jueves, 26 de marzo de 2009

Historia de la Pastoralia


I. INTRODUCCION GENERAL DEL CURSO
1.1 Origen de la palabra ‘pastor’ en la Biblia
1.2 ¿De qué hablamos cuando hablamos de pastoral?
1.3 Imágenes del pastor en el Antiguo Testamento
1.4 Imágenes del pastor en el Nuevo Testamento
1.5 Imágenes del pastor en el arte cristiano del cristianismo primitivo
II. EL CUIDADO PASTORAL EN EL CRISTIANISMO PRIMITIVO
III. UNA REVISIÓN DE LA PASTORAL DESDE LA PERSPECTIVA CATOLICA
IV. UNA REVISIÓN DE LA PASTORAL DESDE LA PERSPECTIVA PROTESTANTE
V. LA LABOR PASTORAL EN LA IGLESIA ACTUAL

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Estimados amigos, quisiera compartir mis apuntes del curso de 'Historia de la Pastoralia', que estoy dictando en este ciclo 2009-I, en el SEBSUR, donde soy profesor. Lamento no poder compartirles todo el curso, dos razones predominan para esto: (1) lo estoy terminando de elaborar, y (2) quisiera reservarmelo, puesto que podría utilizarlo en el futuro sin que otros ya lo hayan usado. Por favor si lo van a citar, respeten la autoría.

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I. INTRODUCCION GENERAL DEL CURSO

1.1 Origen de la palabra ‘pastor’ en la Biblia

La figura del pastor, como persona que cuida de un rebaño, obviamente está relacionada a la tradición agropecuaria de Palestina, ésta actividad era ‘una parte importante de la economía’ (Kittel, Friedrich y Bromiley, 2003, p.879). De manera que el origen de la figura del pastor debemos de entenderlo desde la perspectiva del Antiguo Testamento y no como una institución neotestamentaria. El cristianismo primitivo entendió la figura del pastor cristiano, desde la perspectiva y la tradición veterotestamentaria. La figura del pastor les resultaba muy familiar, no sólo por la tradición del campo, sino también por las múltiples referencias al pastor y el rebaño –en sentido figurado- del AT.

James Patch (‘Shepherd’ en la International Standard Bible Encyclopedia, disponible en CD-ROM) nota que la labor del pastorado en Israel recaía principalmente en el dueño del rebaño (Gén.4:4; 30:40; compare Eze.34:12), pero eventualmente podía delegar el cuidado a sus hijos (Gén.29:9; 1Sam.16:19; 17:15) o a sus familiares (Gén.31:6). En esos casos, el cuidado del rebaño quedaba casi asegurado, pero a veces sucedía que el rebaño era encargado a ‘un guarda’ (1Sam.17:20), en tales condiciones, el podía ser descuidado o abusado (Isa.56:10,11; Ez.34:8,10; Zac.11:15,17; Jn.10:12). Esa misma figura se aplica al pastorado tanto del AT como del NT.

El nexo que hay entre el pastor y el rebaño, siempre viene a través de una entrañable relación, una relación de cuidado, compasión, alimentación y amor. Por eso el lenguaje utilizado por los escritores bíblicos para describir el cuidado pastoral de Dios hacia su pueblo, siempre incluye estos aspectos, en el AT. En el NT, esa relación entre pastor y rebaño se mantiene.

En el AT se utiliza la palabra roeh. El pastor tenía la función de buscar buenos pastos y agua para el rebaño. Además debía curar las ovejas cuando resultaban heridas y protegerlas de las bestias salvajes. El cuidado espiritual no era del todo diferente, los ‘pastores’ estaban llamados a llevar al pueblo a la Ley.

En el NT, la palabra griega para designar al pastor es poimen. Aquí el pastor adquiere un significado mucho más espiritual que en el AT, dado que ellos son los llamados a cuidar de la iglesia de Cristo. Para eso deben de cumplir ciertos requisitos dados por Dios a través de los escritores bíblicos (cf. 1Tim.3:1-7; Tit.1:6-9, 1Pe.5:1-4). Otras palabras que se utilizan para designar al pastor son: ancianos y obispos. La palabra poimen recurre 9 veces en los evangelios sinópticos (Mateo, Marcos y Lucas) y 6 veces en el evangelio de Juan. Otras formas derivadas de poimen aparecen en las epístolas y en Apocalipsis.

1.2 ¿De qué hablamos cuando hablamos de pastoral?

Cuando hablamos de pastoral, inmediatamente se dibuja en nuestra mente el pastor y las cosas que éste realiza a favor de su grey. Esta idea no está del todo lejos del concepto de la labor pastoral, puesto que pastoral tiene que ver con todas las acciones llevadas a cabo por el pastor[1], a favor del necesitado[2] en su diario vivir. La pastoral, entre tantas cosas, busca la consolación, la edificación, la exhortación, la madurez espiritual y el entrenamiento para la nueva vida en Cristo, del individuo. Se nutre y tiene por fuente principal el amor de Dios por su iglesia y el mundo pecador, al cual quiere salvar y sanarle las heridas infringidas por el pecado. En este sentido, la pastoral es la expresión misma del amor de Dios. Es Dios, el Pastor por excelencia, quien deposita de su amor en personas llamadas al ministerio- y en la iglesia, como comunidad- a fin de demostrar su amor incondicional a los necesitados. Jorge A. León (1998, p.237) escribiendo en torno a la relación amor de Dios y labor pastoral, menciona:
El pastor que desee cumplir el ministerio de cuidar pastoralmente a la familia mayor, la iglesia, y también a la familia nuclear, y a la extendida, debe sentir un gran amor hacia Dios en correspondencia con el sublime amor con que Dios le ama en Cristo…

Existe un enfoque erróneo de la pastoral en el sentido de reducirla solamente al plano espiritual. La pastoral trasciende a la simple formula de orar por las personas, pedirle que sigan confiando en Dios y luego despedirlas[3]; o subir al púlpito dos o tres veces por semana para ‘decirle algo’ a la congregación. La pastoral es un universo con muchos planetas, que muchas veces se desatienden o se soslayan, ya sea por desconocimiento o desidia.

La dimensión pastoral tiene que ver mucho con la compasión, es decir, el padecer juntamente con las personas. Compasión no es sinónimo de lástima, es identificación experiencial[4] junto a los que sufren. A este tipo de pastoral nos impele Pablo cuando escribe la Epístola a los Romanos ‘... lloren con los que lloran’ (12:15b). Esta pastoral -de padecer juntamente con los que sufren- nos constriñe a la experiencia profunda de caminar junto al necesitado, en su sendero marcado por las vicisitudes, la exclusión, la injusticia, la postergación e indiferencia. Además tiene que ver con el hecho de pasar tiempo con las personas en sus necesidades verídicas, que no siempre son de tipo espiritual. Esta declaración hace que emerja un aspecto importante en la labor pastoral, la presencia del ministro o la comunidad de creyentes, que a la vez se expresa en relaciones entre quien pastorea y la grey o, en sentido general, la comunidad misma.

Orar por las necesidades en sí mismo no es malo. Pero una pastoral que sólo enseña la oración y que se olvida de la acción, es patéticamente una pastoral cercenada y limitada. ¿Qué se hace cuando un padre de familia extensa pide ayuda porque no puede encontrar un trabajo y consiguientemente no puede alimentar a los suyos? A veces la respuesta única es pedirle que permanezca en oración –lo cual está bien- pero no se le acompaña en la búsqueda de mejores horizontes en un plano meramente práctico, tampoco se le enseña creativamente la habilidad de generar su propio espacio de trabajo y sus propios ingresos. A eso nos referimos cuando hablamos de una pastoral mutilada, que espiritualiza las necesidades humanas.

El Diccionario de Ética Cristiana y Teología Pastoral (2004, p.120) define con precisión la labor pastoral –haciendo énfasis en la iglesia como comunidad pastoral- de la siguiente manera:

El cuidado pastoral es la puesta en práctica del interés que siente la iglesia por las necesidades cotidianas y últimas de sus miembros y de la comunidad más amplia en que éstos se insertan.

Orlando Costas (citado por Cuenca[5], 1993, p.11) también tiene una buena definición de lo que representa la labor pastoral. Ella vendría a ser:

Toda aquella acción que busca correlacionar el Evangelio o la fe cristiana con las situaciones concretas del diario vivir, sirviendo de puente para la experiencia de la fe en la vida cristiana.

1.3 Imágenes del pastor en el Antiguo Testamento

En el AT, a diferencia del NT, el pastor no siempre es un clérigo. La responsabilidad pastoral a veces recae sobre el rey[6] de Israel, como en Ezequiel 34. Otras tantas veces sobre líderes en asuntos temporales como en Génesis 47:17 con el cuidado que brinda José a sus familiares (una representación del cuidado de Dios hacia su pueblo) y en Isaías 44:28, donde Ciro el rey de Persia es llamado ‘mi Pastor’. Este ‘Pastor’ tiene el encargo de parte de Dios de ‘…sujetar naciones delante de él y desatar lomos de reyes; para abrir puertas delante de él, puertas que no se cerrarán’; en el capítulo 63:11, Moisés es mostrado como el pastor que guió al pueblo de Dios desde Egipto hasta la tierra prometida. No obstante la labor de Moisés, Dios es mostrado como el pastor por excelencia (cf. Is.63.14). El Qohelet (el predicador del libro de Eclesiastés), rey de Israel en Jerusalén, también se presenta figurativamente como ‘un pastor’ (Ecl.12:11). A pesar del rol de estos líderes, Yahveh es el verdadero pastor de Israel (Sal.80:1, 2), es el que reunirá a su rebaño nuevamente y lo guardará en el redil (Jer.31:10).

Sin duda el Salmo 23 representa una de las descripciones más hermosas de lo que significa el pastorado del Señor. Yahveh es un pastor que se preocupa de que no le falte nada a su rebaño (v.1), pues los conduce siempre hacia pastos delicados y aguas de reposo (v.2). El rebaño se siente seguro bajo el cuidado de Yahveh, ni el ‘valle de sombra de muerte’ le da temor, pues sabe que el cayado (v.4) del pastor ahuyentará a lobos, osos y leones (Am.3:12, cf.1Sam.17.34-37). Este pastor, a diferencia de los pastores terrenales, que engordan al rebaño para luego entregarlo al matadero, le garantiza vida eterna a su rebaño (v.6).

Las personas y naciones que han abandonado a Yahveh son llamadas ‘ovejas sin pastor’. Eso lo podemos verificar en Números 27:17; 1 Reyes 22:17; 2 Crónicas 18:16; Ezequiel 34:5,8 y Zacarías 10:2 (cf. Mt.9:36; Mrc.6:34 en el NT).

1.4 Imágenes del pastor en el Nuevo Testamento

Jesús como modelo de pastor
En el NT, Jesús se presenta como el pastor por excelencia. El simplemente es el ‘buen pastor’. Su amor llevado al extremo le hace dar la ‘vida por sus ovejas’ (Jn.10). Los pastores terrenales están bajo la influencia de Jesús, quien es el ‘príncipe de los pastores’ (1Pe.5:) y pastorean la iglesia bajo el llamado (Ef.4:12; 1Tim.1:12; 2Tim.1:9) y la supervisión de él (Heb.13:17b). Jesús es el ‘gran pastor’ (Heb.13:20) quien resucitó para dar vida eterna a sus ovejas. Estos son los tres títulos pastorales que recibe Jesús en la literatura del NT.

El modelo pastoral de Jesús sirve como base para la pastoral cristiana, de ahí que todos los pastores terrenales deben de replicar el modelo del pastor por antonomasia. La antítesis de la pastoral de Jesús es la pastoral asalariada. El evangelista Juan nos trasmite la protesta y la indignación del ‘príncipe de los pastores’, con respecto al pastor asalariado, en estos términos (Jn.10:12-13, DHH):


…pero el que trabaja solamente por la paga, cuando ve venir al lobo deja las ovejas y huye, porque no es el pastor y porque las ovejas no son suyas. Y el lobo ataca a las ovejas y las dispersa en todas direcciones. Ese hombre huye porque lo único que le importa es la paga, y no las ovejas.

Por el contrario Jesús es un pastor que: (1) conoce a sus ovejas y es conocido por ellas, pues han aprendido a escuchar su voz entre mil voces. El conocimiento trasciende a la simple información de algunos datos básicos, esto tiene que ver con un conocimiento profundo de la persona, hecho que ha devenido a la relación estrecha, empática y amorosa de parte del pastor [Jn.10:14, 27]; (2) se compadece de las ovejas, pues muchas veces se encuentran sin pastor y no hay quien las alimente ni las cuide [Mt.9:36]. Esa preocupación genuina lo llevó a pedirle a sus discípulos que oraren para que el ‘Dueño de la cosecha… mande trabajadores a recogerla’ [9:37]; (3) cuida a sus ovejas, por eso las alimenta con pastos (Jn.10:9b) abundantes a fin de que tengan vida en abundancia (Jn.10:10); (4) se preocupa por las ‘otras ovejas’ que son de otro redil (una alusión al mundo gentil) y las reúne en un único rebaño, donde él es el pastor por excelencia (‘habrá un rebaño y un pastor’, Jn.10:16b); (5) es un pastor que no se cansa de buscar a su oveja cuando esta resulta perdida, luego la trae amorosamente sobre su hombro y se regocija con sus amigos y vecinos (Lc.15:4-6; Mt.18:12-14). Sólo cuando el rebaño está completo, su corazón puede descansar tranquilo. El es el pastor que vino a buscar a ´las ovejas perdidas de Israel’ (Mt.15:24). Este pastor congregará a las naciones como en un rebaño y separará a las ovejas de las cabras, en el juicio final (Mt.25:31-33).

El Pastor y los pastores del Nuevo Testamento
La literatura bíblica siempre hace una distinción entre el Pastor (el uno) y los pastores (siempre en plural). La alusión al Pastor -en singular- hace referencia a Yahveh[7] y a también Cristo[8]. En el AT los escritores bíblicos establecen una diferencia sustancial entre los pastores terrenales y Yahveh. Él nunca abandonó a su rebaño y cumplió cabalmente con alimentarlos (p.ej. a través de José, durante la escases de alimentos; en el desierto, camino a la tierra prometida, etc.), guardarlo de los peligros () y curarlos del pecado cuando los devastaba. Por su lado los pastores terrenales no cumplían con fortalecer a las débiles, curar a la ‘enferma’, vendar a la ‘perniquebrada’, ellos abandonaban a la ‘descarriada’ y no la traían de regreso al redil (Ez.34:4a). Por el contrario se beneficiaban (v.3) y abusaban de ellas (v.4b). En el NT, el contraste que se establece es el de Jesús y los pastores asalariados (Jn.10:12-13). Jesús nunca abandona el rebaño y está dispuesto a dar su vida por las ovejas. El asalariado, cuando ve venir el peligro, simplemente huye.

En el NT Cristo constituye pastores para el cuidado del rebaño, sin embargo, el sigue siendo el Pastor por excelencia (ya hemos mencionado sus tres títulos). Los pastores terrenales reciben el encargo del Pastor de la iglesia y apacientan el rebaño en el nombre de Cristo y bajo la autoridad de él. Las ovejas no le pertenecen a los pastores terrenales, pues son de Cristo. Ellos son sólo mayordomos-pastores y nunca deben olvidar de quien es el rebaño. Los pastores terrenales recibirán una corona especial por su labor, el cual les será dada por el ‘príncipe de los pastores’ (1Pe.5:4).

Ha habido pastores buenos y malos en la historia de la iglesia. Tenemos a Diótrefes, pastor ambicioso y sediento de poder (3Jn.1:9-10), algunos ancianos de la iglesia de Éfeso que acabaron por subvertir el rebaño, volviéndose a fabulas de hombres y cuentos de viejas de los falsos maestros (cf.Hch.19:28-30; 1Tim.1:4; 4:7). Pero también tenemos a Timoteo, cuya fidelidad fue sellada con el martirio; a Tito, pastor en Creta; y también a Santiago, pastor de la iglesia de Jerusalén, quien también fue martirizado, tres pastores íntegros cuyas vidas siguen inspirando a miles de pastores en todo el mundo, especialmente en América Latina, donde sobrevive una sociedad anti-evangélica, que está presta al mínimo error de sus lideres-pastores, para intentar derribar la reputación de la iglesia.

1.5 Imágenes del pastor en el arte cristiano del cristianismo primitivo

Uno de los símbolos que caracterizó la iconografía del cristianismo primitivo sin duda fue la del buen pastor, una representación de Jesús con una oveja sobre su hombro o entre sus brazos. Se han encontrado representaciones del buen pastor en las catacumbas[9] romanas, en los frescos, en los relieves de los sarcófagos y en estatuas. Su representación fue muy difundida entre los cristianos perseguidos de los primeros siglos y expresa la esperanza de un pueblo frente al pastor que viene para salvar a su rebaño de los peligros y de la amenaza de la muerte.

Kittel, Friedrich y Bromiley (2003, p.881) dan cuenta que:


A partir del siglo III, los cuadros del Buen Pastor retratan a Cristo como un personaje radiante y lleno de juventud, que no es simplemente un guía de almas, sino el maestro y redentor que trae la salvación.

Carmen Hernández y Aracelys Rojas[10] nos amplían algunos detalles de dicha representación:

El Buen Pastor generalmente va a estar representado con los rasgos de un joven pastor adolescente, aunque en algunos ejemplos aparece barbado, vestido con una túnica (exomis), generalmente sin mangas que acaba por encima de las rodillas. Lleva las piernas vendadas (fascias crurales) y en las manos tiene un cayado (pedum), un recipiente para ordeñar (mulcra) o una flauta de pan (syrinx).

El símbolo del buen pastor en el arte cristiano fue una representación simbólica que remitía a una realidad espiritual: Cristo salvando a su rebaño. El buen pastor además es una representación del amor de Cristo por sus ovejas. Su origen puede datarse desde mediados del siglo II. Es a partir del siglo V que la representación va siendo dejada de lado, pues a partir de ese momento se representa a Jesús de manera más directa: es decir, con rostro definido y no como una alegoría. El símbolo reaparece nuevamente el siglo XVI y se localiza en Francia y Portugal.

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Notas Finales
[1] Un enfoque moderno sostiene que no siempre la labor pastoral es realizado por el pastor de manera exclusiva. La iglesia, como una comunidad, también desarrolla un rol pastoral, hacia la comunidad de creyentes y los necesitados en general. Hoy en día es posible ver ministerios específicos que desarrollan dicho rol en áreas específicas: alcoholismo, enfermos de SIDA, homosexuales, cuidado de huérfanos y viudas, presos, etc.
[2] Cuando hablamos de necesidad, no estamos tomando la acepción materialista de la palabra, ésta de hecho puede ser de tipo emocional y espiritual.
Por otro lado, el necesitado no siempre es exclusivamente un creyente. Muchas veces la labor pastoral se proyecta a personas no creyentes, que buscan refugio en el evangelio.
[3] Cf. Santiago 2:15-16.
[4] En esto trasciende largamente a la empatía. La pastoral tiene que ver con el hecho de acompañar a las personas en su dolor y fortalecerlos espiritual y anímicamente, para superar sus tiempos de crisis.
[5] ‘Sociología y Pastoral’ en Biblioteca de Teología y Psicología Pastoral, Vol. 1, Editorial CLIE, Barcelona.
[6] Este tipo de analogía se puede ver también en la literatura no cristiana. Por ejemplo, Homero (La Iliada) llama ‘pastores’ a los reyes y gobernantes, puesto que ellos estaban dedicados al cuidado político de su pueblo (‘Pastor’ en el Nuevo Diccionario Bíblico Certeza).
Los dioses paganos también eran vistos como pastores, ‘así, Amón es un fuerte vaquero que resguarda su ganado’ (‘poimen’, Kittel, Friedrich y Bromiley, 2003, p.879).
[7] Esto sucede mayormente en el AT, aunque en Ezequiel 34 hay una doble referencia tanto a Yahveh (vv.11-12) como a Cristo (David, vv.23-24). En el NT no hay referencias a Yahveh como pastor, salvo en la parábola de la oveja perdida (Lc.15:4; Mt.18:12).
[8] Al igual que el caso anterior, esto sucede mayormente en el NT.
[9] Por ejemplo, en la famosa catacumba de San Calixto, denominada así en honor a Calixto, diácono y administrador del cementerio. La catacumba de San Calixto ocupa un área de 15 hectáreas y tiene una red de galerías subterráneas de más o menos 20 kilómetros, distribuidas en varios niveles, de una altura de casi 20 metros. Su existencia data de mediados del siglo II. En la catacumba de Priscila (siglo III) también se puede encontrar esta representación del arte del cristianismo primitivo.
[10] ‘El buen Pastor’, disponible en http://vereda.saber.ula.ve/mirabilia/pastor.htm, accedido el 26/03/09.