Pasaje: Santiago 5:1-12.
Tema: El juico contra los ricos que oprimen a los pobres
Introducción
Esta sección nos muestra una protesta de parte de parte de Santiago con respecto al origen de la riqueza de los ricos y el abuso que estos cometían contra algunas personas de humilde condición. Estos últimos debían de apelar a la paciencia, la esperanza de la segunda venida e imitar a los profetas y de Job. En el lenguaje de Santiago, tanto ricos y pobres son la idealización de impíos y justos[1]. Él no se propone descalificar a los ricos, sino su obra, su riqueza mal obtenida y la injusticia cometida contra el pobre que representa al ‘hermano de humilde condición’ (1:9).
I. La obra de los ricos (vv.1-6a).
A. Producirá llanto y miserias (v.1). Santiago empieza este capítulo alertándoles a los ricos las cosas funestas que vendrán a sus vidas. Es como si les dijera que se ajusten los cinturones (Gregory, p.95) porque se aproxima un aterrizaje espantoso que los podría devastar por completo. Santiago les notifica acerca de llanto y miseria, tiene la intención de demostrarles que todo lo que han acumulado injustamente no les librará del dolor, de la miseria, de las consecuencias de tener una existencia vacía y sin Dios. Este ‘llorar aullando (del Gr. ololuzein, así se traduce más correctamente)’ es una especie de duelo adelantado por lo terrible que están próximos a experimentar. El lenguaje de Santiago parece ser muy fuerte, pero sólo corresponde a la realidad y está en concordancia con el lenguaje del AT (Amos 6:1-7) y NT (Lc.6:20-26).
B. Corromperá sus riquezas (vv.2-3a). La ambición y la injusticia de los ricos estropeará lo que ellos más aprecian y valoran. Los ricos a los que hace mención Santiago, tenían predilección por: (1) acaparar alimentos, (2) acumular vestimenta, y (3) coleccionar metales preciosos (Gregory, p.97). Sin embargo, nada de lo acumulado en la vida puede tener una existencia duradera, todo es pasajero, incluso la vida (4:14). Lo único que permanece en el tiempo, es aquel tesoro que se acumula en los cielos (cf. Mt.6:19-20). Entonces es mejor realizar nuestro depósito en el cielo, allí nadie lo robará ni podrá destruirse.
C. Si riqueza mal obtenida testificará contra ellos mismos (v.3b). Resultará sorprendente para los injustos, que su propia fortuna se convierta en la principal evidencia y el principal testigo contra ellos mismos. Por más que le demos mucho cuidado y valor a nuestras riquezas, ellas se volverán contra nosotros mismos. En el día del juicio, hasta nuestra fortuna nos dará la espalda y nos acusará sin que le tiemble la voz. No conforme con eso, ‘devorará del todo [nuestros] cuerpos como fuego’. Sin duda las riquezas mal habidas pagan mal a la persona. Traición por injusticia parece ser la medida que describe la balanza de Santiago en este versículo.
D. Su ambición desmedida los llevará a la injusticia (v.4). La explotación del pobre y la usura parece estar en la mente de Santiago. Esto parece ser parte del triste espectáculo que ofrecía la Palestina del siglo I. La pobreza de uno, era la riqueza del otro.
Para nuestro autor, nada de lo que pasa ‘aquí abajo’, es ignorado ‘allá arriba’[2]. Los gritos debilitados por el hambre clamaban por justicia ante Dios, el defensor de los pobres. La mención intencional de Santiago de llamar a Dios como ‘Señor de los ejércitos’, nos sugiere que Dios, cual guerrero victorioso e invencible, actuará como libertador y vengador de su pueblo.
La retención del salario del jornalero estaba prohibida por la Ley (ver Lv.19:13[3]; cf. Dt. 24:14-15). Hay que recordar que Santiago siempre apela a la Ley para confrontar a sus destinatarios.
E. Producirá una vida libertina (v.5). Las personas creen erróneamente que el dinero es sinónimo de felicidad. El hombre posmoderno piensa que la felicidad sobreviene a la experiencia extrema de nuevas sensaciones. Hoy en día, juntamente con la prosperidad, se puede ver una gran degradación de los valores humanos. El ser humano se ha convertido en un objeto del sistema. Está totalmente despersonalizado y vacío porque trata de llenar su miseria interior con la experimentación de todo tipo de placeres y una vida licenciosa. Se ha entregado por completo a rendirle culto al hedonismo. Eso era exactamente lo que se puede ver en la vida de estos ricos.
F. Los convertirá en verdugos terrenales de los oprimidos (v.6a). En la época era muy común que los ricos llevaran a los pobres a los tribunales por deudas. Esto era una especie de ‘homicidio jurídico’ (MacArthur), pues despojaba al pobre de la oportunidad de trabajar y sostener a los suyos y así mismo; ‘…el quitarle el vestido a una persona o retenerle su salario era arriesgar la vida de ese individuo’ (Keener, p.696).
II. La respuesta de los pobres (vv.6b-8).
A. No ofrecen resistencia frente a la violencia del rico (v.6b). Frente a la violencia del rico, llama la atención la respuesta del pobre. La expresión ‘…sin que ellos opusieran resistencia’ grafica de cuerpo entero la impotencia del pobre y el abuso del rico. El pobre está como callado y sin esperanzas, con su mirada puesta en el vacio. Ésta expresión nos desarma emocionalmente porque se parece mucho a lo que pasa hoy en día en nuestra sociedad. Muchos pobres inocentes van a la cárcel porque no tienen la oportunidad de conseguir un buen abogado. La historia parece estar escrita por los poderosos, sin embargo Dios no se ha olvidado de los pobres.
B. En esta situación deben de echar mano de la paciencia[4] (v.7). Como el labrador, los creyentes que son sometidos a injusticias, deben de esperar los frutos de sus buenas obras. La segunda lluvia, aunque ‘tardía’, llegará. Pronto los campos darán sus frutos y ellos podrán participar de la cosecha. Pues, ‘los que siembran con lágrimas, cosecharán con gritos de alegría. Aunque lloren mientras llevan el saco de semilla, volverán cantando de alegría, con manojos de trigo entre los brazos’ (Salm.126:5-6).
La paciencia es un fruto del Espíritu (Gal.5:22). El creyente debe de revestirse de ella cada día, como señal de que somos ‘escogidos de Dios’ (Col.3:12).
C. Deben de avivar la esperanza de la segunda venida (v.8). El pobre no debe desesperanzarse frente a lo que le toca vivir temporalmente. La parábola del Rico y Lázaro (Lc.16:19-31) nos demuestra que la realidad del cielo es una realidad inversa. El que se humilla será exaltado (Mt.23:12). Ésta obra ya empezó aquí, pero veremos su plenitud en la era venidera. Cristo vino para quitar el trono a los poderosos y exaltar a los humildes, para colmar de bienes a los pobres y enviar vacíos a los ricos (Lucas 1:52-53). Alguien ha dicho que ‘lo último que se pierde es la esperanza’, no deja de tener razón. La esperanza futura de redención y la conciencia de un Cristo liberador, es aquello que sostiene a millones de creyentes en todo el planeta. Nuestro Señor está pronto y ordenará la historia según su justicia, por lo tanto no dejemos de esperar ni anhelar su venida. ¡Nuestro Rey ya viene y con él su justicia!
III. La respuesta pastoral de Santiago (vv.9-12).
De la boca de Santiago sale una protesta profética vehemente contra los ricos opresores, pero también una invocación pastoral y amorosa, a corregirse de las malas acciones. Una cosa no anula la otra en la carta de nuestro autor. Centrémonos ahora en la respuesta pastoral de Santiago:
A. No quejarse ni juzgarse unos a otros (v.9). La queja es casi siempre el resultado de la impaciencia, por eso la importancia que Santiago le da a en esta sección. Es probable que hubiese quejas de ambos lados, por eso la invocación pastoral de parte de Santiago a ambos. Nuevamente nuestro autor conecta la queja con el hecho de juzgar a los demás (4:11). A pesar de ser víctima de la injusticia del rico, el pobre debe aprender a darle el lugar a Dios como Juez justo. Nuevamente la paciencia es necesaria, ‘pues el Juez está ya a la puerta’ y hay que dar paso a su juicio antes que al juicio personal. En lugar del juicio, debemos de dar paso a la oración (cf. v.13). Joel Gregory (p.108) comenta lo siguiente, ‘los cristianos deben orar el uno por el otro en lugar de quejarse el uno del otro. Cuando los creyentes realmente oran por otros cristianos, es muy raro que los critiquen’.
B. Imitar el ejemplo de los grandes hombres de Dios (vv.10-11). Anteriormente Santiago ya había hablado de la paciencia, como una respuesta de los pobres frente a la injusticia y la desesperanza. Ahora nuestro autor va a volver a presentar la paciencia en el sufrimiento como su receta pastoral, sólo que ahora lo hará dando algunos ejemplos prácticos. En primer lugar va a citar a los profetas (de ellos podemos resaltar a Elías, Jeremías, Amós y Juan el Bautista); y en segundo lugar a Job (todos hemos oído de la paciencia de Job, creo que es necesario agregar nada más); finalmente, el ejemplo por antonomasia de nuestro Señor Jesús, quien sufrió pacientemente[5] por rescatar nuestras vidas del pecado. Todos ellos pudieron experimentar la compasión y la misericordia del Señor, en medio de su dolor. Esa es una promesa que anima, Santiago resalta el modo como trató el Señor a Job, al fin de su vida, con toda seguridad que lo hará también con sosotros. Los modelos en la vida cristiana son útiles por ellos nos recuerdan que otros lo lograron y nos animan a hacerlo nosotros también. El CBMH (‘Santiago’, p.284) nos anima a no olvidar que: ‘Los modelos de vida útiles para un cristiano son aquellos que sufrieron por la justicia, aquellos que entregaron sus vidas por una causa mayor que ellos, aquellos que supieron poner el reino de Dios por encima de todas las cosas y las realidades de la vida…’.
C. No hacer falsos juramentos (v.12). Es probable que los ricos estén mintiendo en los tribunales en contra de los pobres, a fin de dejarlos en las cárceles. Es probable también que los pobres, tratándose de defender, estén realizando juramentos en vez de decir simplemente la verdad. En ambos casos, Santiago reprocha esta actitud y les anima, siempre en un tono pastoral, a que simplemente digan la verdad mediante un ‘si’ o un ‘no’. No hacerlo los haría caer en condenación.
Conclusión
Esta sección saca a relucir básicamente dos problemas: (1) la falsa confianza del rico, y (2) el desánimo del pobre. Ambas cosas causan muchas dificultades en la vida de los creyentes. Santiago lo sabe bien, por eso su respuesta pastoral frente a este problema. Estimados hermanos, las injusticias no deben de impacientarnos, deprimirnos ni hacernos perder la esperanza en la segunda venida. Miremos cada día el ejemplo de los profetas, de Job y, sobre todo, de nuestro Señor Jesús. El Señor estuvo con ellos en su sufrimiento y también está con nosotros en nuestras luchas de fe cotidianas. ¡El Rey ya viene, hay esperanza para el oprimido!
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Notas Finales:
[1] En el relato lucano del sermón del monte (Lc.6:20-26), los pobres son consolados y a los ricos se les profetiza ayes. La tensión entre ricos y pobres es muy común en la literatura bíblica. La analogía del rico con el impío, y del pobre con el justo, es evidente.
[2] Aquí Joel Gregory (p.100) comenta acertadamente: ‘El Dios de la Biblia no está encerrado en el santuario. El está presente en los mercados de la humanidad. El observa toda transacción entre mercaderes. El ve a los pobres y a los que los despojan’.
[3] ‘No oprimirás a tu prójimo ni le robarás. No retendrás el salario del jornalero en tu casa hasta la mañana siguiente’.
[4] La palabra griega makrozumia (paciencia), recurre tres veces en esta sección: (vv.7, 8 y 10) y ‘refiere a esa constancia, a ese aguante, a esa perseverancia y entereza que se necesita para poder soportar la injusticia’ (CBMH, ¨Santiago’, p.280). El énfasis de Santiago tiene la obvia intencionalidad de querer impregnar ésta respuesta en la mente de sus lectores.
[5] Cf. Isa.53:7.
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