martes, 10 de junio de 2008

Sermon 2 (La gracia de Dios en el ministerio de Pablo)


Pasaje: 1 Timoteo 1:12-17
Tema: La gracia de Dios en el ministerio de Pablo

Introducción:
El apóstol, después de recordarle a Timoteo acerca de su misión personal, y el propósito de su estadía en Éfeso, ahora argumenta a favor de la gracia y la misericordia de Dios en su ministerio. Pablo tiene la intención de demostrarle que esa misma gracia y misericordia también está actuando en la vida de Timoteo para ayudarle a pelear ‘la buena batalla de la fe’ contra los falsos maestros. Veamos esta noche, como es que la gracia de Dios actuaba en el ministerio de Pablo, de Timoteo y sigue actuando en todos los creyentes en general, hecho que nos lleva a reconocer nuestra pequeñez, nuestro pecaminosidad y, consiguientemente, a dar una respuesta de adoración frente a la misericordia, la gracia y la clemencia de Dios.

I. Pablo explica acerca de su llamamiento al ministerio (vv.12-16)
A. ¿Quién lo colocó en el ministerio?
La repuesta no puede ser más categórica, es Cristo Jesús (v.12b), Señor de la obra, quien lo convocó a una posición de servicio (v.12c) para él. El apóstol reconoce a Jesús como su Señor y él se ve asimismo como su humilde servidor. La palabra ‘nuestro Señor’ tiene la intención de notificarle a Timoteo, que él también había sido convocado para el servicio en Éfeso por el mismo Señor de Pablo. Ambos son consiervos en la misma viña. Al fin Timoteo no está allí por que Pablo se lo ha rogado (v.3), sino porque Dios lo ha puesto para que sirva a sus propósitos en ese lugar.
Aplicación. No estamos en el ministerio por cuenta propia, las iglesias y las instituciones cristianas sólo reconocen el llamado de aquel que nos colocó en el ministerio.
B. ¿Por qué lo llamó al ministerio?
Cuando el apóstol intenta responder está pregunta, encuentra más bien que no hay razones positivas en él como para ser convocado al ministerio. No lo llamó por ser una persona moral, religiosa o por ser un buen ciudadano. Al contrario, él se da cuenta que había sido ‘blasfemo, perseguidor e injuriador (desenfrenado agresor de los cristianos)’ (v.13b). Cuando Pablo revisa su ‘curriculum’ encuentra que este es deficiente y que no alcanza para ser llamado al ministerio.
La expresión ‘teniéndome por fiel’ de ninguna manera representa una razón positiva que justifique el llamamiento del apóstol. Lo que él está tratando de resaltar es la presciencia y la gracia de Dios, él sabía de antemano que Pablo respondería con fidelidad al encargo que le habría de dar.
Aplicación: Los que estamos en el ministerio tenemos que reconocer que Dios no nos llamó por ser excelentes alumnos del seminario, por ser seres morales y religiosos profundos. Su llamado se debe a que vio en nosotros su misericordia y su gracia.
C. ¿Cuáles fueron los criterios que empleó el que lo llamó al ministerio?
Si el llamamiento de Pablo al servicio no se debió a merecimientos humanos, entonces ¿qué criterios utilizó el Señor? La respuesta es contundente en la pluma del apóstol: su llamado se debió únicamente y exclusivamente a la misericordia (vv.13 y 16) y a la gracia (járis) (v.14) de Dios[1]. De otra manera más bien estaría condenado por sus propias malas acciones. En 1 Cor. 15:10 el apóstol va a declarar ‘…por la gracia de Dios soy lo que soy’. Nuestro ingreso al ministerio y, en general a la vida cristiana, no tiene otra explicación. Es la gracia de Dios, no nuestras obras.
Aplicación. Somos lo que somos y estamos donde estamos, solamente por la gracia de Dios.
D. ¿Para qué lo llamó al ministerio?
Pablo presenta dos razones: (1) ‘para que Jesucristo mostrara en mí el primero toda su clemencia’ (v.16b); y (2) ‘para ejemplo de los que habrían de creer en él’ (v.16c). Si el apóstol sabía que era el más grande de los pecadores (15b), y aun así la gracia de Dios le alcanzó, también podría alcanzarle a cualquier otra persona, en la misma situación. Su vida perdonada sería un ejemplo a los demás, de lo que puede hacer la gracia, la misericordia y la clemencia[2] de Dios en la vida del pecador, a quien Dios quiere dar vida eterna. El ejemplo cobra relevancia debido a que:
…cualquier otro pecador podría estar seguro de que, por muchas y graves que fuesen sus transgresiones, nunca serían capaces de extenderse más allá de los contornos que el esbozo de la gracia de Dios en Pablo presenta (Comentario Matthew Henry, p.351).

Si el era el más grande de los pecadores, entonces también iba a necesitar ´toda la clemencia’ (el total de la clemencia) de Jesucristo. En Romanos 5:20 Pablo va a declarar que ‘…cuando el pecado abundó, sobreabundó la gracia’. Su pecado creció enormemente, pero la gracia de Dios fue mucho mayor para cubrir y perdonar esos pecados.
Aplicación. Dios siempre tiene un propósito en todo lo que hace, ¿te has puesto a pensar para qué el Señor te ha llamado, a la posición de liderazgo en la que te encuentras?

II. Reacciones frente al llamamiento y la gracia de Dios (vv.15, 17)
El haber sido llamado inmerecidamente (sólo por gracia) al ministerio de su Señor, producen dos sensaciones en la vida de Pablo:
A. Sentirse ‘el peor pecador de todos’ (v.15ff, BLS).
Pablo no se coloca en esta condición según el tiempo (el primero fue Adán), sino en categoría (el más grande de todos). Frente al espejo de la gracia de Dios, el apóstol se descubre, se ve tal cual es. ¡Esa es la reacción de todo pecador perdonado frente a la realidad del amor incondicional de Dios!
Con respecto a su condición de pecador, no escribe ‘yo era’, sino ‘yo soy’ el se ve como un pecador que constantemente es perdonado por gracia. Debemos resaltar aquí la humildad del apóstol, con justa razón podríamos declarar que él ha sido una de las personas mas santas en toda la historia de la iglesia, sin embargo, cuando se trata de merecimientos y títulos, se coloca al final de la cola (cf. 1 Cor. 15:9[3]), pero cuando se trata de recibir deméritos y vergüenzas, se coloca en primer lugar.
¡Cuanto nos gustaría que los auto-denominados apóstoles de hoy –también otros cientos de líderes que trabajan en el ministerio cristiano- tengan esta misma actitud de humildad!
Aplicación. ¿Qué imagen recibes cuando te ves en el espejo de la gracia de Dios?
B. Rendirse en adoración al Señor que lo salvó, llamó y amó a pesar de sus pecados (v.17).
Tanto amor inmerecido solo nos puede llevar a adorar a quien nos lo dio. Cierta vez lo había hecho la mujer adultera, ella lavó los pies del Señor con lágrimas y los seco con sus cabellos. Cuando Simón el fariseo pone en duda a Jesús como profeta, él le cuenta una parábola y al final le hace esta pregunta (Lc.7:44b-48):
…¿Ves esta mujer? Entré en tu casa y no me diste agua para mis pies; pero ella ha regado mis pies con lágrimas y los ha secado con sus cabellos. No me diste beso; pero ella, desde que entré, no ha cesado de besar mis pies. No ungiste mi cabeza con aceite; pero ella ha ungido con perfume mis pies. Por lo cual te digo que sus muchos pecados le son perdonados, porque amó mucho; pero aquel a quien se le perdona poco, poco ama.
Y a ella le dijo: —Tus pecados te son perdonados.

Es la misma ruta la que toma el apóstol, si él había sido el más grande de los pecadores, eso lo colocaba frente a una deuda mucho mayor. Él había consagrado su vida para ser ofrenda de olor fragante a aquel que perdonó todos sus pecados. Se rindió a sus pies tratando de agradecer con su servicio por el perdón apoderado en su vida. Su cántico expresado en el v.17 –a manera de doxología- expresa su gratitud.
La gracia que él había experimentado, podía ser experimentada en todos los tiempos (Rey de los siglos=eterno) por todos los pecadores arrepentidos, nunca se acabaría (puesto que Dios es inmortal), se puede recibir por fe (Dios es invisible), sólo en Dios se puede encontrarla (es único), por lo tanto, si su gracia es eterna, hay que darle honor ‘por los siglos de los siglos…’ Aun después de esta vida terrenal, tendremos la oportunidad de darle gracias a Dios por su obra en nosotros. La vida eterna es para adorarle y darle gracias por su gracia. Amén.
Aplicación. La adoración es la respuesta de un corazón arrepentido, que sabe ha sido perdonado inmerecidamente por su creador a pesar de la multitud de sus pecados.

Conclusión:
Estimados hermanos, nunca debemos de olvidar quien nos llamó, quien nos ha dado fuerzas para el servicio, quien nos tuvo por fiel por adelantado, quien llevó nuestras culpas por su gracia, su misericordia y su clemencia. Al sabernos pecadores y ver su perdón en nosotros, sólo nos queda adorar a nuestro gran Dios. Ese es el tipo de vida agradecida que debemos de llevar.


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Notas finales:
[1] Pablo entiende la gracia como un regalo otorgado por pura benevolencia, no por merecimientos.
[2] W. Hendriksen (1979, p.97) aclara que la ‘Clemencia expresa la paciencia divina hacia las personas, en virtud de la cual se detiene la ira, el pecador es perdonado y se le muestra misericordia’.
[3] ‘Yo soy el más pequeño de los apóstoles, y no soy digno de ser llamado apóstol, porque perseguí a la iglesia de Dios’

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