martes, 31 de marzo de 2009

Sermon 6 (Peligros en cuanto al mal uso de la lengua)

Pasaje: Santiago 3:1-12.
Tema: Peligros en cuanto al mal uso de la lengua

Introducción
De todos los escritores bíblicos del NT, Santiago es quien dedica más tiempo al tema de la lengua (el hablar), puesto que ésta resulta indomable. En esta sección, nuestro autor compara la lengua con el fuego, las manchas, las bestias, y el veneno. Los peligros del mal uso de la lengua son múltiples. En este pasaje Santiago nos va a advertir acerca de algunas de ellas.

I. Conduce al protagonismo (v.1)
A. Ser maestro en tiempos de Santiago.
En Israel, ser maestro o rabí, era un cargo de alto honor. Arthur Carr (citado por Gregory, 1986, p.64) menciona que:
El hablar con el maestro, invitarle a ser su huésped, casarse con su hija, era considerado en Israel como el más alto honor. Se esperaba que los hombres jóvenes consideraran una gloria llevar la carga del rabino, traerle su agua, enalbardar [poner una silla de montar] su asno

De manera que ser maestro en Israel, representaba posición, poder y prestigio. El problema de fondo aquí es buscar ser maestro de muchos, sólo por protagonismo, sin aplicar la verdad que se está enseñando. La reputación del maestro cristiano no se basa en lo que dice, sino en lo que hace.
B. La elocuencia de la lengua no es la base de la enseñanza bíblica.
Recordemos que Santiago nos llama una y otra vez a ser ‘hacedores’ de la palabra. La vida cristiana no sólo se basa en decir lo correcto, sino que se complementa con hacer lo correcto.
C. Palabras sin obras, termina en condenación.
La semana pasada, Santiago nos había notificado acerca de la existencia de una fe falsa, que de ninguna manera justifica. Aquí el sentido va a ser el mismo. Pretender elocuencia en la enseñanza bíblica y separarlo de las obras, tiene un final infeliz. Dios nos va a juzgar por cada palabra que digamos (Mt.12:36-37)[1]. Sin embargo, el juicio final será más exigente para aquellos que conocemos más y enseñamos de la palabra (Lc.12:48)[2].

II. Empuja a la ofensa verbal (vv.2-4)
A. El elemento principal para la ofensa es nuestra propia lengua.
Santiago menciona, ‘todos ofendemos muchas veces’ y no deja de estar en lo cierto. Pero, desde que los efectos de la lengua muchas veces son negativos, lograr controlarla nos ahorrará muchas desavenencias en las relaciones interpersonales en la iglesia y en el hogar.
B. Quien no ofende, es una persona perfecta[3].
Lo que Santiago está tratando de decirnos es que, aquella persona que logra controlar su lengua, es una persona madura en la vida cristiana. La forma de mostrar nuestra madurez en la vida cristiana, es por el uso de nuestra lengua.
C. Quien logra domar su lengua, puede controlar sus pasiones.
Quien logra controlar su lengua y no es controlado por ella, está en condiciones de poder controlar las pasiones de sus cuerpos. Nuestro cuerpo es comparado con una bestia salvaje (el caballo cimarrón), que sólo puede ser domado por nuestra lengua. También es comparado con el pequeño timón de un barco, que tiene el poder de controlar una enorme embarcación, y hasta resistir grandes tempestades.
Aplicación: ¿De qué manera estamos utilizando nuestra lengua?, ¿la dominamos o ella nos domina a nosotros?

III. Produce jactancia/orgullo (v.5)
A. A pesar de ser un pequeño músculo recubierto de una membrana mucosa, su poder es inimaginable.
Por eso es que se jacta de muchas cosas. Sin duda el mal uso de la lengua vuelve orgullosas a las personas. En la vida he conocido muchas personas que se jactan de sus cargos, de sus conocimientos, de su dinero, de su posición. Siempre están hablando de si mismos y esperando halagos de las personas. También he visto su final, sus historias nunca tienen un final feliz.
B. Siendo pequeña destruye mucho.
Nuestro autor compara la lengua con una chispa, que siendo tan pequeña, puede incendiar un inmenso bosque. La National Geographic, en una publicación de Febrero de 1983, dio cuenta que:
…un incendio hizo estragos en el sudoeste de Australia. Los vientos llegaron a ser huracanados, y en cuestión de horas las llamas avanzaron velozmente a lo largo de kilómetros de costa. En veinticuatro horas un amplio radio de ricas tierras de cultivo y un fragante bosque de eucaliptos quedaron reducidos a tierra calcinada. Setenta personas murieron, y los daños materiales se calcularon en más de 450 millones de dólares.

De la misma manera la lengua puede destruir o levantar a una persona. El buen o mal uso de la lengua es una decisión que cada creyente debe de hacer, sin desconocer sus consecuencias. La vida y la muerte están en poder de la lengua (Prov.18:21).
Aplicación: Una sola palabra puede carbonizar para siempre la reputación de una persona. ¿De qué manera estamos usando nuestra lengua en relación a los demás?

IV. Contamina todo el cuerpo (v.6)
A. Todo el cuerpo se contamina por un pequeño miembro contaminado.
Santiago presenta aquí a la lengua ‘como una fuerza corruptora que se extiende por toda la persona’ (Comentario Matthew Henry, ‘Santiago’, p.38). Una fuerza que –en algunas personas- ha usurpado el mando del entendimiento y que por eso gobierna y recorre todo el cuerpo, cual victorioso general, llenando de su inmundicia y devastando todo el cuerpo. De esta manera termina inflamando ‘el curso de nuestra vida’ (LBA).
B. El origen de la contaminación y del fuego destructor de la lengua, es el infierno mismo.
Nuestro autor señala a la Gehena, como el origen de la perversa combustión de las llamas de la lengua. La Gehena sólo se menciona aquí y en los evangelios. En este punto Gregory (p.69) comenta, ‘…ninguna otra cosa de la creación se relaciona de esa manera con las llamas del mismo infierno’. Eso nos da una idea del poder que Santiago le atribuye a la lengua.
Aplicación: Hermanos no dejemos que la lengua contamine lo que Dios ha santificado. Seamos sacrificios vivos, santos y agradables a Dios.

V. A veces la lengua se vuelve indomable (vv.7-8)
A. A veces resulta más fácil domar una bestia salvaje, que domar nuestra lengua. Nos resulta increíble ver tigres salvajes, actuando como gatitos indefensos en los circos. Nos llena de orgullo la superioridad del hombre sobre las bestias[4] más salvajes de la creación, pero aun cuando eso hemos logrado, ni siquiera hemos podido domar la lengua de nuestro propio cuerpo. Ya para la época de Santiago, el hombre había logrado domar la lengua de los animales, Peter Muller (citado por Gregory, p.68) nos da cuenta que: ‘Octavio, quien más tarde llegaría a ser el emperador Augusto, regresó a Roma tras derrotar a Marco Antonio. Se le regaló un cuervo adiestrado para decir: "Ave César, líder victorioso”’.
B. Dejar la lengua a su merced es un peligro, pues está llena de ‘veneno mortal’.
Dejar que nuestra lengua se pasee a rienda suelta, es como dejar que una mamba negra[5] se pasee por el dormitorio de nuestros hijos. Sería un acto de tremenda irresponsabilidad, por eso la urgencia y la necesidad de domar nuestra lengua y ponerle freno.
Aplicación: Dominemos nuestra lengua y no dejemos que ella nos domine a nosotros.

VI. Vuelve hipócritas a las personas (vv.9-12)
A. Pues con ella se bendice a Dios y se maldice a los hombres.
No solo debemos decir frases bonitas a Dios en el templo, sino también fuera de el, en nuestro contacto con la creación de Dios. Para Santiago, bendecir el nombre de Dios y maldecir a los hombres (‘que están hechos a la semejanza de Dios’)[6], es un acto de refinada hipocresía[7].
B. Esto es inconsistente.
Santiago no puede entender que con la misma boca con la cual tomamos la Cena del Señor, predicamos las sanas palabras del evangelio y oramos, podamos también chismear, calumniar, insultar y maldecir. Simplemente es inconsistente. Una boca purificada[8] no puede tener un uso pecaminoso. ¡De una misma fuente no puede aflorar agua dulce y salada a la vez!
Aplicación: ‘Hermanos míos, esto no debe ser así’. Santiago nos habla siempre en un lenguaje muy pastoral, él mismo se incluye entre las personas a las cuales demanda.

Conclusión
Después de leer a Santiago podríamos concluir que ningún ser humano puede dominar su propia lengua. La mala noticia es que estamos en lo cierto, pero la buena noticia es que Dios si puede hacerlo. El gran Agustín, comentando de Santiago con respecto a la posibilidad de dominar nuestra propia lengua, escribe: ‘[Santiago] no dice que ninguno pueda domar la lengua, sino que ningún hombre [sólo y por su propia cuenta]; de manera que cuando es domada confesamos que esto ha sucedido por causa de la misericordia, la ayuda, la gracia de Dios’. Pidamos que Dios a través de su Espíritu Santo nos ayude en este intento, de manera que seamos presentados como hombres maduros y cabales para honra de Dios.
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Notas Finales:
[1] ‘Pero yo os digo que de toda palabra ociosa que hablen los hombres, de ella darán cuenta en el día del juicio, pues por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado’.
[2] ‘Pero el que sin conocerla hizo cosas dignas de azotes, será azotado poco, porque a todo aquel a quien se haya dado mucho, mucho se le demandará, y al que mucho se le haya confiado, más se le pedirá.’
[3] Del griego te,leioj. Su significado denota madurez en el sentido fisiológico. Esta palabra se empleaba para designar a un hombre completamente desarrollado, que ha llegado a su mayoría de edad, a diferencia de un niño quien no ha logrado desarrollar completamente. De ninguna manera se debe de entender la ‘perfección’, en el lenguaje de Santiago, como un sinónimo de ausencia de pecado.
[4] Santiago enumera la creación viviente animal en sus cuatro categorías básicas: bestias, aves, serpientes y peces.
[5] Serpiente muy venenosa de la familia de las cobras, caracterizada por ser muy rápida. Puede matar antes que se aplique un antídoto a la persona.
[6] El NCB: Siglo XXI, comenta en esta parte, ‘En los días del autor, el rey o emperador ponía su estatua en las ciudades de su dominio. Si alguno la insultaba o maldecía, era tratado como si hubiera maldecido al emperador en la cara, porque la estatua era la imagen del emperador. Por lo tanto, insultar a una persona, hecha a la imagen de Dios, es como insultar al mismo Dios.’
[7] El diccionario de la RAE define así la hipocresía: ‘Fingimiento de cualidades o sentimientos contrarios a los que verdaderamente se tienen o experimentan.’
[8] Un serafín fue enviado por el Señor para que purificara -con carbones encendidos- los labios inmundos del profeta Isaías, puesto que iba a anunciar su palabra (Is.6:4-7). Isaías entendió perfectamente que pecado y santidad no se debían mezclar en una misma fuente.

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