viernes, 30 de enero de 2009

Sermon 3 (Los requerimientos en la vida cristiana [la religión pura y sin mancha])

Pasaje: Santiago 1:19-27.
Tema: Los requerimientos en la vida cristiana (la religión pura y sin mancha)

Introducción
La verdadera vida cristiana es el resultado de la sabiduría que proviene de Dios, mediante la ‘palabra implantada’. En esta sección, Santiago va a hablar acerca de la vida cristiana, en términos de la ‘religión pura y sin mancha’. Una falsificación de la verdadera vida cristiana, es la religiosidad. Nuestro autor quiere que cada uno de nosotros sepamos a que estamos convocados, cuando decidimos vivir la vida cristiana. Para tal efecto, nos va a mostrar cuatro requerimientos básicos.

I. Requiere de saber comunicarnos adecuadamente (v.19a, 26).
La comunicación en la vida cristiana tiene que ver con tres aspectos importantes:
A. Prontitud para escuchar. Un buen conversador es aquel que está preocupado en lo que su interlocutor tiene para decir. Esta actitud es un acto que revela la preocupación genuina por la situación otras personas y nos libra del egoísmo, individualismo, egocentrismo y el narcicismo; que algunas veces puede habernos atrapado
B. Lentitud para hablar. Es decir, lentitud para emitir un juicio negativo, o palabras que resulten dañinas a las personas[1]. La forma como hablamos de las personas, influirá en su estado de ánimo. Lamentablemente muchos suicidios se suceden por la violencia verbal que son objeto las personas, a lo largo de su triste existencia.
C. Control de nuestra lengua (v.26). Una exigencia básica en la vida cristiana es saber controlar nuestras palabras. Hacerlo es una señal de madurez, no hacerlo nos convierte en simples religiosos, en mentirosos y participantes de una vana religiosidad.
Alguien ha dicho acertadamente que ‘Dios nos ha dado una sola boca para hablar menos y dos oídos para escuchar más’. El libro de Proverbios 17:27-28, menciona: ‘El que ahorra palabras tiene sabiduría…. 28 Aun el necio, cuando calla, es tenido por sabio; el que cierra sus labios es inteligente’.
Aplicación. ¿Te has dado cuenta en tus relaciones, cuanto tiempo te dedicas a escuchar a los demás?, ¿te importa realmente lo que otros tienen para decir, o solamente estas preocupado en lo que tu tienes para hablar?

II. Requiere de saber controlar nuestras reacciones (vv.19b-21).
A. La ira (gr. ovrgh,). Si ponemos atención al texto bíblico, veremos que la ira es el resultado de una deficiente comunicación (hablar mucho y escuchar poco). Si no dedicamos tiempo para escuchar a una persona, es inevitable que tengamos una valoración equivocada de ella. Eso muchas veces nos empujará al enojo, y ‘…el hombre enojado no hace lo que es justo ante Dios’ (v.20, DHH).
Santiago señala una secuencia en el v.19: escuchar, hablar y airarse. La ira aparece como la posibilidad más remota en las relaciones interpersonales. Lamentablemente, muchas veces hacemos la ruta inversa. Esto es, airarnos, querer hablar (para reparar lo que destruimos con nuestra ira) y escuchar.
(*) Ilustración del padre chileno que quebró las manos de su hijo, por haberle rayado el auto nuevo.
Muchas personas intentan solucionar sus diferencias estando enojados, lo cual es un error. En el ejército alemán, existe una exigencia: ¡nunca tomes una decisión estando enojado!
B. El control de nuestras reacciones demanda desechar algunas cosas (v.21a). Aquí Santiago va a mencionar dos cosas: (1) la inmundicia, y; (2) la maldad, que abunda en grandes cantidades en el mundo.
C. Por otro lado, demanda el recibir una cosa (v.21b): la ‘palabra implantada’ (‘el mensaje que ha sido sembrado’ [DHH] en nuestros corazones). Santiago nos pide esto, porque sólo este mensaje, ‘tiene poder para salvarnos’ [DHH].
Aplicación: ¿Cómo vamos en cuanto al control de nuestras reacciones? Lo que Dios espera de nosotros es: ‘amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, 23mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley (Gálatas 5:22-23). Mi deseo es que juntos crezcamos en el fruto del Espíritu cada día.

III. Requiere de consistencia entre lo que sabemos y hacemos (vv.22-25)
A. En la vida cristiana conocer y hacer están perfectamente alineados. No se trata de caminos paralelos que siguen su propia ruta. Ortodoxia y ortopraxis, son dos componentes irremplazables de la sana doctrina y por consiguiente, de la vida cristiana.
Santiago tiene una critica muy fuerte para los ‘oidores olvidadizos’, es decir aquellos que oyendo la palabra de Dios, pronto la olvidan[2] y nunca llegan a un estado de madurez en la vida cristiana.
B. El simple conocimiento es algo inútil, si tan solamente somos oidores y no hacedores de la palabra. Santiago compara a la persona que es así con alguien que se mira en un espejo imperfecto[3] que devuelve una imagen imprecisa, engañando de esta manera a la persona. La persona que es un mero oidor, es así, sus actos no están controlados por la palabra sino por su conciencia, que es imperfecta.
C. Solamente quien es practicante (esto es, una persona que persevera en la palabra de Dios) de lo que oye, es llamado bienaventurado. Si por una lado Santiago critica a los ‘oidores olvidadizos’, ahora, se dirige en buenos términos a quienes oyen y practican la palabra. Él los llama ‘bienaventurados’. Este mismo adjetivo lo había utilizado para referirse a los que soportan las pruebas.
Aplicación. Quisiera en este punto hacerles dos preguntas: ¿Cuánto de lo que oyes de la palabra de Dios, retienes en tu corazón, practicándolo?, ¿te consideras un ‘oyente olvidadizo’ o una persona que persevera en la palabra y la correcta práctica de ella?

IV. Requiere de una piedad práctica (v.27).
A. La piedad (gr. eusebeia) no es el resultado de la religiosidad. Nadie puede llegar a ser piadoso por ser un mero religioso. A veces se puede confundir el hecho de ser religioso con ser piadoso. La religiosidad es simple apariencia, la piedad es acción. Esto último es lo que Dios espera de nosotros en la vida cristiana.
B. La piedad, en la vida cristiana, se expresa por el hacer. A las personas piadosas se les debe de reconocer por el estilo de vida que llevan y por las cosas que hacen. Santiago, en este punto, quiere mostrarnos dos características de la verdadera piedad (esta es la religión pura y sin mancha): (1) se preocupa por el cuidado de los pobres[4], y; (2) procura no ‘mancharse con la maldad del mundo [DHH]’. La religiosidad, por su parte, se preocupa por la apariencia, por lo estético, no por lo ético. El parecer le resulta más conveniente que el ser.
C. La piedad se puede medir a partir del amor compasivo. De la misma manera, la verdadera fe se puede deducir por las obras del creyente, ese es un tema que más adelante desarrollará Santiago (2:14-26). El amor compasivo es una evidencia de una piedad práctica. Una piedad práctica, es el sello inconfundible de la religión limpia y sin mancha.
Aplicación. La religiosidad es una falsificación torpe de la verdadera vida cristiana, lo que Dios espera de nosotros es piedad y no religiosidad.

Conclusión
Estimados hermanos, luego de haber visto la palabra de Dios, y haber entendido estas cuatro verdades, dispongamos nuestros corazones para vivir la verdadera vida cristiana (la religión pura y sin mancha), no seamos meros religiosos, centrándonos sólo en palabras o en apariencias. El Señor demanda de nosotros fidelidad, obediencia, madurez espiritual. Eso tiene que verse reflejado en (1) la forma como nos comunicamos, (2) la forma como reaccionamos, (3) afinidad entre lo que decimos creer y lo que hacemos, y (4) una piedad práctica; no de palabras ni de apariencias. Dejemos que el Espíritu Santo haga su obra en nosotros.
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Notas Finales
[1] Cf. Prov. 12:18. ‘Hay hombres cuyas palabras son como golpes de espada, pero la lengua de los sabios es medicina’
[2] En este punto el Comentario Matthew Henry (‘Santiago’, p.22) comenta acertadamente, ‘el olvido es efecto… de la falta de atención; y la falta de atención es producto de la falta de interés’.
[3] Los espejos de la época no eran vidrio, como los de hoy en día. Estos se construían a partir del bronce, plata u oro (en el caso de los ricos). Estos metales eran martillados hasta quedar laminados, el resultado era un espejo, pero, a comparación de hoy en día, estos entregaban una imagen imperfecta.
[4] Santiago se refiere específicamente a los huérfanos y a las viudas. En el AT, ambos grupos, junto a los extranjeros sin tierra, son objeto de una protección especial de parte de Dios.

Sermon 2 (Verdades en torno a las Pruebas)

Pasaje: Santiago 1:12-18
Tema: Verdades en torno a las Pruebas

Introducción
En esta sección, Santiago se propone mostrarnos algunas verdades en torno a las pruebas. Ellas no son tan negativas como pudiéramos pensarlo. Las pruebas son necesarias para que las impurezas de nuestra vida sean removidas, desechadas y que nuestra fe sea purificada como el oro. Dios permite las pruebas en nuestra vida, pero es para nuestro bienestar, puesto que de él proviene lo bueno. Por eso, quienes la soportan alcanzan la felicidad plena en la salvación de sus vida, por medio de la obra de Cristo, quien nos ha hecho ´primicias’ para su gloria.

I. Quienes la soportan son bienaventurados (v.12)
A. Lo que significa ser bienaventurados. Santiago sólo tiene palabras de elogio y buenas noticias para todos aquellos creyentes que pasan la prueba sin abandonar su fe. Ya antes nos había mencionado que debemos de alegrarnos en medio de las pruebas (v.2), ahora nos asegura que las personas que soportan la tentación, son dichosas, felices. Cuando Santiago lanza ésta afirmación de seguro que está pensando en el premio que reciben los que pasan la prueba.
Pedro menciona que nuestra fe tiene que ser sometida a fuego, como el oro, a fin de que ‘sea hallada en alabanza, gloria y honra cuando sea manifestado Jesucristo’ (1 Pe.1:7b).
B. La ‘corona de vida’ es un regalo al creyente que se mantiene fiel en la prueba. Aquí Santiago emplea la analogía de la corona que los griegos concedían a los atletas que resultaban invictos en las competencias de la Grecia antigua (MacArthur). Es probable que tenga en mente la versión de la Septuaginta, del profeta Zacarías (6:14), donde se menciona que, ‘la corona será para el que resista’ (Comentario Bíblico Beacon, p.204). En el sermón anterior mencionamos que las pruebas son permitidas por Dios para descubrir la naturaleza verdadera cada persona. La fidelidad sólo puede ser comprobada por medio de las pruebas. La ‘corona de vida’ es un regalo de Dios debido a la fidelidad del creyente. Esta fidelidad no es un asunto temporal sino permanente, es la forma como sellamos nuestra muerte misma (Cf. Ap.2:10)[1].
C. Soportar la prueba es una manifestación de nuestro amor a Dios. Santiago nos aclara que la única razón por la que los creyentes se mantienen fieles en medio de las pruebas, y las dificultades de la vida cristiana, es por el amor que tienen a su gran Dios. ‘Los que le aman [a Dios]’ son los que reciben la corona de vida. Se puede ver entonces que, la fidelidad es una expresión del amor del creyente a su creador.

II. Nadie es tentado de parte de Dios (v.13)
A. Dios no puede ser tentado por el mal. En este punto La Biblia de estudio MacArthur menciona: ‘En su naturaleza santa, Dios no tiene capacidad alguna para hacer el mal y tampoco es vulnerable a el’ (cf. Hab.1:13a)[2]. Además Dios no necesita ser probado, porque él es la plenitud de la santidad. Dios no tiene que dar cuenta a nadie a cerca de su santidad. No hay criatura ni creatura que pueda pretender tomarle un examen a la santidad de Dios, porque nada ni nadie es más santo que el mismo Dios.
B. Tampoco puede tentar con el mal. Si Dios es santo, él no puede empujar a las personas hacia el pecado, por el contrario, demanda en nosotros la santidad que existe en él (ver 1 Pe.1:16)[3]. Dios permite las pruebas, pero nunca deja que nosotros podamos ser probados más allá de lo que podemos soportar, no nos deja sin salida. Eso quiere decir que Dios nunca nos va a llevar hacia el pecado, por el contrario, nos protege de el.

III. Todos son tentados de sus propios malos deseos [concupiscencias] (vv.14-15)
Santiago está muy seguro de que la comisión de pecado no proviene de Dios, sino de adentro de nosotros mismos. Aquí, nuestro autor va a hablar de la concupiscencia (´malos deseos’) como el origen de la tentación. Los seres humanos, si no le echan la culpa a Dios, le echan la culpa al diablo[4], pero nunca ven que el problema está dentro de ellos mismo, en su propia naturaleza afectada por el pecado.
A. Nuestros propios malos deseos nos:
1. Atraen. Aquí Santiago emplea la figura del arte de la caza y de la pesca (LaCueva, p.17), para describir el modus operandi de los malos deseos en nosotros. El ser humano pone primeramente su atención en algo, luego ese algo lo atrapa y lo jala. Ya no hay escapatoria luego de eso.
2. Seducen. Santiago compara la concupiscencia como una mala mujer que trata de seducir a su ocasional víctima, con sus encantos. Esta figura va a continuar en el desarrollo de la concupiscencia
B. El desarrollo de la concupiscencia. MacArthur acierta al escribir: ‘El pecado no es un simple acto espontáneo, sino que es resultado de todo un proceso’. Se puede decir entonces, que la concupiscencia desarrolla el siguiente proceso:
1. Se incuba. Aquí las malas intenciones y los intentos de pecar se instalan en la vida de la persona. Cuando esto pasa, la persona ingresa a una espiral descendente, que lo llevará a la siguiente etapa.
2. Nace. Luego de haberse incubado, el pecado nace. No que no tuviera vida antes, sino que se refiere a que ahora existe como un proyecto mucho más cercano a la comisión del pecado.
3. Se desarrolla. Las intenciones ahora llegan a materializarse. Ya no se trata solamente de una intención imperiosa, sino de la comisión misma del pecado.
4. Mata. El pecado lleva a la muerte espiritual (cf. Ro.6:23a)[5]. A veces también puede conducir a la muerte física. Aunque lo segundo, a veces es dado como una forma de evitar lo primero (cf.1Cor.11:30).

IV. Los creyentes a veces tenemos deducciones equivocadas en torno al accionar de Dios (vv.16-18)
A. Erramos con respecto al accionar de Dios. A veces podemos llegar a la siguiente conclusión equivocada: ‘Esta tentación es demasiado difícil para mi; Dios tiene la culpa por enviármela’ (Comentario Bíblico Beacon, p.204). En la literatura griega de la época, había muchos personajes quejándose ‘de que sus pruebas eran demasiadas grandes para poder resistirlas’ (Keener, 2006, p.686). Al parecer esta forma tan pesimista de ver las pruebas estaba afectando también la cosmovisión de los creyentes.
Sacar conclusiones equivocadas en cuanto a las tentaciones y al rol de Dios es engañarnos a nosotros mismos. La versión DHH traduce de ésta manera el v.16: ‘Queridos hermanos míos, no se engañen…’. La BLS es mucho más fuerte en su traducción. A la letra dice: ‘Mis queridos hermanos, no sean tontos ni se engañen a ustedes mismos.’
B. No entendemos que lo bueno proviene de Dios.
1. La buena dadiva. Santiago emplea un lenguaje relacionado a la astronomía para calificar a Dios como el ‘padre de las luminarias’ (‘el que creó los astros del cielo’, v.7b, DHH). La luna, las estrellas y el sol; son ya un regalo de un Dios bueno que sabe dar buenos regalos a su creación. El ‘hace salir su sol sobre malos y buenos y llover sobre justos e injustos’ (Mt.5:45b), entonces estamos frente a un Dios bueno que nos regala cosas buenas.
2. El don perfecto. Al igual que el caso anterior, un regalo perfecto, sólo puede proceder de parte de Dios. El es inmutable (no cambia) en su determinación de darnos lo mejor.
C. No entendemos que el nuevo nacimiento, es su buena voluntad para nosotros. Santiago nos aclara aquí que la voluntad de Dios no es que nosotros pequemos, sino que seamos salvos. Ya hemos mencionado que de Dios provienen las cosas buenas. Una de esas cosas buenas, tal vez la más grande, es la salvación misma. En esto podemos ver la mano de un Dios bueno. Nos salvó a fin de ser ´primicias´ para él[6].
Si de los malos deseos nace el pecado, de la buena voluntad de nuestro Señor nace nuestra salvación. Nuestra salvación es un acto voluntario y soberano de Dios.

Conclusión
Las pruebas a veces pueden ser vistas como causa de tristeza, sin embargo, Santiago nos demuestra que quienes la soportan son elevados a la categoría de bienaventurados, dichosos o felices. Eso sobre todo si entendemos que el regalo a la fidelidad es la ‘corona de la vida’. La corona de vida está al final del camino, pero en el camino hay pruebas que tenemos que pasar con la ayuda de Dios. A veces nos apresuramos a sacar conclusiones apresuradas en torno al accionar de Dios, culpándole de lo malo que nos pasa, pero, si abrimos bien los ojos, veremos que más bien que la buena dadiva y el don perfecto, provienen de él. Las cosas malas, incluidas las invitaciones a pecar, provienen de nosotros mismo. De Dios, por el contrario, nace nuestra salvación. Él nos hizo primicias para gloria suya. Nuestra salvación es el acto voluntario de un Dios bueno. Agradezcámosle siempre.
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Notas Finales
[1] En la persona de la iglesia de Esmirna, la Palabra nos dice: ‘No temas lo que has de padecer. El diablo echará a algunos de vosotros en la cárcel para que seáis probados, y tendréis tribulación por diez días. ¡Sé fiel hasta la muerte y yo te daré la corona de la vida!’
[2] ‘Muy limpio eres de ojos para ver el mal, ni puedes ver el agravio…’
[3] ‘porque escrito está: «Sed santos, porque yo soy santo»’
[4] Santiago no excluye la participación del diablo, pero tampoco lo señala como el responsable absoluto (cf.4:7). De hecho, para nuestro autor, el hombre tiene una gran cuota de responsabilidad en la comisión del pecado.
[5] ‘porque la paga del pecado es muerte…’
[6] Aquí el Comentario Matthew Henry interpreta la palabra ‘primicias’ como, ‘la parte más noble y digna de toda la creación a causa de su dignidad de hijos de Dios’. Ryrie, por su lado, piensa que se refiere a los primeros cristianos de origen judío. De esta manera preserva mejor el sentido original del texto bíblico. ‘Primicias’ puede entenderse también como ‘el inicio de una nueva creación’ (Keener, p.686)

Sermon 1 (Las dificultades en la vida cristiana)

Pasaje: Santiago 1:1-11.
Tema: Las dificultades en la vida cristiana

Introducción
Al iniciar ésta carta, Santiago nos presenta cuatro dificultades comunes en la vida cristiana, todos ellos constituyen pruebas que ayudan al creyente a crecer en paciencia y en su proceso de maduración cristiana. Santiago, como pastor preocupado, se propone proveernos consejos prácticos, de cómo se puede superar estas dificultades, que muchas veces son el camino normal que tenemos que transitar en nuestro peregrinaje, hasta llegar a la vida eterna.

I. Las pruebas, en sentido general (vv.2-4)
A. La palabra ‘pruebas’ (peirasmój), ‘describe todo tipo de problemas o tribulaciones que interrumpen una condición normal de paz, comodidad, gozo y felicidad en la vida de una persona’ (MacArthur). Son permitidas por Dios a fin de que descubrir la naturaleza verdadera cada persona.
B. Deben de ser recibidas con gozo. La reacción natural frente a las pruebas no siempre es de alegría, es por eso que Santiago nos invita a asumir las pruebas de una manera totalmente diferente: con gozo. No es un falso gozo que funcione como un simple escapismo, es un gozo real el que nos demanda Santiago, en medio de las dificultades de la vida cristiana[1]. El gozo, y no la desesperación, es la repuesta cristiana a las vicisitudes de la vida. Pero para eso es mejor reflexionar en el para qué, puesto que, en las dificultades que surgen en la vida cristiana, el ¿para qué? es mucho más importante que el ¿por qué? De eso hablaremos precisamente a continuación.
C. Son dadas para producir en nosotros paciencia. Las pruebas tienen un propósito definido. Santiago nos habla precisamente de este propósito, que no es otra cosa que desarrollar en nosotros la virtud de la paciencia. La paciencia ‘es mucho mas que soportar pasivamente o sumisión quieta’ (Doerksen, 1996, p.17) una circunstancia difícil. La paciencia tiene que ver con resistir de una manera proactiva, de manera que la fe no se debilite, sino que, por el contrario, se fortalezca.
D. Sin embargo su misión (la ‘obra completa’) es proveernos madurez en la vida cristiana. Santiago no quiere reducirse solamente a la paciencia, ahora nos habla de la ‘obra completa’ de las pruebas, como la culminación mayor de las mismas. El término ´perfectos´ debemos de entenderlo en términos de la ‘consumación de la integridad y virtud humana’ (Concordancia Strong), es decir, como una descripción de la madurez en la vida cristiana. De ninguna manera se le debe de entender como ausencia de pecado, puesto que ese o es el sentido bíblico. El segundo componente de la ‘obra completa’ tiene que ver con el hecho de ser ‘cabales’, es decir, ‘completos en todas las partes’ (ibíd.), sin que haya en los creyentes cosas insanas o pecaminosidad deliberada.

II. La falta de sabiduría (vv.5-7)
Otra dificultad en la vida cristiana es la falta de sabiduría[2]. Esto a la vez conlleva a muchas complicaciones: por falta de sabiduría cometemos muchos errores y agregamos muchos sufrimientos a nuestras vidas. En torno a la falta de sabiduría, debemos de mencionar lo siguiente:
A. No todos los creyentes actúan con sabiduría. La sabiduría no siempre es un asunto automático, los creyentes vamos haciéndonos sabios en la medida que conocemos más de Dios y nos disponemos a vivir según su voluntad. Pero a veces es posible vivir sin estar alineados con la voluntad de Dios y por eso somos visitados por muchos sufrimientos en nuestra vida cristiana. Vivir lejos de la voluntad de Dios, es vivir una vida sin sentido, sin descubrir el propósito para el cual fuimos creados y traídos al mundo.
B. Pero todos los creyentes pueden pedirla. Santiago presenta a Dios como la fuente de la sabiduría (‘…pídala a Dios’), entonces, si notamos que ésta nos falta, podemos ir directamente a la fuente, con la certeza de que Dios puede dárnosla. En esto podemos distinguir dos cosas:
1. Dios da sabiduría: (i) abundantemente, pues no escatima si se la pedimos y, (ii) sin reproche, a diferencia de los seres humanos, que se muestran incómodos cuando se les pide algo reiteradamente, Dios no recrimina al que le pide sabiduría. Por el contrario se muestra solícito en conceder esa petición.
2. La Palabra garantiza que la recibiremos (‘…y le será dada’). Si Dios está dispuesto a darnos sabiduría abundantemente y sin reproche, entonces, los ‘hermanos’ debemos de tener la plena certeza de que la recibiremos.
C. Se debe pedirla con fe (vv.6, 7). De nada sirve ser consciente de que se tiene falta de sabiduría sino se pide precisamente sabiduría. De la misma manera, de nada sirve pedir sino se hace con fe.
1. La duda es la antítesis de la fe. La increencia empieza por la duda, nuestras dudas ofenden la naturaleza de un Dios todopoderoso. La duda no solamente es una ‘indecisión mental’ sino también ‘un conflicto moral interno’ (MacArthur) que nos lleva a la desconfianza.
2. Los que dudan son comparados a ‘la onda del mar’. Puesto que su falta de fe los coloca entre la creencia y la increencia. Transitan de un lado a otro sin tener firmeza ni confianza en lo que se está demandando de Dios. Este tipo de personas no tienen estabilidad espiritual, sus dudas lo llevan de un lado a otro, sin poder reposar en la seguridad de que Dios atiende al que carece de sabiduría.
3. El resultado de la increencia es la no-respuesta del Señor. Santiago es muy enfático en esta parte. Él escribe, ‘Quien es así, no crea que va a recibir nada del Señor’ (v.7, DHH). Si por un lado, Dios está presto a atender una oración sincera y de fe, por otro lado, se muestra renuente a actuar, cuando se duda de él.
Aplicación. Estimados hermanos, ¿cuántos problemas en la vida podríamos evitarnos si tan solamente pidiéramos sabiduría a Dios para actuar de acuerdo a su voluntad? Las pruebas producen gozo, pero la falta de sabiduría produce tristeza, frustración y dolor.

III. La inconstancia (v.8)
A. El peligro de la inconstancia, en la vida cristiana, es otra de las dificultades que experimentan muchas personas que, iniciando con gozo su carrera, pronto se extravían de la verdad (5:19, 20)[3]. La inconstancia entre los creyentes es un gran reto en la tarea de la iglesia, como comunidad pastoral. La voluntad de Dios no es la muerte del pecador, sino que éste se vuelva de su camino (cf. Ez.18:23).
B. Es una característica de aquellos que fluctúan entre dos tipos de conducta. Santiago trata de este tema a lo largo de toda su epístola (Cf. 2:4, 9, 10, 26; 4:8). El ‘hombre de doble ánimo’ es una persona de ‘fidelidad dividida’ (Barclay-Newman Greek Dictionary), por lo tanto vive una doble vida. Mas adelante Santiago va a comparar a este tipo de personas como una fuente de la cual salen agua dulce y amarga (3:11); salada y dulce (3:12).
C. Dios reprueba al hombre de ‘doble ánimo’ porque en el fondo es un hipócrita. Esta es una persona ‘que cree en Dios en ciertas ocasiones pero deja de confiar en Él tan pronto llegan las pruebas’ (MacArthur). Jesús afirmó que los hipócritas experimentarán lloro y crujir de dientes (Mt.24:51; cf. Stgo.4:8-9). El remedio para la hipocresía es la sabiduría de lo alto (cf. 3:17).
D. Los inconstantes son personas que hoy día piensan una cosa, y mañana otra. Es una especie de conducta religiosa bipolar. Un día pueden ser las personas más comprometidas en la iglesia, y otro, los más pesimistas y desanimados entre los hermanos.
Aplicación. Quisiera hacerte dos preguntas: (1) ¿Qué tipo de creyentes nos consideramos: constantes, inconstantes, hipócritas o sinceros?; (2) ¿qué tipo de creyentes queremos llegar a ser?

IV. La pobreza (vv.9-11)
Otra dificultad en la vida es sin duda la pobreza. Santiago le da mucha importancia a este tema en su epístola (especialmente en 2:1-7 y 5:1-6). Alguna vez el Señor Jesús mencionó: ‘siempre habrá gente pobre cerca de ustedes…’ (Mt.26:11, BLS). Esto siempre ha sido así. En América Latina, cerca del 60% de su población viven en un estado de pobreza. La iglesia evangélica latinoamericana, no es una iglesia que muestra una ‘opción preferencial por los pobres’, sino que es la iglesia de los pobres, con los pobres y para los pobres’. La pobreza es un grave problema pastoral en nuestras iglesias latinoamericanas, por lo tanto no debemos de obviar su presencia.
A. El pobre no debe desesperanzarse, sino, gloriarse ‘en su exaltación’ (v.9). Santiago invita al ‘hermano que es de humilde condición’ (una forma de designar al pobre en la literatura judía) a mirar el ‘otro’ cuadro. Aquel que le notifica acerca de su exaltación futura en el reino de Dios (cf. Lc.6:20-21)[4]. El hermano pobre nunca debe perder la esperanza de que recibirá una gran recompensa debido a su fidelidad, a su sabiduría para vivir la vida cristiana y a su fe probada en medio de las pruebas. Esta exaltación anticipada no es un ‘consuelo de tontos’, es la fe puesta en acción, es la paciencia que espera por la segunda venida (5:8)[5], es la esperanza de una redención futura, que ocurrirá con certeza.
B. Las riquezas son temporales (vv.10-11). Santiago menciona que las riquezas pasarán ‘como la flor de la hierba’, puesto que una vez salido el sol, ésta se seca y sólo sirve para ser quemada. Por lo tanto, el hermano pobre no debe de pensar que su exaltación está en el dinero, sino en la seguridad de la vida eterna y la recompensa por su fidelidad.
Si Las riquezas tienen un final y no son eternas, entonces, los hermanos de humilde condición deben de avocarse a ser fieles a Dios y esperar con paciencia el día de su exaltación plena. De nada vale envidiar la riqueza del rico, ni lamentar su pobreza. Deben resistir la tentación de depender del dinero, de esa manera recibirán la corona de vida (v.12).

Conclusión
Sin duda, estimados hermanos, las dificultades de la vida y las pruebas siempre van a acompañarnos. Sin embargo no debemos de tomar las vicisitudes de una manera negativa ni lastimera, debemos de alegrarnos por las cosas negativas que experimentamos. No olvidemos que es mejor enfocarnos en el para qué en lugar que el por qué. De esa manera entenderemos que el dolor es una oportunidad para crecer en la vida cristiana y que tenemos un Dios grande que ha prometido estar con nosotros cuando pasemos por el valle de sombra de muerte. Dios está con nosotros en el dolor y nos ama, ¡no lo dudemos!
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Notas Finales
[1] El llamado de Santiago está en concordancia con la invocación que hace el apóstol Pedro, a los creyentes, a alegrarse en medio de las pruebas (ver 1 Pe.1:6).
[2] La sabiduría divina no debe de confundirse con inteligencia humana ni mucho menos con una categoría o práctica filosófica. Se trata del ‘entendimiento y las habilidades prácticas que se requieren para vivir de una manera que se glorifique a Dios’ (MacArthur). Mas adelante Santiago va a distinguir dos tipos de sabiduría: (1) una que es ‘terrenal, animal y diabólica’ (3:15); (2) la que desciende de lo alto (3:17).
[3] ‘Hermanos, si alguno de entre vosotros se ha extraviado de la verdad y alguno lo hace volver, 20sepa que el que haga volver al pecador del error de su camino, salvará de muerte un alma y cubrirá multitud de pecados’.
[4] ‘Alzando los ojos hacia sus discípulos, decía: «Bienaventurados vosotros los pobres, porque vuestro es el reino de Dios. 21Bienaventurados los que ahora tenéis hambre, porque seréis saciados. Bienaventurados los que ahora lloráis, porque reiréis’.
[5] ‘Tened también vosotros paciencia y afirmad vuestros corazones, porque la venida del Señor se acerca’.

Sermon 13 (Encargos finales a un pastor joven, en su lucha contra las herejías)

Pasaje: 1 Timoteo 6:20-21
Tema: Encargos finales a un pastor joven, en su lucha contra las herejías

Introducción:
Los mismos consejos del viejo apóstol, que diera en el primer capítulo (1:4, 18), vuelven a aparecer al final de esta carta, en torno al peligro de las vanas palabrerías y la responsabilidad frente al deposito de la fe que se le ha encargado a Timoteo. Dos cosas caracterizan estos dos últimos versículos: uno positivo y otro negativo. En ese sentido, dos cosas se le vuelven a reiterar a Timoteo: ser fiel a su tarea encomendada y mantenerse lo más alejado posible de los falsos maestros y sus prácticas.

I. Guardar el ´deposito’ que se le confió (v.20a)
A. El depósito como metáfora. Nuevamente Pablo utiliza la figura del ‘depósito’ en ese último capítulo, algo que era una práctica muy común en su tiempo. Esta práctica, tal como lo dijéramos en un sermón anterior, consistía en dejar una cantidad de dinero a una persona para que lo cuide con seguridad -y hasta aumentarlo- de manera que el dueño se sintiera confiado de su bien. Este término también se le aplicaba a las enseñanzas de los maestros judíos. Ellos ‘sentían que… estaban transmitiendo a sus discípulos un depósito sagrado, quienes a su vez se esperaba lo transmitieran a otros…’ (Keener, 2006, p.618).
B. Uso del símbolo en las EP. Esta palabra va a ser utilizada por Pablo en su segunda carta a Timoteo (1:14)[1], para designar al evangelio y la sana doctrina. En buena cuenta, lo que está tratando de decirle Pablo al joven Timoteo, es que cuide de la sana doctrina con mucha responsabilidad, porque a él se le había encargado su cuidado en la ciudad de Éfeso. En esta parte Hendriksen (p.241) lo siguiente, ‘es como si Dios hubiera echo un depósito en el banco de Timoteo… Este evangelio no pertenece a Timoteo, sino a Dios’.
C. La mayordomía en el ministerio. En esto radica la naturaleza de mayordomos de los ministros de Dios: en que administran con fidelidad algo que no es suyo.
D. Los recursos para cumplir la tarea. Esta tarea no debía ser hecha solamente con las fuerzas humanas de Timoteo, sino que él debía hacerlo ‘por el Espíritu Santo’, tal como lo vemos en la segunda carta, y cuya cita ya hemos mencionado.

II. Apartarse de las prácticas de los falsos maestros (v.20b)
A. Pláticas profanas (palabrerías mundanas, DHH). Ya nos hemos referido a esto, cuando vimos el contenido de las falsas doctrinas de los falsos maestros (cf. 1:6). A ellos les gustaba gastar tiempo en discusiones inútiles, pero ni siquiera entendían sus propios argumentos (1:7).
En la segunda carta, Pablo va a mencionar cuál es el resultado de esta inútil práctica. Las profanas y vanas palabrerías sólo conducen a la impiedad (2Tim.2:16)[2], cuando esto sucede, la persona lo experimentará en el futuro, en mayor y mayor grado. Es un mal degenerativo.
B. Cosas vanas. No tiene sentido hablar de lo que uno no entiende, tampoco de lo que uno no hace. En la vida cristiana, discutir sobre ideas religiosas no ayuda en nada. Los creyentes somos animados a ser ‘hacedores de la palabra’, ¡no oidores, menos parlanchines religiosos que apelan a valores que no se ven en su vida! Ya decía el mismo apóstol Pablo que ‘…el reino de Dios no consiste en palabras, sino en poder’ (1Cor.4:20). Ese poder debía de desplazar a las conversaciones vanas y sin sentido, que querían tomar posesión de los creyentes en Éfeso.
Debemos de recordar que Dios nos va a juzgar por cada palabra proferida, por lo tanto no nos conviene hablar cosas vanas (cf.Mt.12:36-37)[3], sino palabras que edifiquen nuestros espíritus y el de los demás.
C. Argumentos de la mal llamada ‘ciencia’ (falso ‘conocimiento de la verdad’, DHH). Un ‘conocimiento’ paralelo a la verdad, estaba empezando a tomar lugar entre los creyentes del primer siglo. Algunos creen que fue el germen del Gnosticismo que se desarrollaría y tomaría forma, en el siglo II. En el Gnosticismo se afirmaba que había conocimientos escondidos, que habían sido revelados por Jesús, a ciertas personas privilegiadas. Es probable que los falsos maestros estén mostrándose como los ‘herederos’ y ‘depositarios’ de esos conocimientos ocultos.
Muchas veces, aun el conocimiento correcto, puede envanecer a las personas. Esto estaba pasando con los creyentes de Corinto (vea 1Cor.8:1)[4]. Los falsos maestros, y al parecer sus seguidores, se sentían muy hinchados de orgullo, debido a su conocimiento herético. Esto los estaba llevando a la apostasía.
La palabra ‘ciencia’ no debemos entenderla en el sentido de la ciencia moderna, puesto que no son conocimientos científicos los que se aluden, sino más bien las enseñanzas de los falsos maestros.

III. No olvidar los peligros que acarrean estas prácticas (v.21)
A. Desviarse de la fe (DHH). Ya hemos mencionado la impiedad como una consecuencia de envolverse en discusiones profanas y vanas. A esto tenemos que agregar el peligro de desviarse de la fe. Ya al inicio de la carta, el apóstol había mencionado lo mismo (1:6)[5]. La palabra ‘algunos’, es probable que se esté refiriendo no solamente a los falsos maestros, sino también a algunas personas que se habían dejado arrastrar por las falsas doctrinas.
B. Ser alcanzado por un cáncer espiritual. Esto lo podemos deducir a partir de lo escrito en la segunda carta (2Tim.2:16, DHH). Allí el apóstol menciona: ‘y su enseñanza se extiende como un cáncer. Esto es lo que sucede con Himeneo y Fileto’. Todos sabemos perfectamente que un cáncer conduce inevitablemente a la muerte. La apostasía conduce indefectiblemente a la muerte eterna.
C. El sólo puede librarse de estos peligros por la gracia de Dios. Pablo ya había hablado en el primer capítulo (1:14) de la gracia de Dios, como algo que le había librado de seguir avanzando en el pecado, porque era mucho más grande que él. Esa misma gracia ahora sería necesaria para que Timoteo sea librado de caer en el terrible peligro de la impiedad, el desvío de la fe y el cáncer de las enseñanzas de los oponentes de Pablo.
Aunque era muy usual para Pablo, terminar con la palabra ‘gracia’ (Mounce, 2000, p.372), no se trata de una simple despedida protocolar, hay algo más que simplemente eso. Pablo está apelando a la gracia protectora de Dios, a fin de que su amado hijo en la fe no sucumba a las herejías de los falsos maestros de Éfeso. El sabía perfectamente que donde abundaría el pecado, sobreabundaría la gracia de Dios (Ro.5:20).

Conclusión
Estimados hermanos, en la vida cristiana, tanto como en el ministerio, todos debemos de tener en claro las cosas que tenemos que hacer y las cosas que no tenemos que hacer (aun los peligros que esto último implica). Todos tenemos un propósito de parte de Dios en esta vida presente, por lo tanto debemos de procurar gastar todo nuestro tiempo y todas nuestras energías en el cumplimiento de ese propósito y no diluirnos en lo que no edifica ni alimenta la piedad. Dios así lo quiere.
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Notas Finales
[1] ‘Guarda el buen depósito por el Espíritu Santo que mora en nosotros’.
[2] ‘Pero evita profanas y vanas palabrerías, porque conducirán más y más a la impiedad’ (RV90).
‘Evita palabrerías mundanas y vacías, porque los que hablan así, se hunden cada vez más en la maldad’ (DHH).
[3] ‘Pero yo os digo que de toda palabra ociosa que hablen los hombres, de ella darán cuenta en el día del juicio, 37pues por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado»’
[4] ‘En cuanto a lo sacrificado a los ídolos, sabemos que todos tenemos el debido conocimiento. El conocimiento envanece, pero el amor edifica’
[5] ‘Algunos se han desviado de esto y se han perdido en inútiles discusiones’