martes, 22 de julio de 2008

Sermón 12 (La superioridad de la piedad frente al dinero)


Pasaje: 1 Timoteo 6:6-19
Tema: La superioridad de la piedad frente al dinero
Introducción:
En el sermón anterior vimos que el objetivo de los falsos maestros era obtener ganancias económicas por medio una falsa religiosidad, vestida de piedad. Ahora, Pablo quiere demostrarle a Timoteo que la piedad es la única que cosa en la vida que puede proveer verdadero contentamiento. Por el contrario, el dinero sólo produce males y dolores en el ser humano. Entonces lo que se propone demostrar es la superioridad de la piedad frente al dinero. El dinero es efímero y destruye al creyente, pero la piedad tiene implicancias eternas y alimenta la vida espiritual de los hombres de Dios.

I. La verdadera piedad produce contentamiento (vv.6-8)
A. Piedad y contentamiento siempre van de la mano (v.6b).
En la vida cristiana la fidelidad a Dios provee alegría, satisfacción y contentamiento. Aquí se puede ver claramente la superioridad de la piedad frente al dinero. Tal como lo veremos más adelante, dinero aparentemente provee felicidad, pero en realidad sólo produce dolores y muchos males. La alegría de ser fieles a Dios sobrepasa largamente la alegría de tener muchos millones en una cuenta bancaria.
No se puede separar de ninguna manera la piedad del contentamiento. Por lo tanto, la mejor forma de contentar nuestra vida, es practicar la piedad.
B. La piedad es la mejor ganancia en el ministerio, puesto que ésta provee contentamiento (vv.6a, 7).
Recordemos que Pablo ha repudiado la codicia de los falsos maestros, quienes han tomado la religión como fuente de ganancia. Sin embargo, la ganancia en el ministerio no siempre tiene que estar ligada a lo material o a lo monetario. Pablo presenta una ganancia mucho mejor, que tiene que ver con la fidelidad a Dios, con la santidad personal y la realidad de la vida eterna [dos veces en esta sección, Pablo le indica a Timoteo que él y los hermanos echen ‘mano de la vida eterna’ (vv.12b, 19b)]. Esa ganancia es la que Timoteo debía de buscar en la vida presente, porque ésta permanecerá por la eternidad. Por su lado, las ganancias materiales y monetarias, son temporales y sólo para esta vida presente[1].
C. El contentamiento en el ministerio proviene de la satisfacción básica de nuestras necesidades (v.8).
Ya hemos mencionado que el ministerio cristiano no es para acumular riquezas. Esa era más bien algo que caracterizaba a los falsos maestros. El ministro cristiano debe de contentarse con tener lo básico para su supervivencia, es decir ‘sustento y abrigo’. La palabra ‘sustento’ sin duda se refiere a la comida y las satisfacciones básicas de la supervivencia humana. ‘Abrigo’ no solamente tiene que ver con la ropa, sino también con una casa donde vivir dignamente. Pablo no anima a los pastores a hacerse ricos a partir del ministerio cristiano, tampoco entiende el ministerio en términos de mendicidad. Ambos constituyen una gran tentación. Por eso la oración del ministro cristiano, y de todo creyente en general, debe ser:
‘…no me des pobreza ni riquezas, sino susténtame con el pan necesario, 9no sea que, una vez saciado, te niegue y diga: «¿Quién es Jehová?», o que, siendo pobre, robe y blasfeme contra el nombre de mi Dios’ (Prov.30:8-9)

II. El amor al dinero sólo produce males y dolores (vv.9-10)
A. Es una tentación en el ministerio (v.9a).
Sin duda el dinero, la fama (orgullo) y las mujeres; son tres de las más grandes tentaciones en el ministerio. Muchas personas han sucumbido a la tentación del dinero y se han dejado gobernar por la codicia, por eso, es mejor que en la iglesia el pastor no se dedique a guardar lo que se recauda de diezmos y ofrendas. Grandes ministerio han caído por esta causa.
B. Algunas personas se hacen esclavas (´lazo’) de ella (v.9b).
El dinero es una trampa muy sutil en la que se cae con mucha facilidad. Es un mal degenerativo, uno empieza al inicio tomando o exigiendo pequeñas cantidades, pero con el tiempo ésta va creciendo vez tras vez. Cuando uno quiere salir de esta poderosa trampa, encuentra que le resulta imposible. Cuando se quiere reaccionar, uno se da cuenta que ha caído en la codicia: se anhela tener más y más. De eso hablaremos a continuación.
C. Pablo enumera los males y dolores que producen el amor al dinero (vv.9c, 10).
El apóstol no duda en señalar al amor al dinero como la raíz de todos los males. Estos son algunos de los males:
c.1 codicias necias y dañosas. La codicia no es otra cosa que un ‘afán excesivo de riquezas’ (Diccionario RAE), con el agravante que ésta es una codicia terca y porfiada; que daña peligrosamente a la persona que la padece. Pablo hace bien en catalogarla como parte de los males y dolores que padece una persona que ha sido atrapada por ella.
c.2 destrucción. La codicia lo único que hace es terminar destruyendo a la persona que la padece. Es como la historia de un rey codicioso que pidió que todo lo que tocase se convirtiera en oro. Al inicio del día estaba muy alegre porque al parecer había acumulado mucho dinero, con todo lo que había tocado. Cuando sintió hambre, recibió su plato de comida y éste se convirtió en oro, lo mismo pasó con su vino y con todo lo que le traían. Al cabo de tres días se estaba muriendo de hambre. La codicia terminó por destruirlo.
c.3 perdición. La destrucción se expresa en perdición de la persona.
c.4 extraviarse de la fe. Los dolores y los males, producidos por el amor al dinero y que traspasan a una persona como con una lanza, llegan a su punto más alto con el hecho de extraviarse de la fe (¿apostasía?), esto es, de la esencia de la doctrina cristiana. Esto era lo que había sucedido con los falsos maestros. Timoteo debe cuidarse de no caer en lo mismo.
El amor al dinero lleva a la persona a reemplazar a Dios por Mamón.

III. La piedad produce santidad (vv.11-14 ,19)
A. ‘…tu, hombre de Dios, huye de estas cosas’ (v.11a).
El verdadero ministro del evangelio debe de apartarse del hambre por el oro, es decir, debe seguir la piedad, porque ésta le conduce a la santidad (=apartarse de). Timoteo debe mantenerse lo más alejado posible, del amor al dinero. Tenía que exhibir lo contrario, a los desvalores de sus oponentes. Es decir, la piedad en lugar del dinero.
B. Pablo enumera las cosas que deben seguir los creyentes, como parte de la santificación (v.11b). En el punto anterior vimos los males y dolores que producen el amor al dinero. Ahora veamos las cosas buenas a las que nos conduce la piedad:
b.1 justicia. Lo que es recto delante de Dios y los hombres.
b.2 piedad. Denota una vida santa a la semejanza de Cristo.
b.3 fe. Confianza plena en Dios y sus promesas.
b.4 amor. Dirigido a Dios antes que a las cosas materiales.
b.5 paciencia. Es la virtud de soportar el temporal cuando todo es adverso o contrario a uno (pej. las persecuciones).
b.6 mansedumbre. Esto es, ‘paciencia con respecto a personas’ (Hendriksen, p.231)
C. Lo que incluye la santidad (vv.12-14).
c.1 pelear la buena batalla de la fe. La batalla consiste en ‘continuar huyendo de los vicios de sus oponentes’ (ibíd.) a través de una vida santa.
c.2 echar mano de la vida eterna.
c.3 confesión pública de Cristo (profesión). La santificación se inicia cuando hemos hecho publico nuestro deseo de seguir a Cristo. Por lo tanto, la santificación demanda de cada cristiano una confesión pública de nuestros pecados y el deseo de vivir una vida según la buena doctrina. Declarar públicamente nuestra fe, no debe avergonzarnos. Para eso tenemos el ejemplo de nuestro Señor Jesucristo, ‘quien dio testimonio de la buena profesión delante de Poncio Pilato’ (v.13b)
c.4 guardar el ‘mandamiento’. Esto se refiere a las ordenanzas de Pablo y de la Palabra de Dios. Timoteo debe hacerlo, ‘manteniendo una conducta pura e irreprensible hasta la venida gloriosa de nuestro Señor Jesucristo’ (DHH)

IV. El dinero produce orgullo (vv.17-18)
A. ‘manda que no sean altivos’ (v.17a).
Si la piedad y el contentamiento van de la mano, también van el dinero y el orgullo. Los ricos usualmente menosprecian a los pobres y actúan como si fueran superiores[2]. Mientras más rica es una persona, ésta se torna todavía más orgullosa. Dios condena la mofa que se hace contra los pobres (Prov.17:5, DHH)[3]
B. El orgullo humano hace que uno sienta que la riqueza viene de si mismo (v.17b).
En este punto el apóstol declara: ‘Dios… nos da todas las cosas con abundancia’ (DHH). Lo que está tratando de decirnos es que todo proviene de Dios, la riqueza no viene de nosotros mismos, sino de Dios, quien nos da la inteligencia y las fuerzas para hacerla. Dios le había advertido del pecado de la autosuficiencia al pueblo de Israel antes de introducirlos en la tierra prometida (Dt. 8:17-18)[4]. Hoy hace lo mismo con nosotros, quienes hemos sido introducido en la nueva vida.
C. El orgullo debe ser desplazado por las buenas obras (v.18).
Pablo ahora presenta la manera correcta de ser ricos, esto es haciendo el bien a los demás. Esto es precisamente la piedad. En buena cuenta, Pablo está demostrando una vez más la superioridad de la piedad frente al dinero. La verdadera riqueza es la piedad, esto implica ser:
c.1 dadivosos. Recordemos que más bendición hay en ‘dar que en recibir’ (Hch.20:35).
c.2 generosos. La generosidad se muestra asistiendo al pobre en su necesidad.
En un sermón pasado hemos dicho que, en la doctrina cristiana existe una responsabilidad de los que más tienen, frente al pobre.
Hay que recordar que este mandato está dirigido a ‘los que tienen riquezas de esta vida…’ (v.17a). Lo que pasa en esta vida puede resultar inverso a lo que va a pasar en el cielo (no olvidemos la parábola de Lázaro y el rico).

Conclusión
Estimados hermanos, el dinero en sí mismo no es malo, porque es un regalo de Dios (Dt.8:18), el problema es cual es nuestra actitud frente a él. El dinero es dado por Dios para bendecir a los que menos tienen en la iglesia y en la sociedad (en ese orden). Sin embargo esto no debe quitarnos el sueño, puesto que existe algo mucho más grande que el dinero y eso es la piedad, es decir, una vida entregada por completo a Dios. Que nuestra oración sea como la del proverbio que hemos leído en el sermón. Que Dios nos sustente con lo suficiente como para mantenernos siempre fieles a él. Eso es la piedad.
Notas Finales
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[1] Aquí Pablo quiere dejar bien en claro que, ‘…cuando nacimos no trajimos nada al mundo, y al morir tampoco podremos llevarnos nada’ (v.7, BLS). Sus palabras nos recuerdan a Job (1:21), al salmo de los hijos de Coré (Salm.49:17) y al Qohelet (Ecl.5:15).
[2] ‘El pobre habla con ruegos; el rico responde con altanería’ (Prov.18:23)
[3] ‘El que se burla del pobre ofende a su Creador; el que se alegra de su desgracia no quedará sin castigo’
[4] ‘y digas en tu corazón: “Mi poder y la fuerza de mi mano me han traído esta riqueza”; 18sino acuérdate de Jehová, tu Dios, porque él es quien te da el poder para adquirir las riquezas, a fin de confirmar el pacto que juró a tus padres, como lo hace hoy’

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hola,

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