros lo harán con nosotros (Mt.7:1). Santiago, al igual que nuestro Señor Jesús, le da mucho valor a la misericordia, ésta debe estar por encima del juicio. Pues, ‘…juicio sin misericordia se hará con aquel que no haga misericordia; y la misericordia triunfa sobre el juicio’ (2:13).
C. Juzgar y murmurar de los hermanos, es hacerlo contra la Ley misma.
Como lo dijimos anteriormente, parece que los destinatarios de la carta de Santiago le daban mucha importancia a la Ley. Sin embargo ellos no se daban cuenta que ‘desacreditar a un hermano desacredita la ley de Dios’ (Gregory, p.86). Anteriormente ya había mencionado que nadie puede llamarse fiel cumplidor de la Ley si no lo cumplía en su totalidad (2:10)[2]. Es probable que los hermanos que desacreditaban a otros hermanos, pensaran que no estaban cometiendo pecado, ni mucho menos transgresión de la Ley. Santiago se va a encargar de demostrarles lo contrario. Hablar bien de los demás es una virtud en todas las culturas, todos lo reconocen como algo bueno. Con seguridad que los destinatarios de la carta también lo sabían, por eso su declaración, ‘Si ustedes saben hacer lo bueno y no lo hacen, ya están pecando’ (4:17).
Si juzgar a los hermanos es hacerlo contra la Ley misma, esto al final deviene en un juicio contra el autor de la Ley: Dios mismo. Esto no es otra cosa que herejía. ¿Quiénes somos nosotros para juzgar a Dios? Bien decía el profeta Isaías cuando nos recordaba que ‘…todos nosotros somos como suciedad, y todas nuestras justicias como trapo de inmundicia’ (Is.64:6).
D. Sólo hay un juez.
El juicio no nos corresponde a nosotros porque es un acto que va contra el lugar preeminente, que le pertenece al Juez justo. Por lo tanto (Gregory, p.86):
…calumniar a un hermano es usurpar el lugar de Dios. Dios es el único dador de la ley y juez. Solamente él tiene el derecho de imponer sus edictos con vida o muerte (4:12). El cristiano crítico y arrogante le dice a Dios: ''¡Muévete, hazme lugar en tu trono para mí también!"...
Sólo el juez único tiene capacidad para ‘salvar y condenar’, frente a eso, ¿qué capacidad tenemos nosotros?. Aun cuando quisiéramos juzgar a una persona y luego ‘salvarla’, simplemente no podríamos, menos condenarla. Eso sólo le pertenece a Dios.
Mas adelante Santiago (5:9) va a aclararnos que el juzgarnos unos otros, sin permitir que Dios lo haga soberanamente, sólo nos condena. El juez perfecto vendrá pronto, pues ya está a la puerta, entonces que nos encuentre tratando de usurpar su trono. No olvidemos que el primer pecado fue por querer ser como Dios (ver Gn.3:5-7).

II. Conduce a la autosuficiencia (vv.13-17)
A. La autonomía del ser humano es una ilusión (v.13).
Muchos comerciantes entre los creyentes que recibieron la carta de Santiago, se habían tornado autosuficientes y pretendían ser autónomos en cuanto a las cosas por venir. Olvidaron que hay un Dios en los cielos que tiene escrito nuestra historia persona. Todo lo que pasa, es lo que él quiere que pase. Santiago no está criticando la planificación (cf. Lc.14:28-31) sino la autosuficiencia y la arrogancia del ser humano, que no reconoce que Dios está en control soberano de todo y todos. Por eso decimos que la autonomía del ser humano es una ilusión. El hombre podrá recorrer sus caminos individuales por algún tiempo, pero siempre terminará en el destino que Dios ha trazado de antemano en su soberanía. Querrá escaparse de la presencia de su creador, pero al final siempre terminará delante de él (Sal.139:7-8).
El agravante que vemos aquí es la arrogancia y el deseo de hacer dinero (‘traficaremos y ganaremos’) para autosatisfacerse. Tratar de sacar a Dios del sentido de realización. Sacar a Dios de nuestras biografías, colocando nuestras fuerzas, nuestro dinero y nuestra confianza, en el lugar que a sólo a él le corresponde.
B. Nadie puede jactarse del día de mañana, porque es imposible saber lo que vendrá (v.16; Prov.27:1).
Santiago va a decir, ‘toda jactancia semejante es mala…’, porque ésta descansa sobre la base del orgullo personal y el intento de querer controlar el futuro por uno mismo. Dios no entra en las variables de cálculo del que asume la ilusión de la autonomía y la autosuficiencia.
C. La existencia terrenal es incierta y temporal (v.14).
Nuestra vida puede ser tan fugaz, que a veces es un destello tenue en la historia de la humanidad. Nuestra existencia en la tierra es frágil, breve e incierta (Comentario Matthew Henry, ‘Santiago’, p.51). No podemos predecir cuanto tiempo estaremos aquí. Cuando la muerte nos visita, ni todo el dinero que hayamos acumulado servirá para hacerle cambiar de decisión. Eso sucedió con el rico insensato que se dijo así mismo: ‘…Alma, muchos bienes tienes guardados para muchos años; descansa, come, bebe y regocíjate’ (Lc.12:19b). Dios irrumpe en la escena y le pregunta ‘Necio, esta noche vienen a pedirte tu alma, y lo que has guardado, ¿de quién será?’ (v.20). Hoy estamos y mañana tal vez no. La vida es incierta y pasajera. Las personas, después de muertos somos olvidados rápidamente, pues, como dice Joel Gregory (p.93), ‘a menos que Dios nos recuerde, estamos perdidos’.
Lo efímero de la vida es algo que la Biblia lo describe con las siguientes metáforas: ‘una sombra que se va (Sal. 102:11), un suspiro, un soplo (Job 7:7), una nube que se desvanece (Job 7:9), y una flor silvestre (Sal. 103:15)’ [Gregory, p.93].
D. En la vida cristiana es mejor descansar en la voluntad de Dios (v.15).
Nadie puede planificar su vida sin considerar la voluntad de Dios. No hacerlo es arrogancia y la arrogancia es pecado. Frente a la manera incorrecta descrita en el sub punto anterior, Santiago, como pastor que instruye con amor, nos presenta la manera correcta de planear: «Si el Señor quiere…». Hay que tener mucho cuidado, porque esta frase se puede trivializar y perder su esencia en nuestros labios. Muchas veces lo utilizamos para evadir una responsabilidad o lo pronunciamos de manera rutinaria[3]. Decirlo tiene que ser una forma como mostramos la convicción de que Dios es soberano y tiene control de nuestra vida.
E. Saber hacer lo bueno, sin hacerlo, es como hacer lo malo (v.17).
Esta es la conclusión final de Santiago en esta sección. Nuestro autor está guardando esta gran verdad –que muchos cristianos pasamos por desapercibido- para el final del capítulo. Es como si tratara de persuadirnos de que la omisión de Dios en nuestros planes, es un pecado en si mismo. Omitir a Dios de nuestros planes es pretender ser dioses de nuestras propias vidas. Ya hemos mencionado que el primer pecado se debió al deseo del hombre de ser como Dios.
De manera general, éste versículo debemos de interpretar como una omisión a hacer lo que es bueno, aun cuando no estemos involucrados directamente en lo malo. El CBMH (‘Santiago’, p.270) lo dice claramente, ‘El cristianismo no es cosa de saber hacer lo bueno, sino de hacerlo’. En conclusión, podemos decir que, ‘lo que uno omite puede ser un pecado tan serio como aquello que uno hace’ (Gregory, p.95).

Conclusión:
Estimados hermanos, no pensemos que la falta de humildad sólo corresponde a los ricos. La realidad es que este mal nos alcanza a todos por igual. Todos necesitamos estar advertidos y ser conscientes de sus resultados funestos en nuestras vidas. El orgullo y la autosuficiencia sólo nos apartan de la presencia de Dios, y esa no es la meta a la cual corremos día a día. Por lo tanto, dejémonos guiar por su palabra, que alumbra nuestro caminar. La vida es pasajera, lo que queda de ella, que sea para darle gloria a él.
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Notas Finales:
[1] ‘pero si hacéis acepción de personas, cometéis pecado y quedáis convictos por la Ley como transgresores’
[2] ‘Si ustedes obedecen todas las leyes menos una de ellas, es lo mismo que si desobedecieran todas’ (BLS).
[3] Así ha sucedido en la historia, ‘los romanos la cristalizaron en la expresión latina deo volente, de la que deriva nuestro conocido “Dios mediante” (CBMH, ‘Santiago’, p.268). Entre los musulmanes ‘uno podrá escuchar repetidamente el término árabe insalah, que significa simplemente, "si Dios quiere" (Gregory, p.94).

Sermon 9 (El problema de la carnalidad en la vida cristiana [parte II])

Pasaje: Santiago 4:7-10.
Tema: El problema de la carnalidad en la vida cristiana (parte II)

Introducción
Luego de haber visto los resultados nefastos de la carnalidad en la vida cristiana, centrémonos ahora en el remedio frente a este gran problema. En esta sección Santiago nos va a entregar una solución con diez acciones concretas (escritos en verbos imperativos), que nos va a ayudar a superar el problema de la carnalidad en la vida cristiana. Antes de eso, hagamos un recuento de los puntos principales y sub-puntos de la primera parte:

----------------------Recuento de la parte I----------------------
I. Produce conflictos entre los hermanos (vv.1-3).
A. Su origen (v.1)
B. Sus consecuencias (vv.2-3).
II. Conduce a amistad con el mundo (vv.4-6).
A. Su origen (v.4b).
B. Sus consecuencias (vv.4a-6)
----------------------2da parte ------------------------

III. El remedio para la carnalidad en la vida cristiana (vv.7-10).
Ya hemos hablado del rol negativo de las pasiones en la vida de la persona. Sin embargo debemos de clarificar que las pasiones no son malas si están regidas por la sabiduría de lo alto (tema al cual Santiago le da mucha importancia). El problema de las pasiones sucede cuando estas están guiadas por la sabiduría terrenal. Ese tipo de pasiones nos llevan a la carnalidad, veamos ahora el remedio de la carnalidad a través de los diez verbos imperativos (diez ‘pastillas’ que expresan órdenes y exigencias) que nos da Santiago:
A. Someterse a Dios (v.7a).
La primera ‘pastilla’ para superar la carnalidad y el desborde de las bajas pasiones, es someterse a Dios. El ‘tratamiento’ empieza por darle el primer lugar a Dios y alinearse bajo su voluntad y señorío. Los dones, las habilidades y los conocimientos en la vida cristiana, no tienen sentido si el creyente no se somete por completo a Dios.
Sin sometimiento, no hay posibilidad para el arrepentimiento de parte del hombre, pues Dios resiste al soberbio (ver v.6, 10). A su vez, sin arrepentimiento no hay posibilidad para el perdón, y sin perdón no puede haber salvación. Santiago le da un lugar importante al sometimiento de parte del creyente hacia Dios. Sin esto, la carnalidad prosperará.
B. Resistir al diablo (v.7b).
Esto está sin duda relacionado a lo anterior. Nadie puede resistir al diablo, a menos que primeramente se someta a Dios y se coloque bajo el manto protector de su poder. Sólo cuando el creyente se somete totalmente al dominio de Dios, encuentra las fuerzas suficientes para resistir al diablo. Resistir es ‘mantener una posición firme en contra’ (MacArthur).
Hay cuatro áreas (citado por Gregory, p.82) en la cual Satanás centra su puntería aciaga: (1) la mente, como en el caso de Eva [Gn.3:1-7]; (2) el cuerpo, como con Job [Job 2]; (3) la voluntad, como la de David [1Cr.21], y (4) la conciencia [Zac.3].
Frente a esto, el llamado de la Palabra de Dios es resistir al diablo estando firmes en la fe (1Pe.5:9) y utilizando toda la armadura de Dios (Ef.6:13).
Aplicación. Este llamado termina con una hermosa promesa: el resultado de someterse a Dios y resistir al diablo, es la huida despavorida de parte de éste último. Con Dios somos fuertes, pues él pelea por nosotros. El diablo, cuando venga a querernos destruir, no verá nuestro rostro, sino el rostro poderoso de nuestro Señor. Su única posibilidad es la huida.
C. Acercarse a Dios (v.8a).
Esto implica la decisión, de parte del creyente, de ‘procurar una vida íntima de amor con Dios’ (MacArthur). Acercarse a Dios en medio de nuestras dificultades demuestra nuestra confianza y sometimiento a él. Cuando decidamos acercarnos, nos daremos con la grata sorpresa que Dios ya ha dado los primeros pasos. Pues ‘cercano está Jehová a todos los que lo invocan, a todos los que lo invocan de veras’ (Salmos 145:18). Acercarse a Dios significa abandonar nuestro pecado y nuestra carnalidad. Joel Gregory (p.83), agrega en este punto:
Muchos santos que perseveran en el pecado no le permiten a Dios que sea tan bueno como él realmente es. Se dicen a sí mismos: He ido demasiado lejos esta vez; él nunca podría perdonar lo que he hecho. Tal desesperanza nunca proviene de Dios. Más bien resulta de la actividad acusadora de Satanás. La palabra de Dios llama a Satanás "el acusador de nuestros hermanos, el que los acusaba delante de nuestro Dios día y noche" (Ap. 12:10).
Muchas veces el diablo emplea nuestro pecado para descalificarnos y acusarnos en nuestra mente, el resultado es que muchas veces los creyentes nos sentimos sin esperanza de perdón y no nos acercamos a Dios por ayuda y redención. Su palabra nos insta más bien a que lo hagamos confiadamente (Heb.7:9)[1].
Aplicación. Como en el caso anterior, este llamado termina con la promesa que nos garantiza que, si nosotros nos acercamos a Dios, el se acercará a nosotros. ¡Que bueno es saber que no estamos sólo en nuestras luchas de fe!
D. Limpiarse las manos (v.8b) y purificar los corazones (v.8c).
La palabra utilizada ‘limpiar’ (gr. kazaridso), utilizada por Santiago, denota la idea de ‘limpiar el corazón de toda iniquidad’ (CBMH, ‘Santiago’, p.261). Las manos también denotan nuestras acciones, al parecer Santiago tiene en mente algunos pecados de sus destinatarios[2], a los cuales les invoca a que abandonen sus prácticas.
El lenguaje utilizado por Santiago nos recuerda la práctica sacerdotal en el AT, de lavarse las manos, como un requisito ceremonial para el encuentro con Dios (Ex.19:22)[3]. Los judíos también se lavaban las manos para estar puros ceremonialmente hablando (Ex.30:20-21)[4]. Todo esto sin duda tenía un valor didáctico, el lavarse las manos y tenerlas limpias, les recordaba que debía de hacer lo mismo con sus vidas mismas. Ya en el tiempo de Jesús, los Fariseos habían literalizado ésta ordenanza. Por eso Jesús les recordó que ‘la purificación del cuerpo no era tan importante como la del alma’ (CBMH, ibíd.).
Aplicación. Después de escuchar esto, estimados hermanos, meditemos en cuan limpios están nuestras manos y cuan purificados están nuestros corazones.
E. Afligirse, lamentarse y llorar (v.9a).
No es un simple acto lastimero, de tratar de convencer a Dios con nuestras lagrimas. Lo que Santiago más bien demanda es un acto que demuestre ‘un sentido de pesar por el pecado cometido, y una afirmación de no volver a cometerlo’ (Ibíd.). La palabra afligíos (gr. talaiporesate) significa ‘sufrir miserablemente, sentirse como una miseria’. Esto da como resultado el lamento y el lloro, y es el resultado de un examen personal, asistido por el Espíritu Santo, quien nos persuade de nuestra condición. Pues ‘Las personas tienen que reconocer lo que son antes de que puedan arrepentirse de lo que son’ (Gregory, p.84). Sin reconocimiento y confesión de pecados no hay perdón. El pecado que Dios no perdona, es aquel que no se reconoce.
Pablo nos habla de dos tipos de tristezas (CBMH, p.262):
“la tristeza que es según Dios”, la cual “genera arrepentimiento para salvación” y de la cual “no hay que lamentarse”, y “la tristeza del mundo”, que “degenera en muerte” (2 Cor. 7:10). Así también Santiago afirma que la tristeza y el pesar por el pecado cometido son el camino del arrepentimiento que llevan a Dios.
Aplicación. Si hay un pecado no confesado en nuestras vidas, humillémonos: aflijámonos, lamentémonos y lloremos, como una señal de un verdadero arrepentimiento. Dios sólo perdona los pecados reconocidos y confesados.
F. Invertir los sentimientos (v.9b).
Cuando la aflicción, el lamento y el lloro suceden; pues entonces la risa y el gozo –que provienen de este mundo- desaparecen. El pecado le quita la alegría al ser humano y lo hunde en una tristeza y miseria lamentable. El pecado invierte nuestros sentimientos, en lugar de gozo, produce aflicción, sentimiento de miseria. En lugar de risa, produce llanto.
Es mejor lamentarse y llorar como una señal de arrepentimiento, que no sea un estado que es el resultado de la desobediencia y el pecado en nosotros.
Para Santiago, la risa es una señal de autosuficiencia de parte del hombre, quien pretende vivir sin Dios, pensando que es suficientemente autónomo y que ha superado la etapa infantil de su existencia. Ese tipo de risa es diferente a la risa de un pecador que ha sido perdonado por Dios y liberado de su cautividad. El ríe y se goza debido a su liberación, declara su alegría a través de cánticos que hablan y reconocen a Jehováh como el hacedor de grandes cosas en medio de su pueblo (ver Salm.126:1-3)[5].
G. Humillarse[6] delante del Señor (v.10).
La última ´pastilla’ del remedio contra la carnalidad nos conduce nuevamente al principio: humillarse delante de Dios. Esta exigencia, al igual que las anteriores, viene con una bendición: la exaltación del que se humilla. Tanto nuestro Señor Jesús (Mat. 23:12[7]; Luc. 14:11; 18:14), como los apóstoles (2 Cor. 11:7; 1 Ped. 5:6[8]), tienen bien en claro que la exaltación es el resultado de la humillación. En la vida de Jesús podemos ver esto, él ‘se humilló a sí mismo’ (Filp.2:8), por lo cual ‘Dios también lo exaltó sobre todas las cosas’ (2:9). Eso no fue lo que pasó con el orgulloso Amán[9] del libro de Ester. Su codicia, su orgullo y su deseo de tener honores, terminaron por llevarlo a una muerte humillante.
La lección es más que clara, el que quiera exaltarse resultará humillado. Por el contrario, quien se humille, será exaltado. Para Santiago está claro que Dios resiste a los orgullosos, eso lo ha dicho ya en el versículo 6. La cita parece corresponder a Proverbios 3:34 (‘El Señor se burla de los burlones, pero trata con bondad a los humildes’, DHH). Por otro lado, Dios nunca menosprecia un corazón contrito y humillado (Salmos 51:17).
Aplicación. Hermanos lo que debemos de procurar en la vida cristiana, es una vida de humildad. La auto-exaltación sólo conduce a la humillación. Analicémonos cada uno de nosotros y veamos dentro de nosotros. No hagamos nada para buscar nuestra propia exaltación, para la foto, para el halago, para que hablen bien de nosotros y para alimentar nuestro orgullo. Por el contrario, hagamos el bien sin esperar aplausos ni frases lisonjeras. Lo que hagamos en silencio, será reconocido en público.

Conclusión:
Hermanos, después de haber visto cada una de las ‘pastillas’ que son parte del remedio contra la carnalidad, dispongámonos para considerar cada una de ellas, de manera que crezcamos en la fe y en la madurez cristiana. Dios detesta a los de ‘doble ánimo’, pero ama al pecador arrepentido. No olvidemos que someternos a Dios, nos permite resistir al diablo; que siempre necesitamos acercarnos a Dios con manos limpias, con aflicción lamento y lloro, como señal de arrepentimiento sincero. Humillarnos delante del Señor, nos garantiza que seremos exaltados por él. Que Dios nos ayude y bendiga.
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Notas Finales:
[1] ‘Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro’
[2] Es por eso que emplea la palabra ´pecadores’ y ‘vosotros de doble ánimo’ (v.8). Algunos de esos pecados ya han sido mencionados en los vv. 1-4.
[3] ‘Que también se santifiquen los sacerdotes que se acercan a Jehová, para que Jehová no haga entre ellos estrago’.
[4] ‘Cuando entren en el Tabernáculo de reunión, se lavarán con agua, para que no mueran, y cuando se acerquen al altar para ministrar y presentar la ofrenda quemada para Jehová, 21se lavarán las manos y los pies, para que no mueran. Y lo tendrán por estatuto perpetuo él y su descendencia a través de las generaciones’.
[5] ‘Cuando Jehová hizo volver de la cautividad a Sión, fuimos como los que sueñan. Entonces nuestra boca se llenó de risa y nuestra lengua de alabanza. Entonces decían entre las naciones: «¡Grandes cosas ha hecho Jehová con estos!». ¡Grandes cosas ha hecho Jehová con nosotros! ¡Estamos alegres!’
[6] ‘Humillarse, tapeinozete, significa bajarse, reducirse, achicarse. La raíz de la palabra humildad deriva del latín humus, que significa tierra. Humillarse es volverse a la tierra, acercarse a la tierra’ (CBMH, Santiago, p.262).
[7] ‘porque el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido’.
[8] ‘Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él os exalte a su debido tiempo’.
[9] ‘El rey Asuero preguntó a la reina Ester: —¿Quién es, y dónde está, el que ha ensoberbecido su corazón para hacer semejante cosa? 6Ester dijo: —¡El enemigo y adversario es este malvado Amán!...’ (Ester 7:5-6a).

Sermon 8 (El problema de la carnalidad en la vida cristiana [parte I])

Pasaje: Santiago 4:1-6.
Tema: El problema de la carnalidad en la vida cristiana (parte I)

Introducción
Para Santiago, el problema de la carnalidad en la vida cristiana, se expresa de dos maneras: (1) las peleas entre los creyentes, y (2) la amistad con el mundo. En esta sección, nuestro autor nos revela cual es el origen de ambas y cuales son sus funestos resultados.

I. Produce conflictos entre los hermanos (vv.1-3).
A. Su origen (v.1)
1. Las pasiones[1] (los ‘malos deseos’, DHH). Santiago no duda ni un momento en señalar que las peleas y los pleitos, entre los hermanos, vienen de los malos deseos que habitan en la naturaleza humana, en nuestro interior. Santiago no espiritualiza la inmadurez ni el pecado de las personas, en el sentido de culpar de todo al diablo[2]. Él no duda en señalar nuestra responsabilidad y participación en los problemas que cotidianamente suceden en nuestras relaciones. La enseñanza de Santiago está en concordancia con la enseñanza de Jesús. Nuestro Señor también señaló nuestro interior, como el origen de todo lo pecaminoso (cf. Mt.15:19, DHH)[3].
2. Están presentes en nuestros miembros[4] (interior, DHH). Por lo tanto es imposible desarraigar las pasiones de nuestro interior. Nuestra naturaleza ha sido afectada por el pecado, por lo cual, muchas veces pecamos. En la vida cristiana tenemos que aprender a aceptar y reconocer las formas tras las cuales se ocultan nuestras pasiones y resistirlas con el poder del Espíritu Santo y la sabiduría que Dios nos da. Nuestro interior debe de estar sometido a la soberanía de la voluntad de nuestro Dios, sólo de esa manera podremos neutralizar las pasiones que viven en nuestro interior.
Las pasiones producen un serio combate en nuestro interior ‘…los judíos hablaban de un impulso malo que, según los rabinos posteriores, dominaban las 248 partes del cuerpo’ (Keener, 2006, p.693). Es posible que ese impulso malo sean las pasiones.
B. Sus consecuencias (vv.2-3). Los pleitos, las disputas y la presencia de pasiones incontroladas producen serio resultados en la vida de las personas. Aquí Santiago va a mencionar por lo menos cinco, a saber:
1. Codicia. La ambición desmedida y enfermiza hace que nunca nos sintamos satisfechos. Mientras más grandes sean nuestras pasiones (deseo de placer) más insatisfechos nos volveremos como personas. La verdad es que ‘Si pudiéramos tener todo aquello que planificamos tener, todavía querríamos más’ (CBMH, Tomo 23, ‘Santiago’, p.254). Los placeres nunca tienen un límite y encarcelan a los seres humanos en una celda que sólo puede ser rota por el poder de Dios. A veces la cárcel de la codicia, también puede ser nuestra tumba.
Ilustración (Una historia del novelista ruso León Tolstoi): Nuestro autor nos relata la historia de un hombre poseído por la codicia desmedida por poseer tierras, a quien:
Alguien le prometió que podría ser dueño de toda la tierra que pudiera rodear caminando entre el amanecer y la puesta del sol en un día determinado. Comenzó a paso normal. Sin embargo, impulsado por su ambición, comenzó a acelerar. Pronto echó a correr, esforzándose por hacerlo cada vez más y más rápido. El cuerpo le ardía de fiebre. Se arrancó la camisa y se quitó sus botas. El sol estaba por ponerse y él se lanzó hacia su destino. Llegó al punto de partida justamente cuando los últimos rayos desaparecían en el oeste. Exhausto, murió. La única tierra que obtuvo fue la de una sepultura: 2 metros de largo por 60 centímetros de ancho (citado por Gregory, 1986, p.75).
La codicia es un anti-valor en el cristianismo. Lo contrario es la solicitud para dar y compartir (cf. Prov.11:24-27)[5].
2. Envidia. Santiago presenta la envidia como algo que inflama a las personas. Sin duda esto debe tener la idea de que la envidia es como una ventana del infierno en las personas. Por eso, ‘La expresión que se traduce ardéis de envidia conlleva este sentido del infierno en el que una persona envidiosa se introduce’ (CBMH, Tomo 23, ‘Santiago’, p.255)
3. Pleitos. Sin duda los pleitos engendran guerras. Hace algunos meses Hugo Chávez amenazó con hacer guerra a Colombia por causa de sus pleitos ideológicos con EE.UU. Acusó a Colombia de ser un país al servicio del ‘imperio’ y en oposición a Ecuador, su supuesto aliado en la región.
4. Homicidio. Las pasiones, las codicias y el deseo enfermizo de satisfacer a la carne, llegan a su punto más alto con el asesinato. Codicia, envidia, pleitos y homicidio están emparentados, una cosa lleva a la otra. Hace sólo unas semanas, en la televisión se informó de una mujer en EE.UU. que había matado a sus 4 ex esposos, para cobrar el seguro de vida.
Entre los creyentes es probable que esto no suceda, Santiago está refiriendo sin duda a las malas intenciones del corazón. En 1 Jn.3:15, se lee: ‘Todo aquel que odia a su hermano es homicida…’. ¡Entre los creyentes no debe ni puede haber odios ni conflictos no resueltos ni postergados por muchos años!
5. No recibir lo que se pide de Dios. El v.2 (DHH) ya nos había declarado, ‘ustedes quieren algo, y no lo obtienen’ y el v.3, ‘Pedís, pero no recibís’. En el primer caso, se pide para alimentar las codicias y en el segundo caso, para satisfacer los deseos insanos de nuestra naturaleza afectada por el pecado. La ‘motivación maligna en la oración hace que Dios no actúe’ (Gregory, p.78). Aun pidiendo cosas correctas, en las maneras correctas, es posible que terminemos dándole un uso incorrecto. Dios no se presta al juego aunque hagamos algo tan espiritual como orar. No podemos engañar a Dios a un cuando nos vestimos de ‘espirituales’, él no puede ser burlado por nadie.
C. Aplicación. Hermanos, ¿cuántas veces no le culpamos al diablo acerca de nuestro fracaso en las relaciones interpersonales, de nuestros pleitos y disputas en la iglesia? El problema en realidad es la falta de sabiduría para guiarnos en la vida. La falta de sabiduría es una responsabilidad nuestra. Santiago nos ha mencionado anteriormente (1:5) que si no la tenemos, debemos pedirla. Entonces, su ausencia no es responsabilidad de Dios, sino de nosotros, por no pedirla.

II. Conduce a amistad con el mundo (vv.4-6).
A. Su origen (v.4b). Como en el caso de las peleas entre los hermanos, Santiago tiene bien en claro el origen de la amistad con el mundo, este se debe a la:
1. Fascinación por lo terrenal. Hay muchas cosas del mundo que pueden seducirnos: el dinero mal ganado, la posición, el poder, la fama, las posesiones, inclusive familiares, etc. La vida cristiana es un llamado a la renuncia de las cosas terrenales que nos atan al mundo y nos alejan de Dios. Sin embargo a veces hay quienes darían su vida por lo terrenal y efímero. La vida misma es efímera. Muchos cristianos[6] en los primeros siglos, durante las persecuciones, no estimaron sus vidas como preciosas y aceptaron el martirio con dignidad, otros tantos, fascinados por lo terrenal, naufragaron en su fe, negando al único Kyrios, a quien la iglesia pertenece.
B. Sus consecuencias (vv.4a-6)
1. Adulterio (infidelidad) espiritual (4a). El lenguaje utilizado aquí por Santiago, nos recuerda claramente al utilizado también por el profeta Oseas, para referirse a la relación entre Israel y Dios. Para nuestro autor, la infidelidad a Dios se expresa mediante la amistad con el mundo. La relación con nuestro Dios es excluyente de cualquier otro tipo de relación con cosas o personas, que quieran tomar lugar único de él. La vida cristiana es un llamado radical a una relación con Dios (‘…aborrecerá al uno y amará al otro…’, Mt.6:24b). La iglesia es llamada ‘esposa de Cristo’ (2Co.11:2; Ef.5:25-27) porque está unida espiritualmente a él. La amistad con el mundo sólo nos lleva a pecar, y pecar es un acto de adulterio en contra de Dios.
2. Enemistad contra Dios (v.4b). El lenguaje radical de Santiago se hace mucho más extremo al declarar que la amistad con el mundo es enemistad con Dios (v.4b). Juan, de la misma manera, nos va a decir que sólo se puede ser frio o caliente, no hay lugar para un estado intermedio de tibiez espiritual (Ap.3:15-16). La relación con Dios es radical y excluyente, no existe puntos medios, se está de lado del Señor o en contra de él.
3. Resistencia a la obra de Dios (v.6). Esto se expresa a través del orgullo de la persona que ha sido totalmente seducido por el mundo. La soberbia, altanera, arrogante, orgullosa, vanidosa, que se jacta de su posición y desprecia a los otros (2 Tim. 3:2–4), es una de las características de aquellos que han sido abandonados por Dios, en el vocabulario de Pablo (Rom. 1:30). Dios no tiene nada que ver con los soberbios.
4. Estimula el celo de Dios, mediante el Espíritu Santo (v.5). Se puede definir el celo (epipozeo)[7] como ‘…una reacción a la percepción de una amenaza contra una relación valiosa’ (Clanton, citado por Gregory, p.80). Esta es una reacción positiva de parte de Dios, él como un Dios celoso (parece que Santiago quiere resaltar esta característica de Dios, mostrada a lo largo de todo el AT), reacciona mediante su Espíritu Santo, al ver nuestra relación amenazada por la intromisión seductora del mundo. Dios mismo está preocupado por mantener su relación de esposo, con cada uno de los creyentes. Cuando resultamos seducidos por el mundo, el Espíritu de verdad nos convence de nuestro mal proceder y nos guía a ‘toda la verdad’ (Jn.16:12).


Conclusión
Estimados hermanos, luego de ver lo dañino que resulta la carnalidad en la vida cristiana, consideremos y repensemos nuestra relación con Dios y con nuestros hermanos. Las pasiones (malos deseos) y la amistad con el mundo, sólo producen tristeza, frustración y alejamiento de la voluntad de Dios. Grandes males se pueden suceder en nuestras vidas por dar lugar a la carnalidad. No olvidemos que la amistad con el mundo es enemistad contra Dios. Que él, en su misericordia, por el sacrificio de su hijo y el celo de su Espíritu nos alerte de caer en una vida opuesta a su voluntad divina.
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Notas Finales:
[1] Del griego hedonai. Esta palabra denota la presencia de deseo de placeres, pasiones.
[2] Esto de ninguna manera significa que el diablo no tenga nada que ver en los problemas de relaciones entre los hermanos. Más adelante, nuestro autor va a invocarnos a resistir al diablo (4:7), eso deja entrever que el diablo también cumple un rol importante en los pleitos y guerras entre la humanidad. Sin embargo, en el creyente está la decisión de ceder o no a la tentación.
[3] ‘Porque del interior del hombre salen los malos pensamientos, los asesinatos, el adulterio, la inmoralidad sexual, los robos, las mentiras y los insultos’.
[4] Algunos comentaristas como Joel Gregory (1986, p.77) sostienen que la palabra ‘miembros’ alude a la presencia de ‘varios miembros de la iglesia involucrados en actividades competitivas, hacia conflictos inevitables’.
[5] ‘Hay quienes reparten, y les es añadido más; Y hay quienes retienen más de lo que es justo, pero vienen a pobreza. El alma generosa será prosperada; Y el que saciare, él también será saciado. Al que acapara el grano, el pueblo lo maldecirá; Pero bendición será sobre la cabeza del que lo vende. El que procura el bien buscará favor; Mas al que busca el mal, éste le vendrá’.
[6] En una carta de Ignacio de Antioquía, enviado a la iglesia en Roma, antes de su martirio, escribió lo siguiente: ‘…no entreguéis al mundo a quien no anhela sino ser de Dios; no me tratéis de engañar con lo terreno. Dejadme contemplar la luz pura. Llegado allí seré de verdad hombre’ (González, 2002, p.72)
[7] Esta palabra griega, ‘…significa desear, anhelar, buscar con amor, apetecer, y aun codiciar’ (CBMH, , Tomo 23, ‘Santiago’, p.259)

Sermon 7 (Los dos tipos de sabiduría)

Pasaje: Santiago 3:14-18.
Tema: Los dos tipos de sabiduría

Introducción
Aun cuando la sección anterior (el uso de las lenguas) pareciera no tener ninguna relación con este pasaje, sin embargo, para Santiago las palabras y la sabiduría de una persona tienen una intimidad extraordinaria. Como diría Gregory (p.70), ‘La sabiduría en la mente determina el tipo de palabras en la boca’. Para nuestro autor, la sabiduría también determina la conducta en el ser humano.

I. La sabiduría terrenal (vv.14-16).

Este tipo de sabiduría es la que mueve y organiza la vida en el mundo. Es el conocimiento humano no redimido por Dios, por lo tanto falible y dañino para las relaciones interpersonales. Los creyentes debemos de estar atentos porque a veces, este tipo de sabiduría, puede posicionarse, victoriosa, en la iglesia. Veamos algunas de sus características:
A. Características de la sabiduría terrenal o humana
1. Es terrenal (v.15a). Pues no viene de Dios, sino de este mundo, de la filosofía, de las ciencias. Este tipo de ‘sabiduría’ confunde inteligencia con sabiduría, es limitada en tanto que es terrenal. Los grandes ‘sabios’ de este mundo han sido Marx (‘La religión es el opio del pueblo’), Freud (‘Dios es una ilusión’), Feuerbach (‘la fe limita y embrutece al hombre’), Diderot (‘la fe es un principio fantasioso’), Nietzche (‘Dios ha muerto…’), etc. Su ‘sabiduría’ ha pasado por la historia sin mayor éxito, quienes creyeron en su pensamiento hoy se esconden porque lo que antes defendían ardorosamente, hoy en día suena sin sentido y pasado de moda.
2. Es animal [‘puramente humana’ en la NVI] (v.15b). Dado que no es espiritual sino ‘natural’. El ‘…hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura; y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente’ (1Cor.2:14). El hombre natural no puede entender la sabiduría divina por sus propios medios. Necesita nacer de nuevo y la guía del Espíritu Santo.
3. Es diabólica (v.15c). Si es terrenal y humana, y si éste mundo y el hombre -en su estado caído-, están bajo el reinado de Satanás, entonces ésta sabiduría sólo puede ser diabólica[1].
B. Los resultados de la sabiduría terrenal
1. Celos amargos [envidias que amargan el corazón] (v.14a). La sabiduría humana acompañada del orgullo, deja siempre un sabor amargo en el corazón de los demás. Joel Gregory (1986, p.71) comenta en este punto: ‘La frase hace referencia a un fanatismo profano que se niega a reconciliarse. No hay oportunidad para nada que sea abierto, conciliatorio, o redentor’.
2. Rivalidad (v.14b). Lo anterior desemboca en rivalidad facciosa, en espíritu partidista. ‘Facciones, divisiones, partidismos, eso es lo que promueve la sabiduría que no viene de Dios’ (CBMH, Tomo 23, ‘Santiago’, p.247). Una iglesia estará más unida si utiliza la sabiduría divina.
3. Jactancia (v.14c). Uno de los bandos declara su superioridad al sentirse vencedor. Esto sólo alimenta su orgullo. La palabra de Dios declara que la jactancia no es buena (1Cor.5:6).
4. Mentira (v.14d). La sabiduría terrenal muchas veces hace uso de la mentira para poder obtener el ‘éxito’.
5. Perturbación [‘confusión’ en la NVI] (v.16a). Una vida así no puede tener tranquilidad, está constantemente perturbada por la vida superficial, vacía y falsa que vive. El caos y la confusión la envuelven y no la dejan en libertad.
6. Obra perversa [‘acciones malvadas’ en la NVI](v.16b). Lo malo siempre engendra lo malo. La sabiduría humana no siempre ayuda a los propósitos de Dios, a veces se opone a Dios y conduce al ser humano a acciones pecaminosas.

II. La sabiduría divina (vv.13, 17-18)
La sabiduría divina, o de lo alto[2], es la capacidad de ‘saber ordenar toda la vida de acuerdo con la voluntad de Dios’. Eso quiere decir que la sabiduría divina produce en nosotros un estilo de vida, que es la vida cristiana misma. Esta sabiduría está al acceso de todos, ya Santiago había invitado a sus lectores, al inicio de su carta, a que lo pidan libremente, dándoles la garantía de que lo recibirán (1:5). Veamos ahora algunas características de esta sabiduría:
A. Características de la sabiduría divina
1. Es práctica (v.13). Al igual que la doctrina cristiana (ya hemos hablado anteriormente del carácter teórico-práctico del pensamiento cristiano [la fe se cree y se vive]), la sabiduría no es un simple ejercicio mental, puesto que la sabiduría, que llega a nosotros mediante el oír la palabra, se hace carne y se evidencia por nuestra obras, mediante la buena conducta, ‘portándose con humildad’ (BLS).
2. Es pura (v.17a). Porque, ‘Es sin mezcla, libre de cualquier cosa falsa o corrupta. No hay en ella intenciones ocultas. En todo momento puede mostrarse a la luz del día’ (Gregory, p.72). Lo puro refiere también a lo santo, por eso la intención de Santiago de colocarlo en primer lugar (‘…es primeramente’). Si Dios es santo, su sabiduría también lo es. En cuanto a nosotros, el autor de Hebreos sostiene que debemos seguir la santidad, ‘sin la cual nadie verá al Señor’ (12:14).
3. Es pacífica (v.17b). La sabiduría divina se evidencia en el compromiso sólido con promoción de la paz, puesto que ésta trae el Shalom[3] de Dios, trabajaba para que le alcance a todos y vive en medio de ella.
4. Es amable (v.17c). La amabilidad es una marca de todos los cristianos (Filp.4:5, DHH)[4] y de Cristo mismo (2 Cor.10:1a, DHH)[5]. La sabiduría de lo alto le enseña al creyente a ser amable con sus semejantes (amar a los demás en tanto que en ellos habita la imagen de Dios).
5. Es benigna (v.17d). Aquí la DHH lo traduce como ‘docilidad’. La persona que lo posee, es de ‘buen tino, fácil de persuadir, no obstinada ni arrogante, que muestra buena disposición para hacer las cosas, que es generosa, dócil y humilde de corazón, benigna’ (CBMH, Tomo 23, ‘Santiago’, p.251).
6. Llena de misericordia (v.17e). Anteriormente, Santiago ya nos había hablado del valor y de la superioridad de la misericordia sobre el juicio (2:13). La misericordia ‘es una característica de una persona que es deseosa de perdonar, de pasar por alto los errores de los otros, pequeños o grandes, que es deseosa de dar perdón a quien se equivoca, que desea llevar a cabo con los otros todo acto de amabilidad’ (CBMH, Tomo 23, ‘Santiago’, p.251).
B. Los resultados de la sabiduría divina.
1. Una vida llena de buenos frutos (v.17f). Una vez más Santiago vuelve a insistirnos en el valor que él le confiere a las buenas obras, como un indicativo de la verdadera fe que justifica. La sabiduría divina se valida por los frutos. Jesús alguna vez dijo: ‘Pero la sabiduría de Dios se demuestra por sus resultados’ (Mt.11:19b, DHH).
2. Una vida sin incertidumbre (v.17g). Es decir sin imparcialidades (este es un asunto que anteriormente ya criticó nuestro autor en el 2:4), sin discriminación de personas, que aplica justicia, porque reparte a cada uno lo que le corresponde y que no se mueve por temor a los hombres.
3. Una vida sin hipocresía (v.17h). Este tema también ya ha sido abordado por Santiago cuando se refirió al doble uso de la lengua (uno positivo y negativo). Quien vive de acuerdo a la sabiduría divina, puede amar sin fingimiento (Rom.12:9a; 1Pe.1:22a)[6] a los demás. La sabiduría divina hace que nos mostremos como somos, no se solapa en máscaras.
4. Una vida en paz, que cosechará justicia (v.18). La sabiduría divina nos introduce en una vida de paz[7] y de armonía con nuestro creador y con nosotros mismos, al sabernos amados y herederos de la vida eterna (la justicia de Cristo imputada a nuestra cuenta). La ‘verdadera sabiduría es la sabiduría de la paz, no la de la violencia’ (Keener, p.692). El compromiso cristiano es construir y cuidar de la paz aun en tiempos de paz[8]. La justicia sólo puede florecer en un ambiente de paz espiritual (MacArthur).

Conclusión
Estimados hermanos, después de conocer, por la palabra de Dios, de la existencia de dos tipos de sabidurías que producen dos tipos de vivir totalmente diferentes, estimulémonos a considerar la sabiduría divina como nuestra norma de vida. No olvidemos que la sabiduría de Dios se expresa en lo práctico y que puede proveernos ‘una vida llena de buenos frutos’. Por el contrario la sabiduría terrenal sólo proveen ‘envidias que amargan el corazón’, rivalidades, orgullo, mentira, confusión y toda obra perversa. Que Dios nos ayude en la vida cristiana y que nuestra decisión sea vivir según su sabiduría.
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Notas Finales:
[1] Anteriormente Santiago también había relacionado el mal uso de la lengua con el infierno (cf.3:6).
[2] ‘De lo alto’ es una manera judía de decir ‘de Dios’ (Jn.3:3,7) (Doerksen, 1996, p.85).
[3] Shalom ‘…es un concepto claramente bíblico. Significa integridad, sanidad, bienestar, paz; y por ende, prosperidad, amistad, contentamiento, tranquilidad, relación de pacto, ausencia de guerra y otros derivados’ (CBMH, Tomo 23, ‘Santiago’, p.250).
[4] ‘Que todos los conozcan a ustedes como personas bondadosas. El Señor está cerca’
[5] ‘Yo, Pablo, les ruego a ustedes, por la ternura y la bondad de Cristo…’.
[6] ‘El amor sea sin fingimiento…’; ‘Al obedecer a la verdad, mediante el Espíritu, habéis purificado vuestras almas para el amor fraternal no fingido…’.
[7] La palabra griega eirene denota: ‘…un estado de tranquilidad nacional, la ausencia de guerra, seguridad, prosperidad, felicidad, ausencia de conflicto entre individuos, armonía, concordia y también la paz que Cristo trae, el camino de salvación, la seguridad tranquila de aquella alma que se sabe perdonada por Dios y que no tiene nada que temer para el día de su muerte, y que por eso puede contentarse con su destino terrenal, cualquiera que fuera’ (CBMH, Tomo 23, ‘Santiago’, p.252)
[8] Los romanos sostenían erróneamente lo siguiente: ‘Si vis pacem, para bellum’ (Si quieres la paz, prepárate para la guerra). Para ellos, la forma de asegurar la pax romana era haciendo la guerra y sometiendo a los demás pueblos; Santiago por el contrario sostiene acertadamente que la paz se cosecha por sembrar paz.

Sermon 6 (Peligros en cuanto al mal uso de la lengua)

Pasaje: Santiago 3:1-12.
Tema: Peligros en cuanto al mal uso de la lengua

Introducción
De todos los escritores bíblicos del NT, Santiago es quien dedica más tiempo al tema de la lengua (el hablar), puesto que ésta resulta indomable. En esta sección, nuestro autor compara la lengua con el fuego, las manchas, las bestias, y el veneno. Los peligros del mal uso de la lengua son múltiples. En este pasaje Santiago nos va a advertir acerca de algunas de ellas.

I. Conduce al protagonismo (v.1)
A. Ser maestro en tiempos de Santiago.
En Israel, ser maestro o rabí, era un cargo de alto honor. Arthur Carr (citado por Gregory, 1986, p.64) menciona que:
El hablar con el maestro, invitarle a ser su huésped, casarse con su hija, era considerado en Israel como el más alto honor. Se esperaba que los hombres jóvenes consideraran una gloria llevar la carga del rabino, traerle su agua, enalbardar [poner una silla de montar] su asno

De manera que ser maestro en Israel, representaba posición, poder y prestigio. El problema de fondo aquí es buscar ser maestro de muchos, sólo por protagonismo, sin aplicar la verdad que se está enseñando. La reputación del maestro cristiano no se basa en lo que dice, sino en lo que hace.
B. La elocuencia de la lengua no es la base de la enseñanza bíblica.
Recordemos que Santiago nos llama una y otra vez a ser ‘hacedores’ de la palabra. La vida cristiana no sólo se basa en decir lo correcto, sino que se complementa con hacer lo correcto.
C. Palabras sin obras, termina en condenación.
La semana pasada, Santiago nos había notificado acerca de la existencia de una fe falsa, que de ninguna manera justifica. Aquí el sentido va a ser el mismo. Pretender elocuencia en la enseñanza bíblica y separarlo de las obras, tiene un final infeliz. Dios nos va a juzgar por cada palabra que digamos (Mt.12:36-37)[1]. Sin embargo, el juicio final será más exigente para aquellos que conocemos más y enseñamos de la palabra (Lc.12:48)[2].

II. Empuja a la ofensa verbal (vv.2-4)
A. El elemento principal para la ofensa es nuestra propia lengua.
Santiago menciona, ‘todos ofendemos muchas veces’ y no deja de estar en lo cierto. Pero, desde que los efectos de la lengua muchas veces son negativos, lograr controlarla nos ahorrará muchas desavenencias en las relaciones interpersonales en la iglesia y en el hogar.
B. Quien no ofende, es una persona perfecta[3].
Lo que Santiago está tratando de decirnos es que, aquella persona que logra controlar su lengua, es una persona madura en la vida cristiana. La forma de mostrar nuestra madurez en la vida cristiana, es por el uso de nuestra lengua.
C. Quien logra domar su lengua, puede controlar sus pasiones.
Quien logra controlar su lengua y no es controlado por ella, está en condiciones de poder controlar las pasiones de sus cuerpos. Nuestro cuerpo es comparado con una bestia salvaje (el caballo cimarrón), que sólo puede ser domado por nuestra lengua. También es comparado con el pequeño timón de un barco, que tiene el poder de controlar una enorme embarcación, y hasta resistir grandes tempestades.
Aplicación: ¿De qué manera estamos utilizando nuestra lengua?, ¿la dominamos o ella nos domina a nosotros?

III. Produce jactancia/orgullo (v.5)
A. A pesar de ser un pequeño músculo recubierto de una membrana mucosa, su poder es inimaginable.
Por eso es que se jacta de muchas cosas. Sin duda el mal uso de la lengua vuelve orgullosas a las personas. En la vida he conocido muchas personas que se jactan de sus cargos, de sus conocimientos, de su dinero, de su posición. Siempre están hablando de si mismos y esperando halagos de las personas. También he visto su final, sus historias nunca tienen un final feliz.
B. Siendo pequeña destruye mucho.
Nuestro autor compara la lengua con una chispa, que siendo tan pequeña, puede incendiar un inmenso bosque. La National Geographic, en una publicación de Febrero de 1983, dio cuenta que:
…un incendio hizo estragos en el sudoeste de Australia. Los vientos llegaron a ser huracanados, y en cuestión de horas las llamas avanzaron velozmente a lo largo de kilómetros de costa. En veinticuatro horas un amplio radio de ricas tierras de cultivo y un fragante bosque de eucaliptos quedaron reducidos a tierra calcinada. Setenta personas murieron, y los daños materiales se calcularon en más de 450 millones de dólares.

De la misma manera la lengua puede destruir o levantar a una persona. El buen o mal uso de la lengua es una decisión que cada creyente debe de hacer, sin desconocer sus consecuencias. La vida y la muerte están en poder de la lengua (Prov.18:21).
Aplicación: Una sola palabra puede carbonizar para siempre la reputación de una persona. ¿De qué manera estamos usando nuestra lengua en relación a los demás?

IV. Contamina todo el cuerpo (v.6)
A. Todo el cuerpo se contamina por un pequeño miembro contaminado.
Santiago presenta aquí a la lengua ‘como una fuerza corruptora que se extiende por toda la persona’ (Comentario Matthew Henry, ‘Santiago’, p.38). Una fuerza que –en algunas personas- ha usurpado el mando del entendimiento y que por eso gobierna y recorre todo el cuerpo, cual victorioso general, llenando de su inmundicia y devastando todo el cuerpo. De esta manera termina inflamando ‘el curso de nuestra vida’ (LBA).
B. El origen de la contaminación y del fuego destructor de la lengua, es el infierno mismo.
Nuestro autor señala a la Gehena, como el origen de la perversa combustión de las llamas de la lengua. La Gehena sólo se menciona aquí y en los evangelios. En este punto Gregory (p.69) comenta, ‘…ninguna otra cosa de la creación se relaciona de esa manera con las llamas del mismo infierno’. Eso nos da una idea del poder que Santiago le atribuye a la lengua.
Aplicación: Hermanos no dejemos que la lengua contamine lo que Dios ha santificado. Seamos sacrificios vivos, santos y agradables a Dios.

V. A veces la lengua se vuelve indomable (vv.7-8)
A. A veces resulta más fácil domar una bestia salvaje, que domar nuestra lengua. Nos resulta increíble ver tigres salvajes, actuando como gatitos indefensos en los circos. Nos llena de orgullo la superioridad del hombre sobre las bestias[4] más salvajes de la creación, pero aun cuando eso hemos logrado, ni siquiera hemos podido domar la lengua de nuestro propio cuerpo. Ya para la época de Santiago, el hombre había logrado domar la lengua de los animales, Peter Muller (citado por Gregory, p.68) nos da cuenta que: ‘Octavio, quien más tarde llegaría a ser el emperador Augusto, regresó a Roma tras derrotar a Marco Antonio. Se le regaló un cuervo adiestrado para decir: "Ave César, líder victorioso”’.
B. Dejar la lengua a su merced es un peligro, pues está llena de ‘veneno mortal’.
Dejar que nuestra lengua se pasee a rienda suelta, es como dejar que una mamba negra[5] se pasee por el dormitorio de nuestros hijos. Sería un acto de tremenda irresponsabilidad, por eso la urgencia y la necesidad de domar nuestra lengua y ponerle freno.
Aplicación: Dominemos nuestra lengua y no dejemos que ella nos domine a nosotros.

VI. Vuelve hipócritas a las personas (vv.9-12)
A. Pues con ella se bendice a Dios y se maldice a los hombres.
No solo debemos decir frases bonitas a Dios en el templo, sino también fuera de el, en nuestro contacto con la creación de Dios. Para Santiago, bendecir el nombre de Dios y maldecir a los hombres (‘que están hechos a la semejanza de Dios’)[6], es un acto de refinada hipocresía[7].
B. Esto es inconsistente.
Santiago no puede entender que con la misma boca con la cual tomamos la Cena del Señor, predicamos las sanas palabras del evangelio y oramos, podamos también chismear, calumniar, insultar y maldecir. Simplemente es inconsistente. Una boca purificada[8] no puede tener un uso pecaminoso. ¡De una misma fuente no puede aflorar agua dulce y salada a la vez!
Aplicación: ‘Hermanos míos, esto no debe ser así’. Santiago nos habla siempre en un lenguaje muy pastoral, él mismo se incluye entre las personas a las cuales demanda.

Conclusión
Después de leer a Santiago podríamos concluir que ningún ser humano puede dominar su propia lengua. La mala noticia es que estamos en lo cierto, pero la buena noticia es que Dios si puede hacerlo. El gran Agustín, comentando de Santiago con respecto a la posibilidad de dominar nuestra propia lengua, escribe: ‘[Santiago] no dice que ninguno pueda domar la lengua, sino que ningún hombre [sólo y por su propia cuenta]; de manera que cuando es domada confesamos que esto ha sucedido por causa de la misericordia, la ayuda, la gracia de Dios’. Pidamos que Dios a través de su Espíritu Santo nos ayude en este intento, de manera que seamos presentados como hombres maduros y cabales para honra de Dios.
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Notas Finales:
[1] ‘Pero yo os digo que de toda palabra ociosa que hablen los hombres, de ella darán cuenta en el día del juicio, pues por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado’.
[2] ‘Pero el que sin conocerla hizo cosas dignas de azotes, será azotado poco, porque a todo aquel a quien se haya dado mucho, mucho se le demandará, y al que mucho se le haya confiado, más se le pedirá.’
[3] Del griego te,leioj. Su significado denota madurez en el sentido fisiológico. Esta palabra se empleaba para designar a un hombre completamente desarrollado, que ha llegado a su mayoría de edad, a diferencia de un niño quien no ha logrado desarrollar completamente. De ninguna manera se debe de entender la ‘perfección’, en el lenguaje de Santiago, como un sinónimo de ausencia de pecado.
[4] Santiago enumera la creación viviente animal en sus cuatro categorías básicas: bestias, aves, serpientes y peces.
[5] Serpiente muy venenosa de la familia de las cobras, caracterizada por ser muy rápida. Puede matar antes que se aplique un antídoto a la persona.
[6] El NCB: Siglo XXI, comenta en esta parte, ‘En los días del autor, el rey o emperador ponía su estatua en las ciudades de su dominio. Si alguno la insultaba o maldecía, era tratado como si hubiera maldecido al emperador en la cara, porque la estatua era la imagen del emperador. Por lo tanto, insultar a una persona, hecha a la imagen de Dios, es como insultar al mismo Dios.’
[7] El diccionario de la RAE define así la hipocresía: ‘Fingimiento de cualidades o sentimientos contrarios a los que verdaderamente se tienen o experimentan.’
[8] Un serafín fue enviado por el Señor para que purificara -con carbones encendidos- los labios inmundos del profeta Isaías, puesto que iba a anunciar su palabra (Is.6:4-7). Isaías entendió perfectamente que pecado y santidad no se debían mezclar en una misma fuente.

Sermon 5 (Características de la verdadera fe)

Pasaje: Santiago 2:14-26.
Tema: Características de la verdadera fe

Introducción
En esta sección, Santiago va a argumentar a favor de la unidad y la indivisibilidad de la fe y las obras. La verdadera fe es aquella que se expresa en buenas obras, puesto que las obras son la evidencia irrefutable de una fe verdadera. Sin embargo hay el peligro de descansar sobre una fe muerta, que no es fe al fin, sino un remedo torpe de la única y verdadera fe. La fe que es muerta, no puede justificar a la persona, tampoco el creer en lo correcto lo puede hacer (ortodoxia). Si la fe no va acompañada de obras, simplemente no es fe.

I. La verdadera fe no consiste en palabras (vv.14-16).
A. Decir que uno tiene fe, no garantiza una fe verdadera (v.14a).
La fe verdadera no trata solamente de palabras, ya Santiago nos había animado a que seamos hacedores y no solamente oidores de la Palabra. Una fe verdadera no se basa en lo que uno dice que puede hacer, sino en lo que uno hace. La vida cristiana es por naturaleza, cien por ciento práctica.
B. ¿Podrá ‘esa’ fe salvarle? (v.14b).
Esta es la traducción que emplea la NVI, para referirse a la fe que no es verdadera. Así como hay una religión verdadera basada en lo práctico (atender a los pobres en su aflicción y conservarse limpios del mundo), también existe una fe verdadera, basada en lo práctico (p.ej. atender a los pobres en su necesidad; ver v.15).
Santiago no se propone nunca querer descalificar la doctrina paulina de la justificación, que es el resultado de una fe verdadera, lo que quiere descalificar es la perversión de la fe verdadera.
C. Un ejemplo práctico de la fe que sólo se basa en palabras (vv.15-16).
Santiago nos presenta ahora un ejemplo de una fe basada solamente en palabras. Para esto utiliza la ilustración de un hombre o una mujer (probablemente huérfano o viuda, según el contexto) que no tienen con que vestirse y que comer (ambas son las necesidades más básicas del ser humano). Si alguien, a quien le es presentado el caso, opta por despedirlo de manera burlesca[1], espiritualizando su respuesta, que fe verdadera puede haber en él. El Nuevo Comentario Bíblico: Siglo Veintiuno, comenta en esta parte: ‘La expresión Id en paz implica una palabra de bendición específica. Calentaos y saciaos hace que esta bendición sea específica. Es piadosa. Está llena de fe; Dios proveerá. Es muy religiosa. Es teológicamente correcta. Lo que falta es el ir al guardarropas y la cocina y tomar de la propia ropa y comida y compartirla con el hermano que está en desgracia.’
Santiago termina el v.16 (NVI) con una pregunta contundente: ‘¿De qué servirá eso?’. La respuesta es predecible: ¡de nada!

II. La verdadera fe se expresa en obras (v.18).
A. Fe y obras no pueden separarse nunca.
En esta parte Santiago recrea el dialogo con una persona imaginaria, quien le insiste en separar fe y obras, como si se tratase de dones diferentes. Santiago responde defendiendo la inseparabilidad de la fe y las obras. Fe y obras son como dos lados de una misma moneda, no pueden separarse, de lo contrario carecerían de valor.
B. Fe sin obras, es una fe falsa.
La evidencia de una fe verdadera, son las obras. La fe no es ‘un simple ejercicio intelectual carente de compromiso activo a la obediencia práctica’ (MacArthur).
C. Obras sin fe, es mera filantropía.
El amor por lo semejantes (filantropía) no es algo malo en si mismo, pero no alcanza para ser salvos. Nadie puede reclamar salvación simplemente por practicar la filantropía. La salvación es el resultado de la justicia de Cristo imputada a favor de nosotros.

III. La verdadera fe no consiste en creer lo correcto solamente (v.19).
A. Decir que uno cree en Dios no garantiza una verdadera fe.
Ya hemos mencionado en un sermón anterior, que la ortodoxia, sino no va acompañada de ortopraxis, se descalifica a si misma. Hay que recordar el énfasis que Santiago pone a lo práctico, al hecho de ser hacedores y no solamente oidores (o conocedores). La fe no se mide por el discurso religioso, por más correcto que pueda ser en la teoría.
Nuevamente, frente a su oponente imaginario, Santiago le menciona una verdad de la ortodoxia judía (‘Tú crees que Dios es uno’, cf. Deut. 6:4-5)[2], no descalifica esa verdad, pero intenta decirle, que decirlo no le garantiza nada.
B. Los demonios también creen y tiemblan.
Para Santiago el mero creer que Dios existe, no es ningún merito. ¡También los demonios lo creen y hasta tiemblan! Tiemblan porque saben que sus actos no son justos (por el contrario son rebeldes) y que terminarán en el infierno. De la misma manera nuestro autor quiere que los que han pervertido la fe tiemblen ante Dios y muestren su fe verdadera por sus obras.

IV. La verdadera fe es vivificada por las obras (vv.17, 20, 22, 26).
A. La fe sin obras, es muerta (vv.17, 20b, 26b). La fe muerta es una fe falsa que no es fe en su esencia. Es una falsificación barata de lo que es la verdadera fe, por esto está muerta, por que no produce frutos. Judas (v.12) compara a los falsos maestros como ‘…árboles otoñales sin fruto, dos veces muertos y desarraigados’. La fe es vivificada por las obras, y los que la practican, también.
Entre los escritores de la antigüedad (i.e. Epicteto), la palabra ‘muerto’ era utilizada para designar lo inservible (Keener, p.690).
B. La fe se perfecciona por las obras (v.22).
Santiago quiere darnos la idea de plenitud de la fe. En esta parte John MacAthur comenta, ‘Así como un árbol frutal no ha llegado a su meta hasta que da fruto, la fe no ha alcanzado su perfección hasta que se demuestra por medio de una vida justa’.

V. “El hombre es justificado por las obras y no solamente por la fe” (vv.21-25).
A. ¿Justificación por las obras o para buenas obras?
Santiago no se propone desdecir a Pablo en cuanto a la justificación sólo por fe. Tampoco se propone introducir una nueva doctrina de justificación por obras. Anteriormente ya había sostenido que la salvación –en cuanto buena dadiva y don perfecto- es un don gratuito (ver 1:7). De manera que necesitamos poner sus palabras en su contexto. Lo que está tratando de decirnos es que, ‘uno es salvado por lo que hace, así como por lo que cree’. En el sentido de que las acciones son la prueba de la fe (Comentario Bíblico Beacon, ‘Santiago’, p.222. Las negritas son mías). Recordemos que para Santiago, fe y obras son una unidad indivisible. En esta sección, ‘No concluye que el hombre es justificado por las obras y no por la fe, sino que es justificado por las obras y no por la fe sola. Santiago cree en la justificación por la fe, pero no en una fe que no tiene obras (Doerksen, ‘Santiago’ en Comentario Bíblico Portavoz, p.70)’. Somos justificados por la fe que se expresa en obras.
B. Ejemplos prácticos, acerca de esta declaración.
1. Abraham. Dado que los lectores de Santiago son mayormente judíos, nuestro autor toma la figura del patriarca para sostener de manera gráfica, lo que quiere demostrar. Para él, el hecho de que Abraham haya estado dispuesto a sacrificar a su hijo, fue contado como un acto que lo justificaba. Ese acto solamente demostraba ‘la autenticidad de su fe y la realidad de su justificación ante Dios’ (MacArhur). Notemos que este acto es posterior al hecho de ser declarado justo ante Dios (Gn.12:1-7; 15:6). La obra fue un acto posterior a la justificación de Abraham.
2. Rahab. Ella demostró fu fe verdadera ‘al arriesgar su vida y la de su familia para proteger a los mensajeros de Dios’ (MacArthur). Su fe la llevó a la acción. Su obra fue la mayor confirmación de que en ella habitaba una verdadera.

Conclusión:
Estimados hermanos, las enseñanzas de Santiago nos proveen un excelente complemento a las enseñanzas de Pablo, en cuanto a la justificación y la fe. Lo que Santiago ha querido demostrarnos, es que la fe debe vivirse y no solamente pensarse o decirse. Hemos sido justificados no por buenas obras sino para buenas obras. Este el sendero que nos toca transitar en la vida cristiana. Que nuestra fe, base de nuestra justificación, sea verdadera y que se exprese día a día en buenas obras. No olvidemos que la fe verdadera alegra el corazón de Dios y hermosea nuestras vidas.
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Notas Finales:
[1] Pues le dice que se vaya en ‘paz’, que se abrigue y coma hasta saciarse.; ¡como lo haría, si precisamente le falta ropa y comida; para eso vino ante él! ¿Como tendría paz en una situación así.
No olvidemos que hacer escarnio del pobre, o burlarse de él, es lo mismo que burlarse de Dios mismo.
[2] El Shemá, constituía la doctrina básica y fundamental de la ortodoxia judía. Recordemos que Santiago escribe ‘a las doce tribus que están en la dispersión…’ (1:1).