martes, 31 de marzo de 2009

Sermon 4 (El problema de la discriminación)

Pasaje: Santiago 2:1-13.
Tema: El problema de la discriminación

Introducción
El problema de la discriminación es algo que parece haber existido entre los lectores de la carta escrita por Santiago. En algunos pasajes nuestro autor se refiere a ricos y a pobres. Pareciera ser que ambos grupos convivían juntos dentro de la misma hermandad (lo que reconocemos hoy como la iglesia). Santiago se propone en esta sección, sacar a relucir un problema que había entre los hermanos, a fin de abordarlo en un estilo muy pastoral. Su objetivo no es ridiculizar al rico e idealizar al pobre, sino regular los favoritismos que se hacían en torno a ellos.
Veamos algunas verdades, en cuanto al problema de la discriminación, entre los creyentes.

I. Sucede también entre los creyentes (vv.1-3).
A. El llamado está dirigido a los hermanos ‘que creen en nuestro glorioso Señor Jesucristo’ (v.1, DHH). El problema de la discriminación parece ser un asunto que también ocurre entre los creyentes. Santiago utiliza la palabra ‘hermanos’ para referirse a sus destinatarios[1]. Eso quiere decir que los creyentes estaban haciendo acepción de personas entre ricos y pobres.
B. La fe de los creyentes excluye la discriminación. Santiago utiliza la palabra ‘vuestra fe’, no como un sinónimo del acto de creer, sino para referirse ‘a la fe cristiana como un todo, cuyo enfoque principal es Jesucristo’ (MacArthur). La verdadera fe se opone a la discriminación del pobre. En el sermón anterior dijimos que Dios es presentado en el AT como el defensor de los pobres (huérfanos, viudas y extranjeros sin tierra), entonces, afrentar a los pobres, es afrentar al mismo Dios[2]. Si Dios defiende al pobre y no hace acepción de personas, su pueblo está llamado a hacer lo mismo[3].
Entonces, si la fe de los creyentes excluye la discriminación, la practica de nuestra fe, debe ser sin acepción de personas.
C. Ni el oro, ni la ropa lujosa, pueden ser la unidad de medida para que las personas sean aceptadas. Santiago menciona estos dos aspectos externos de la riqueza. En la época, lo ricos llevaban anillos de oro en cada dedo (excepto el dedo medio), para evidenciar su riqueza. Al parecer los hermanos habían caído en las mismas redes y reglas del mundo: valorar a las personas por su apariencia y sus posesiones. Debemos de recordar que, ‘…la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee’ (Lc.12.15b).
Aplicación. Estimados hermanos, nuestra sociedad es una de las sociedades más discriminantes. En el mundo uno vale por lo que tiene. Constantemente se hacen diferencias entre los pobres y los ricos. De una manera se les trata a los ricos, por ejemplo, en el poder judicial, y de otra manera a los desposeídos. ¿Podríamos decir que en la iglesia tales prácticas no existen, o hemos sucumbido a las reglas de este sistema?

II. Convierte a los creyentes en jueces mal intencionados (v.4).
A. Discriminar a las personas por tener o no tener dinero, es una forma de juzgarlos. En toda discriminación, o favoritismo, existe un juicio de valor contra la persona. El juicio es un acto que no está permitido a los creyentes, porque ese es un rol reservado solamente para Dios.
B. La Palabra nos insta una y otra vez a no ser jueces de nuestros hermanos[4]. Dios no nos ha llamado a la vida cristiana a ser jueces de nadie. Mucho menos jueces injustos con malas intenciones, como es el caso de los destinatarios de la carta de Santiago. Él les llama la atención fuertemente por actuar de esa manera.
Aplicación. Estimados presentes, les animo a que revisemos nuestras relaciones y veamos dentro de nosotros mismos. ¿La forma como nos relacionamos con algunos, es la de un juez injusto, que se deja llevar por los favoritismos, o somos personas que practicamos la igualdad?

III. No permite ver el rol de los pobres en la historia de la salvación (v.5-7).
A. Los pobres en riquezas materiales han sido elegidos para ser ricos en fe (v.5a). No significa que la fe es un monopolio de los pobres, sino, que, ‘al no tener en este mundo las satisfacciones que los ricos encuentran, se hallan más libres de los muchos peligros que las riquezas ocasionan y más inclinados a depender de la providencia divina’ (Comentario Matthew Henry, ‘Santiago’, p.27).
B. También para ser herederos del reino (v.5b). Santiago no se propone decir que los ricos, por ser ricos, están excluidos de la fe y del reino. Por lo tanto, no debemos de interpretar ambos versículos en términos económicos solamente. J. Alonso aclara que el término pobre, es una espiritualización del piadoso, por lo tanto debe de tomársele como un sinónimo. Eso lo vemos claramente cuando vemos la última parte del v.5. Note que la promesa está dirigida a ´los que lo aman [a Dios]’.
C. La incomodidad de Santiago aumenta al darse cuenta que los hermanos, a los cuales está dirigida la carta, se han puesto del lado de los opresores y han dado la espalda al piadoso- pobre (v.6). Se han enfilado con los que blasfeman el nombre de Jesucristo (v.7). En buena cuenta están participando, por complicidad, del pecado de los blasfemos. Más adelante Santiago va a sentenciar ‘el que sabe hacer lo bueno y no lo hace, comete pecado’ (4:17, RV95).
Es muy probable que estos hermanos piensen que podían obtener favores, debido a su adulación hacia los ricos. Pero parecen no darse cuenta que es un acto de desprecio y maltrato contra los pobres. No se dan cuenta que a los ricos no les interesaba sus lisonjas, pues igual estaban dispuestos a llevarlos a los tribunales.
Amar a los ricos y respetarlos no es el problema, sino hacerlo de manera que se discrimine a los pobres.
Aplicación. En nuestra vida como creyentes, nuestro deber es estar del lado de la verdad, de la justicia y de nuestros hermanos (cuando ellos están en lo correcto). En 2Cor.6:14-15, La Palabra nos insta a no unirnos ‘…en yugo desigual con los incrédulos, porque ¿qué compañerismo tiene la justicia con la injusticia? ¿Y qué comunión, la luz con las tinieblas? 15¿Qué armonía puede haber entre Cristo y Belial? ¿O qué parte el creyente con el incrédulo?’.

IV. No permite a los creyentes cumplir los preceptos divinos (vv.8-12).
A. La Ley prohibía la acepción (favoritismo, discriminación) de personas. Por lo tanto, quienes discriminaban, estaban incumpliendo la Ley de Dios. En Levítico 19:15 (cf. Dt.1:17; 16:19,20) dice: ‘No cometerás injusticia en los juicios, ni favoreciendo al pobre ni complaciendo al grande: con justicia juzgarás a tu prójimo’. Queda claro entonces que hacer favoritismo no permite cumplir con la Ley de Dios.
B. Jesús resumió la Ley en dos mandamientos. Aquí Santiago cita el amor al prójimo como una forma de cumplir con la Ley suprema. Entonces, hacer acepción de personas, era un incumplimiento de la Ley, los convertía en transgresores de la misma.
C. La Ley tiene un carácter integral. Es decir, se tiene que cumplirla por completo. De igual modo, la vida cristiana es integral, o se es creyente o no se es. No hay lugar para la tibieza, pues si no se es caliente, se es frio. Santiago no distingue pecados grandes o pequeños. El pecado, por más pequeño que nosotros pensemos, es igualmente pecado.
D. La ley de la libertad. Santiago ya nos había hablado de esto en el capítulo anterior (1:25). La ley de la libertad es una alusión al evangelio de Jesucristo. Es en esta ‘ley’ donde se demanda misericordia y se premia al misericordioso. Ese es el evangelio que debemos seguir. Esta ley está en concordancia con la ley mosaica y no se opone a ella.
Aplicación. A veces podemos descansar en el hecho de que no hemos matado a nadie, o que no somos adúlteros, pensando de esta manera que ya hemos cumplido todo en la vida cristiana, sin embargo, hacer acepción de personas, me lleva a la misma categoría de un asesino o un adúltero.

V. No permite apropiarse de la misericordia de Dios (v.13).
A. El favoritismo muchas veces lleva a una misericordia desigual. Debido a la acepción de personas, muchas veces los seres humanos tenemos una regla de medida para unos y otra para el resto. Aplicamos misericordia a unos y se la negamos a otros. Somos menos estrictos con los que más tienen y mucho más duros con los que menos tienen.
B. La inmisericordia nos expone a un juicio sin misericordia. Puesto que de la misma manera como juzgamos, seremos también juzgados. Con la misma medida con que medimos, nos medirán (Mt.7:1-2).
C. Por el contrario, la misericordia triunfa sobre el juicio. Puesto que Dios se muestra misericordioso, en el juicio, con quienes hacen misericordia[5].
Severidad, misericordia y juicio se ven claramente en la parábola de Mt. 18:23-35.
Aplicación. Hermanos, debemos de ser conscientes de que ‘Dios juzgará con severidad al que no tenga misericordia. Pero el que sea misericordioso no tiene porque temer, pues cuando sea juzgado obtendrá victoria. La misericordia, en la lucha entablada con el juicio, logrará el triunfo’ (Salguero, citado en el Comentario Matthew Henry, ‘Santiago’, p.30)

Conclusión
Estimados hermanos, sin duda, necesitamos reflexionar profundamente en cuanto a la forma como nos relacionamos con los demás. No olvidemos nunca que hacer las cosas en desmedro de los pobres, es una afrenta directa contra Dios. No está mal tener consideraciones hacia el rico, lo que está mal es no hacer lo mismo con el pobre.
En una sociedad tan desigual y tan discriminadora, los creyentes estamos llamados a ser luz en medio de las tinieblas. Los favoritismos no deben pasar entre los creyentes. Que el Señor nos ayude y transforme.
Notas Finales:
-----------------------
[1] ‘Hermanos míos…’ (2:1); ‘Hermanos míos amados…’ (2:5); ‘Hermanos míos…’ (2:14).
[2] Cf. Prov.17:5. ‘El que se burla del pobre ofende a su Creador; el que se alegra de su desgracia no quedará sin castigo (DHH).
[3] ‘Porque Jehová, vuestro Dios, es Dios de dioses y Señor de señores, Dios grande, poderoso y temible, que no hace acepción de personas, ni recibe sobornos, 18que hace justicia al huérfano y a la viuda, que ama también al extranjero y le da pan y vestido. 19Amaréis, pues, al extranjero, porque extranjeros fuisteis en la tierra de Egipto.’ (Dt. 10:17-19).
[4] Mt.7:1-2; Lc.6:37.
[5] Salmo 18:25; ‘Con el misericordioso te mostrarás misericordioso, y recto con el hombre íntegro’.
Mateo 5:7; ‘Bienaventurados los misericordiosos, porque alcanzarán misericordia’.

No hay comentarios: